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Tóxica normalidad: 1.235 millones de mujeres violadas en un mundo que clama igualdad.

23 de Enero de 2025
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violencia de genero (1)

El número es escalofriante: 1.235 millones. Esa es la cifra estimada de mujeres en el mundo que han sido víctimas de violación, según proyecciones realizadas sobre una población femenina de 4.150 millones.

Esto significa que casi dos de cada cuatro mujeres ha sufrido la peor forma de violencia sexual.

De ese total, 290 millones han sido violadas por familiares o amigos, personas en quienes deberían haber encontrado seguridad, no terror. Estas cifras no son solo un recordatorio de la magnitud de esta crisis, sino una acusación directa contra una sociedad que perpetúa un sistema machista y patriarcal que permite, minimiza y normaliza esta barbarie.

Hablar de igualdad mientras las mujeres enfrentan esta realidad no es solo irónico, es insultante. Se llenan discursos, pancartas y redes sociales con consignas vacías mientras las acciones concretas brillan por su ausencia. Las leyes son insuficientes, las instituciones ineficaces y, peor aún, el tejido social sigue alimentando la impunidad. ¿Cuántos violadores son protegidos por el silencio de familias, comunidades o sistemas judiciales incapaces de actuar con firmeza? Demasiados.

La violación no es solo un acto individual, es un fenómeno que se arraiga en una cultura que objetiviza a las mujeres, las despoja de su humanidad y las reduce a propiedades o herramientas para satisfacer deseos ajenos. Desde el lenguaje hasta las estructuras económicas y políticas, todo parece configurado para perpetuar este desequilibrio de poder. El patriarcado no es una teoría abstracta: es un sistema tangible que mata, humilla y viola.

290 millones de traiciones: el monstruo en casa

Que 290 millones de mujeres hayan sido violadas por alguien cercano subraya una realidad aterradora: el enemigo muchas veces no está afuera, sino dentro de casa. Padres, tíos, hermanos, amigos. Personas que deberían ser protectores se convierten en depredadores, y el impacto de estas violaciones trasciende lo físico: rompen la confianza, destruyen relaciones familiares y perpetúan círculos de dolor que rara vez se resuelven.

Estas agresiones, a menudo silenciadas por vergüenza o miedo, representan una falla colectiva. Cuando el entorno social protege al agresor y cuestiona a la víctima, el mensaje es claro: la violencia sexual es tolerada. Esta permisividad es un crimen en sí misma.

La hipocresía de una sociedad "igualitaria" En pleno siglo XXI, se habla de empoderamiento femenino, pero las cifras demuestran que todo eso queda reducido a una fachada superficial. Mientras tanto, los pilares de la sociedad patriarcal permanecen intactos. La economía sigue siendo dominada por hombres, la representación femenina en el poder político es insuficiente, y los espacios de decisión aún excluyen o desvalorizan a las mujeres. ¿Cómo podemos hablar de progreso cuando las cifras de violaciones no descienden, sino que permanecen constantes o incluso aumentan?

Lo que se necesita: acción real No podemos seguir tolerando que estas cifras sean simples "estadísticas". Cada número representa una vida devastada, un futuro truncado. Es hora de que los gobiernos, las instituciones y las personas individuales tomen acciones reales. Esto implica:

Educación temprana: Enseñar respeto y equidad de género desde la infancia, desmantelando roles de género tóxicos.

Reformas legales: Leyes más estrictas contra la violencia sexual, pero también sistemas judiciales que actúen con rapidez y justicia.

Tolerancia cero: No hay excusas para el silencio. La denuncia debe ser apoyada y protegida, no cuestionada o desalentada e incluir penas como la cadena perpetua revisable o similares, para este tipo de delitos, con la posible valoración a la castración química de aquellos que realizasen ese tipo de delitos.

Cambio cultural: La transformación debe ser radical: desde los medios de comunicación hasta los hogares, debemos desterrar el machismo en todas sus formas.

No hay igualdad real en una sociedad que permite que dos cuartas partes de sus mujeres sean violadas.

No hay justicia en un mundo donde el miedo sigue siendo el estado natural de tantas mujeres. Basta de discursos, basta de excusas. Es hora de un cambio radical y urgente. El tiempo de actuar es ahora, menos palabras y más hechos.

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