El aparato de propaganda estatal se ha puesto en marcha de nuevo con el objetivo de inocular el miedo en la población para alimentar y seguir manteniendo el grado de borreguismo y sumisión reinante, sin que nadie se desmarque.
La nueva amenaza consiste en un supuesto ataque de Putin, quien se estaría preparando para invadir Europa por tierra, mar y aire, provocando la Tercera Guerra Mundial y un desastre nuclear sin precedentes.
Perro Sánchez, Ursula von der Leyen y el resto de títeres europeos han comparecido en sus medios panfletarios oficiales, alimentando esta patraña y recomendando hacer acopio de víveres y kits de supervivencia, en un claro ejemplo de burla y mofa hacia la ciudadanía, como ya es habitual por parte de estos psicópatas.
El modus operandi es exactamente el mismo que en 2020. Primero, se inventan una amenaza imaginaria; después, propagan el miedo a través de los medios de comunicación y cuando consiguen captar la atención masiva, ponen en marcha la estafa institucional que han diseñado para la ocasión.
En este caso, la excusa de la invasión rusa les sirve para justificar nuevos gastos en rearme militar ante la creciente amenaza de un estallido social en Europa, porque, a pesar del tragacionismo imperante, cada vez hay más gente harta de estos sátrapas y de sus políticas nocivas.
Corrupción institucional, impuestos abusivos, chiringuitos ideológicos, feminismo esquizofrénico, cultura woke, okupaciones masivas y una inmigración ilegal asociada presuntamente a cierto integrismo religioso que esstá generando un problema de convivencia realmente preocupante.
Así pues, la idea de una guerra no iría tan desencaminada, pero, por supuesto, no se trataría de una invasión rusa; se trataría más bien de un posible levantamiento popular en nuestras calles contra una clase política corrupta hasta la médula, al servicio de intereses supranacionales y dispuesta a vender el país a trozos si fuera necesario para mantenerse en el poder y seguir chupando del bote.
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