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El trampantojo perverso del ¡Y tú más!

16 de Julio de 2025
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El trampantojo perverso del ¡Y tú más! Feijóo

Esta piedra dialéctica arrojadiza que se emplea para denostar y devaluar la réplica con los mismos o similares argumentos utilizados por quien lanza una acusación, es una estrategia discursiva más vieja que el cantar, por la ventaja perversa que otorga al primero que acusa, porque sitúa al acusado en la disyuntiva de no replicar —y ya conocemos aquello de que quién calla otorga—, o dar la réplica trayendo de la memoria hechos de similar magnitud realizados por el acusador. Así, el ¡Y tú más! se convierte en una encerrona, en un laberinto sin salida para el que tiene que responder a la acusación. Yo te puedo decir lo que quiera y tú estás pillado, porque si no replicas malo, otorgas, y si replicas peor porque caes en el ¡Y tú más!

Esta acusación es un elemento esencial de forja del lodo en el que se mueve la vida pública que utilizan quienes quieren demarcarse de los temas esenciales del debate público, con el objetivo de ocultar su falta de ideas. Ausencia de propuestas que soslayan desviando el tiro hacia asuntos de orden moral o privacidad personal de aquel al que se acusa; o incluso, sacando a colación ensoñaciones sacadas de las telarañas obsesivas de la mente de algunos personajes que circulan por la escena pública. Y todo ello contando con el apoyo de medios ideológicamente afines y pseudomedios, que propagan y dan bombo a esa estrategia.

Así, todo se reduce a ser el primero en atacar al contrario para pillarle en ese redil, mediante presunciones sin pruebas, tergiversaciones y mentiras que solo se pueden desmontar si se replican. Lo vimos de manera palmaria en el debate sobre la corrupción, donde Feijóo entró directamente a matar sin hacer referencia alguna a las medidas presentadas por el Presidente del Ejecutivo, con una acusación extemporánea de orden moral fuera de lugar:  usted es partícipe a título lucrativo de un abominable negocio relacionado con la prostitución. Imprecación sin prueba alguna en la que insistió al día siguiente sancionando la mentira como si fuera verdad: usted participó del negocio de la prostitución.

Con su afirmación, Feijóo evidenció su grado de desquiciamiento mental por no conseguir acabar con el Gobierno, al que ya no sabe qué decir ni de qué acusar tras tres años de líder del PP, tiempo de crescendo constante en la hipérbole y el insulto sin fin: no vino a limpiar nada, sino a ensuciarlo todousted ha destruido la política y la nación; usted es el peor presidente de la historia de la democracia; usted es el capo de un gobierno mafioso; un incapaz, el peor gobernante que ha tenido España, usted es un impresentable que no gobierna; un caudillista; un felón, un corrupto. Secundado, jaleado, por quien le enmienda el paso, Ayuso, ésta con más zafiedad en el insulto: hijo de puta (me gusta la fruta), matón, tirano, mentiroso, caradura, etc., etc.

La burla irónica frente al insulto y aguantar en silencio estos desquicies llenos de agresividad, ha sido la réplica empleada por P. Sánchez: le pido que deje el insulto y se comporte con educación; le reclamo política para adultos; es el primer español que no es presidente del Gobierno porque no quiere. Respuesta que ha alcanzado la confrontación cuando el descaro de Feijóo raya en la desvergüenza del olvido de la viga en el ojo propio: llevan 25 años consintiendo y auspiciando los casos de corrupción de su partidoel único que ha mantenido una relación estrecha con un condenado es usted.

El ¡Y tú más!, es también el simplismo, la salida fácil, de los todólogos sin conocimiento y ni capacidad para hilar una opinión meditada y de calado para argumentar postulados de difícil defensa. Recurso con el que se quedan tan panchos, tan convencidos de su buen hacer, como si hubieran descubierto el Orinoco. ¡Basta ya de trampantojo! Replicar no es ninguna indignidad, sino el derecho a desvelar la mentira de la que se te acusa o recordar las vergüenzas equiparables del acusador, por lo que no se puede aceptar esa piedra acusatoria del ¡Y tú más!, como un tótem discursivo que resta credibilidad a la réplica justa, que nunca debe caer en la procacidad y en la zafiedad despectiva, con la que expresa la derecha sus arremetidas de boxeador sonado contra el Gobierno de coalición progresista. 

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