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Tras el debate: el exasperante laberinto español

05 de Noviembre de 2019
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Ana Blanco-interior
El debate a cinco (Sánchez, Casado, Rivera, Iglesias y Abascal) por televisión pienso que ha ofrecido varios aspectos significativos. De una parte, ha servido para reforzar a los públicos respectivos que las diversas encuestas asignan a este quinteto de partidos (y a otros aunque no hayan estado, por derivación), con el añadido de que probablemente se ha reducido al menos un poco más la enorme abstención que pende sobre el 10N, lo cual retocará los distintos porcentajes y escaños citados. Y por tanto y por otro lado, creo que no debe hablarse de perdedor alguno en este debate: los cinco ¨lo han ganado” alcanzando más o menos, como he dicho, a sus audiencias-objetivos.En definitiva, el debate (en el que, naturalmente, han aparecido pluralidad de propuestas, adelantando Pedro Sánchez, por cierto y por ejemplo, que si gobierna habrá una vicepresidencia de economía ocupada por la actual ministra del ramo, Nadia Calviño), es una resultante lógica de estos últimos meses. Esto es, a menos de una semana de las inminentes elecciones generales del 10 de noviembre, se remarca la tendencia de toda la muy larga campaña -legalmente “pre”- y campaña propiamente dicha minimizada a siete días. Incluida como he anotado atrás la probable aún notable abstención del electorado, singularmente el de izquierda, y con ello el asimismo probable bloqueo institucional. De manera que, o no habrá gobierno y con ello iríamos a una increíble convocatoria electoral más, o si lo hay, su debilidad será de tal calibre que, a mitad de legislatura, tendríamos quizás servido el adelanto de elecciones generales.Hablar pormenorizadamente de esta dilatada campaña de facto, ya se me hace tedioso, de verdad. En general y con excepciones y algunas diferencias (el clímax, véase con los resultados del 10N respecto a los del 28A), vuelve a reinar nuevamente la falta de finura estratégica, de creatividad e incluso, en algunos casos, de buena planificación mediática. Penoso. Y todo esto no ayuda, es obvio, a reducir el índice de abstención.En realidad, el ir a unas elecciones el 10N a mi no me pareció mal. Me explico: sabido es que recomendé comicios en el otoño de 2018, después para al menos el comienzo de 2019, y más tarde (como último recurso) hacerlos coincidir el 26M con los autonómicos, municipales y europeos. Es palmario que no tuve éxito alguno en cualquiera de las tres sugerencias. Así, las elecciones del 28A ofrecieron un claro triunfo del PSOE, sí, pero asimismo la entrada en un típico laberinto multicursal de conexión múltiple. Es decir, un camino plagado de incertidumbres para encontrar una salida acertada y aceptable para quien gobierne y -sobre todo- para la buena marcha del país. De manera que una repetición electoral comenzó a configurarse como lo menos malo para la ciudadanía.Y a propósito de ello, debo añadir (es mi opinión) que el secretario general del PSOE, actual presidente en funciones del gobierno de la nación y candidato a la Moncloa el 10N, probablemente en su día, junto a otros aciertos importantes, se equivocó en comenzar a seguir ciertos consejos inadecuados una y otra vez… que le han traído aquí y en esta situación. Porque no se trata de gobernar a corto plazo, sino de gobernar con relativas continuidad y comodidad para aplicar los programas del ideario. Y no hay que ser muy observador(a) para darse cuenta de que Pedro Sánchez lleva bailando en el alambre desde hace mucho tiempo. Y reconociéndole su enorme tesón (que no es su única cualidad) realmente así no se puede ni se debe hacer política a medio y largo plazo. En todo caso, claro, él sabrá, faltaría más…Así que, en fin, tras el debate a cinco, Pedro Sánchez -más probable-, o Pablo Casado -no tan improbable-, pueden intentar formar gobierno tras el 10N. Pero dentro de un auténtico laberinto de salida no precisamente fácil y con consecuencias de cronificar el conflicto actual entre bloques no solo de derecha e izquierda sino asimismo de otra índole. Por eso y aunque yo siempre espero la bondad del ser humano (ya sé que puedo parecer utópico, pero es que en realidad lo soy afortunadamente), y que por tanto Sánchez o Casado puedan formar gobierno, ¿por qué no pensar, siempre que realmente fuese necesario por haber otro bloqueo sin esperanza de resolver, y con la Constitución en la mano, en una solución extraordinaria? Que podría ser alguien alternativo que propiciase una salida rápida, sencilla, muy mayoritariamente apoyada por la ciudadanía y por ello sin riesgo de enfrentamientos entre bloques. Porque la política, en su sentido genuino y más hermoso, se debe por encima de todo al pueblo, y los partidos y sus líderes son necesarias herramientas, pero nunca fines en sí mismos, para tan maravillosa función. Más bloqueo, no. Soluciones inteligentes y generosas, si fuese necesario, sí.
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