Esta semana de estreno de año muchos y muchas nos damos cuenta de que este 2025 no nos va a traer grandes cambios en la facilidad para crear polémicas absurdas por parte de un sector rancio y revanchista de nuestra sociedad.
Hay que quejarse por quejarse y hay que seguir intentando parar cualquier progreso en nuestra sociedad…y no está bien visto que hayan pasado aquellos tiempos en los que unos pocos decidían por todos nosotros lo que había que ver y como teníamos que comportarnos.
Desde hace unas semanas nos hemos visto sorprendidos por una polémica creada por la elección de quienes presentarían las campanadas en la televisión pública de nuestro país y no contentos con demostrar su capacidad de insulto antes del acontecimiento, tras las uvas gastaron su tiempo en buscar polémicas por el uso de lenguas cooficiales, así como por el uso de una estampa con una vaquilla superpuesta a un motivo religioso.
Da igual que nuestro país sea un estado laico y los mismos que enseguida se ponen a la defensiva con otras religiones, han decidido intentar levantar una polémica de la nada…
Según el informe "Laicidad en Cifras 2024" de la Fundación Ferrer i Guàrdia, el 41,5% de la población española se declara no religiosa, la cifra más alta registrada hasta la fecha.
La tendencia es clara y este porcentaje ha aumentado en 17 puntos desde 2017, evidenciando una la secularización de una sociedad que ya tuvo que aguantar el yugo impuesto por una iglesia católica que fue instrumento en manos de una dictadura y que sigue al parecer actuando de la mano de los partidos que se sitúan en la derecha.
En Cataluña y el País Vasco, las personas no religiosas ya son la mayoría, con un 51,3% y un 51% respectivamente y aún más concluyente es el dato que muestra que el 60% de los jóvenes entre 18 y 34 años se identifican como no religiosos, lo que sugiere un relevo generacional hacia posiciones más laicas.
A falta de otras noticias hay que crear polémicas falsas que entierren las noticias positivas y que para desgracia de la oposición de nuestro país siguen llegando.
Al crecimiento económico ahora se suma el hecho de que, en 2024, el mercado laboral español tuvo mejoras notables, llegando a cifras no vistas desde antes de la crisis financiera de 2007.
El número de personas sin empleo registradas en las oficinas del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) bajó durante el último año en 146.738 personas, quedando en 2.560.718 al finalizar el año, nivel más bajo de desempleo aquel lejano 2007.
Los datos de afiliación a la Seguridad Social muestran igualmente un crecimiento que parece no parar, y se incrementó en 501.952 personas, alcanzando un total de 21.337.962 trabajadores. Este aumento estableció niveles récord de empleo, especialmente entre marzo y junio, superando por primera vez los 21 millones de afiliados en abril.
El sector servicios fue el principal impulsor de la creación de empleo, generando cuatro de cada cinco nuevos puestos de trabajo. La agricultura también mostró una notable recuperación, creando empleo por primera vez en cuatro años.
Según la Encuesta de Población Activa (EPA) del tercer trimestre de 2024, la tasa de paro bajó al 11,21%, la más baja desde 2008.
En resumen, 2024 fue un año de recuperación y fortalecimiento del mercado laboral en nuestro país, aunque aún hay desafíos por enfrentar para lograr una mayor estabilidad y calidad en el empleo.
A la creación de empleo constante hay que añadir un factor, que algún “experto” de la derecha como Daniel Lacalle, auguraba que iba a sumir a nuestro país en una gran crisis: el aumento del salario mínimo interprofesional.
Lacalle argumentaba que las subidas del SMI iban a conducir a la destrucción de puestos de trabajo y a un parón en la posible creación de nuevos empleos, especialmente en sectores con menor productividad. Según Lacalle, esto se debía a que las empresas se iban a enfrentar a mayores costes laborales, lo que inexorablemente iba a llevarlas a reducir su plantilla o a no contratar nuevos empleados…y sabemos cómo ha acabado la historia.
Daniel Lacalle, que fue fichado por el PP para ser la cabeza pensante en un posible gobierno popular en temas financieros y fiscales, considera que el salario debe estar vinculado a la productividad y al crecimiento económico, y que imponer un salario mínimo por ley sin tener en cuenta estos factores puede ser perjudicial para la economía en general. A Daniel el bienestar de los trabajadores no es algo que le preocupe.
Desde que Pedro Sánchez asumió el Gobierno de España en junio de 2018, el Salario Mínimo Interprofesional (SMI) ha tenido un fuerte aumento. En 2018, el SMI era de 735,90 euros al mes.
Durante su mandato, se han hecho varias subidas que han elevado el SMI a 1.134 euros brutos al mes en 14 pagas, lo que significa un crecimiento de más del 54% desde el inicio de su gestión.
Este aumento ha ayudado a cerca de 2,5 millones de trabajadores, sobre todo a jóvenes y mujeres, y ha colocado el SMI en el 60% del salario medio en España, de acuerdo con la Carta Social Europea.
El desarrollo del SMI durante los gobiernos anteriores fue más lento. Con José María Aznar, el SMI pasó de 400 euros en 1996 a 450 euros en 2004. Durante el mandato de José Luis Rodríguez Zapatero, subió de 460 euros en 2004 a 641 euros en 2011. Con Mariano Rajoy, el SMI aumentó de 641,40 euros en 2011 a 735,90 euros en 2018.
En resumen, bajo el liderazgo de Pedro Sánchez, pero sin olvidar el empuje en este sentido, así como la influencia y apoyo de Podemos anteriormente y SUMAR ahora, el Salario Mínimo ha tenido un crecimiento notable, afirmándose como una herramienta importante para luchar contra la pobreza laboral y fomentar la igualdad salarial en España.
Daniel Lacalle y la derecha nos pueden hablar de estampitas, de colapso empresarial o de cualquier ser mitológico que se les ocurra, pero dato mata relato y una vaquilla con túnica no va a desmerecer las mejoras sociales logradas por un gobierno que a pesar de su debilidad está logrando mejorar la vida de muchas familias.