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Test de fortaleza

31 de Mayo de 2025
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Test de fortaleza

Imagina por un minuto que se te apareciese un genio, un cabiro, y te ofreciese el paradero de un arbusto cuya infusión curaría de raíz, para siempre, cualquier tipo de cáncer. Solo te pondría ese genio una condición: que la autoría del descubrimiento, más toda la fama, el prestigio, el reconocimiento y hasta los royalties (su extracto se comercializaría a un precio razonable, en parafarmacias), fuesen a parar, en exclusiva, a tu más despreciado gobernante, o a sus descendientes, o peor aún, a ese enemigo íntimo que te hizo la vida imposible. Ese genio, o cabiro, te daría a elegir entre una serie de candidatos, a cual más odiado o despreciado por ti. Lo verías en la tele, bajo palio, en los Premios Príncipe de Asturias y los Nobel, y el Santo Padre, y las personalidades más influyentes le rendirían tributo, nombrándolo Honoris Causa por la Berkeley. Monumentos, bustos, retratos, reportajes, nombres de calles, te recordarían durante años, en todo momento, la figura de ese nuevo Salvador, ese usurpador orgulloso, protagonista de altura, con su pasado, sus obras y su gran mentira, que viviría sin freno a TU costa. Y tendrías que elegirlo sí o sí, como condición indispensable para hallar ese arbusto, esa planta sagrada, para que sus virtudes sanadoras llegasen a todo el que las necesitase, que en un momento dado podría ser tu hermana, tu padre, tus hijos, tú mismo.

¿Dudarías?

La cuestión es esta. Atiende: cuanto más esa lacerante idea de rencor nuble, ensombrezca la importancia y trascendencia de ese impagable premio, cuanto más se imponga y te escueza la idea de permanecer en el anonimato, aun a costa de la salvación de tantos sufrientes, presentes y futuros, mientras otro se lleva la palma, lo vacío, al fin y al cabo, la cáscara; cuanto más, por mínimo que sea, te duela imaginar todo lo anterior, tener que soportarlo, más trabajo te queda entonces en la noble tarea de limar y suprimir tu ego, y no digamos, si eres estudiante de medicina, o científico.

Medítalo, y piensa por qué haces lo que haces, en general, a diario; qué te empuja o frena, qué obtienes, qué pierdes.

Hoy, cortito, lo dejo aquí.

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