La verdad es que cada vez hay más personas que piensan en el karma. Y lo cierto es que se ha puesto de moda creer en esta perspectiva oriental que nos garantiza que los malvados obtendrán su castigo casi con tanta seguridad como en la cultura cristiana (no religión) de la que provenimos. ¿Cómo no vamos a creer en esta forma de justicia que nos conduce a la redención? Casi podría decirse que es el nuevo tribunal divino sobre lo justo. No obstante este concepto está más relacionado con la ética que con lo metafísico (que también).
Proviene de la Indica, en concreto del Hinduismo, el Budismo y el Jainismo. Y aunque no lo parezca se fundamenta en algo muy occidental: la relación causa y efecto. Digo occidental porque en oriente predominaba el culto a lo cíclico. Pues bien, en este caso el karma hace referencia a que las acciones de una persona tienen una consecuencia directa en su propia vida, tanto presente como futura (causa y efecto).
Todo lo que hacemos genera un impacto en los demás ya sea positivo o negativo, y dentro de lo que cada cultura entiende por los valores sobre lo bueno y malo. Es decir, si alguien obra mal -según su cultura- con los demás al final los demás encontrarán la manera de obrar mal contra él. Por eso dicen que al malvado le vendrá su castigo y al honrado su premio.
Los procedimientos y dispositivos de justicia popular se activan cuando un comportamiento es disruptivo. La justicia actúa también en función de la intensidad de ese mal y los recursos de los damnificados. No obstante esto funciona igual cuando es un obrar bien. Dicho esto podemos interpretar que en nuestro occidente actual se ha traducido el karma como una ley moral universal (también espiritual).
Esto es un determinismo ético: un sistema circular de entrada y salida que se activa cuando todos creen en él. La creencia es lo que posibilita que a los malvados se les devuelva la maldad. Si la mayoría no creyera en ello no existiría la actitud de devolver las malas acciones. Actualmente las devolvemos porque es un acto de justicia. Luego si existe ahora esta creencia es cuando los malvados deben pensar en sus actos. Hablamos de la responsabilidad moral. Si nuestras decisiones tienen impacto real debemos hacernos cargos de ellas.
Es más, si sabemos que pueden dañar a los demás debemos ser capaces de girar nuestras decisiones para que no sean devueltas.