¿Cuál es el motivo de la consulta?. No dude un segundo y empecé a contar mi historia. Partiendo desde la trágica orina, aclarando que nunca me había sucedido, y llegando hasta mi traumática infancia. Sume en el monólogo, algunas aclaraciones más, a modo de carta de presentación. Que no me drogaba, que mi única adicción era al tabaco, que no me habían diagnosticado problemas neurológicos. Incluso, creo que por momentos, fui un poco más lejos, y teorice acerca de determinados puntos, que creía que se debían a cuestiones psicológicas. Hable de un posible mesianismo, de una probable megalomanía que muchas veces atentaba con mis deseos de pedir, y posteriormente aceptar ayuda.
¿Cómo te desarrollas en tu oficio?. Tal interrogante, hubo de marcar una bisagra.
Mire, yo he redactado cientos, cientos de proyectos de ley, he escrito novelas, cuentos, obras de teatro, poesía, ensayos. La verdad que muchas veces pienso que no me hace muy bien, esa especie de cúmulo de erudición en lo que me transforme. No sé, creo que en gran parte, esa disposición a vivir en cientos de libros, miles de páginas y millones de palabras, me condenan a una especie de soledad absoluta en la cuál, llegó hasta sentir molestia cuando me comunico con personas que no tienen al menos, un mínimo de handicap intelectual. Es como si existiera un mundo aparte entre lo que pienso, lo que escribo y mi campo mental, con respecto a mi cuerpo, a mis experiencias y a lo que vivo.
No sé, sí conoce a Cesare Pavase, un escritor Italiano, él hablaba de una vida vivida y una vida pensada. Yo me siento un poco representado, por este grafico que describe el autor. Es más, mi vida pensada es diez veces más activa, lúcida y placentera que mi vida vivida.
¿Vos sabes como murió Cesare Pavese?.¿ No?, bueno, él se suicido.
Tras un interminable silencio. Realmente no sabía, desconocía esa parte. Sólo conocía su obra.
Es importante, porque acá se trabaja mucho con la asociación, entonces es bueno poder encontrar los puntos de conexión, como en este caso, de alguien a quién vos mismo, citaste, y con lo que te puede estar sucediendo, con lo que representa esa invocación libre que señalas.
Así había culminado mi primera sesión. Al salir, no tuve ganas ni deseo de saber si el escritor Italiano se había suicidado. Sí lo había hecho, el terapeuta me demostró su capacidad y su conocimiento. En el caso de que no se hubiera suicidado, me demostró su habilidad y su inteligencia. Más tarde comprendería, que se había tratado de lo que usualmente se conoce como transferencia. Hubo de pasar determinado período, para consolidar la aceptación, con respecto a las palabras, en forma de guía, que comenzaron proviniendo de un extraño, que sesión a sesión, se iría transformando en mi querido analista.
Tras el formal buen día, deje mi saco sobre la silla para tomar lugar en el diván. Respiré profundamente, a modo de intentar darme ánimo, para que salieran los dolores, sufrimientos y dudas, que hubieron de forjar una estructura psíquica, rayana con lo anormal.
Me molesta que aún me siga afectando, que fui preparado para obedecer. Adiestrado a los efectos de cumplir obcecadamente con los mandatos, paternos y sociales, atiné, inocente y torpemente, a elucubrar una reacción constante, ante todo lo que significara un intento de imposición. Quizá no contaba con muchos elementos para reaccionar de otra forma. De todas maneras lo que me afecta, es no poder aceptar cabalmente, que forjaron esa condición de sumisión, me otorgaron ese lugar de esclavo, y si bien, puedo reconocer y no compartir, obviamente, ese destino preparado, avanzando por la vida, bajo mis percepciones y mis valores, no puedo lograr enterrar la molestia que me produce, que desconocieran mi entereza de sujeto y mis cualidades.
-¿Tuviste algún sueño?.
Sí, yo estaba dentro de una cueva, al estilo cavernícola, comía, dormía, y tenía en la mano una gran lanza. De repente, veo una chica, con una especie de taparrabos, que fuera de la cueva, miraba detenidamente un árbol. Lo escrutaba, lo rodeaba. A mí me pareció hermosa. Sus cabellos negros al viento y una dulce mirada de niña, en un rostro de mujer. Me vinieron ganas de salir a buscarla. Más allá de una sensación primigenia, de contrariedad, una mezcla de temor y de dudas, finalmente opté por salir raudamente al encuentro con ella. La tomé de la mano, subí al árbol, y pude escoger los frutos, que tan detenidamente la chica miraba. Caminamos juntos, subimos colinas, atravesamos montañas y ríos. Magistralmente, con su compañía, me alejaba de la cueva, en la cuál me encontraba. Llegamos a una especie de campiña, y con diferentes objetos, que lanza en mano, fui consiguiendo, logré armar una casa, que nos diera guarida. Lentamente el campo que ocupábamos se fue poblando, de otras personas, que se iban asentando. Cuando pude observar con tranquilidad, conformábamos una comunidad, con cientos de integrantes. Con algunos de ellos, iniciamos una expedición. Tras llegar a un atalaya, pudimos ver, que bajo esa colina, se extendían diferentes castillos, de gran porte, que conformaban una especie de comunidad desconocida. Yo parado, en una gran piedra, agité mi lanza y exclamando gritos incomprensibles, dirigí a mis compañeros a la toma de esos castillos. Así termina el sueño.
¿Qué pensaste, de esa cueva, de la cuál salís por ver una mujer, y con quién luego, construís una casa, y luego, una comunidad, para finalmente, encontrar otro asentamiento para tomarlo?.