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Tecnocracia y pandemia

21 de Mayo de 2020
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Coronavirus

La cosmovisión dominante considera, desde haceya tiempo y ahora de manera única y acelerada, que progreso y civilizaciónestán asociados a desarrollo tecnológico y crecimiento económico. Las nuevastecnologías convertidas en sector estratégico, han terminado por elevar eldogma: el discurso tecnocrático vende la promesa de una política (incluso seviste de apolítica), definitiva, que la historia por vía de la técnica, caminahacia la eliminación de los conflictos sociales y casi hasta la solución denuestros problemas fundamentales. Así se ha desarrollado un relato de futuro buenista,en el que se unían robotización y globalización. Quien no se subiese a esetren, perdía el viaje a la modernidad y quedaba abandonado en el arcén. Y enesto llegó la pandemia.

  Cuandonos habían pronosticado ciudades inteligentes (smart city), cuando larobotización crecía imparable y amenaza con ocupar buena parte de las laboreshumanas, cuando se habla de la clonación de seres humanos,  cuando se alarga la vida humana y hasta secoquetea en un futuro con la inmortalidad, cuando los aparatos tecnológicosavanzan varias generaciones en una misma generación humana… ¿Cómo es posibleque en pleno siglo XXI afrontemos una epidemia con parte de los métodos que sehacían en el siglo XIX? Quizás el discurso tecnocrático se ha sobrepasado a símismo en algo que presume no tener: ideología, mucha ideología.

  Si laprueba de validez de un sistema o régimen político se encuentra en como escapaz de afrontar situaciones de crisis, la gestión de la tecnocracianeoliberal frente a la pandemia, está, de momento, suspendiendo de maneraclara.  Y en varios sentidos.

   Porun lado no ha sido capaz, pese a su discurso futurista, de avanzar en mediosque afronten una epidemia, de una manera más eficaz. Ignoro si esto hubiesesido posible con los actuales conocimientos científicos, pero quizás se hasometido a la ciencia, en apariencia neutral, al gran dios de nuestra época: elmercado. Ernesto Sábato, que antes que literato fue científico, ya señalaba queuna ciencia carente de contenido humanista, podía llegar a la barbarie. Lo quenos puede salvar, también nos puede matar. Creíamos que las epidemias queasolaban países y continentes enteros, de lo que llamamossubdesarrollados,  nunca alcanzaría eloccidente desarrollado. Es el discurso de unas élites que por desgracia, haterminado por asumir la mayoría de la población. Y va más allá del merodiscurso supremacista. El VIH-SIDA ha pasado en Occidente de ser una enfermedadcon un elevado nivel de mortalidad, a una enfermedad crónica. Sin embargo esono ha ocurrido en África donde el número de víctimas sigue imparable. La razónes que en Occidente la industria farmacéutica sí tiene un mercado para esosmedicamentos, que no tiene en el continente africano. Para la poderosaindustria farmacéutica todo es mercado e incluso, especulación. Algo de esovimos en nuestro país con la hepatitis C.

 Frentea esto, nos quedan los estados. Son ellos quienes están librando la luchacontra la pandemia, y en líneas generales, dejan bastante que desear. Losestados dominados por el modelo neoliberal han ido reduciendo su aspecto socialy hasta de mínimos derechos ciudadanos, con lo cual han abordado con muchadificultad, algo inesperado y complejo como una pandemia. Y es que el ideal dela tecnocracia neoliberal es un estado concebido como una empresa con ejército,policía y judicatura. Lo cual, aparte de mostrarse ineficaz, amenaza con otrovirus: el tecnopolio autoritario. Ya Max Weber señalaba a la burocracia comoparte de la jaula de hierro, pues el dominio de la tecnocracia neoliberal, conla globalización y concentración de poder económico, ha ido mucho más allá: lajaula, técnicamente avanzada, es tan invisible como infranqueable.

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