Donald Trump culmina su polémico regreso a la Casablanca después de juicios políticos y sexuales, condenas e imputaciones, escándalos, espectáculos e intentos de asesinato, todo ello rodeado de un aura de heroicidad megalómana aceptada ya -con resignación para muchos- como peculiar pero simpática. Acompañado de sus viejos enemigos, ahora nuevos amigos tecnócratas (Musk, Bezos, Zuckerberg), ex-presidentes compungidos y otros devotos mandatarios internacionales seguidores de ultraderecha, ¿qué se puede esperar de la vuelta a la presidencia de EEUU de este magnate excéntrico y ególatra que ha nombrado como embajadores en Hollywood a Mel Gibson y Stallone y firma decretos a su antojo? Amor y odio, fervor y preocupación, miedo y gozo, entre otros... Cualquier cosa puede pasar con este impredecible personaje, sin grandeza pero grandioso. Con todo, lo que me sorprende es que después de tanto, después de todo, tanta gente ponga tantas ilusiones y esperanzas en este arrogante narcisista sin escrúpulos hasta el punto de que muchos -y no sólo nacionalistas y evangélicos- lleguen a venerar a este convicto chulesco como un nuevo mesías salvador, ya no sólo de EEUU, sino de la deriva y decadencia de los valores tradicionales del mundo entero. Pero más allá de la sorpresa asumible, lo que me deja alucinando y genera estas líneas, es que tanta gente divergente y rebeldes antisistema que no se dejaron engañar por la "plandemia", se dejen seducir ahora y admiren a este mafioso tipejo como nuevo baluarte adalid en la lucha titánica contra una élite desalmada y el podrido establishment de la punta de la pirámide. Su propia idiosincrasia, su personalidad carismática y punzante, su firme postura contra la agenda woke de la izquierda más grotesca y esperpéntica, su negacionismo climátimo y de la narrativa oficial del Covid, las vacunas y la industria farmacéutica, sus declaraciones "conspiranoicas", su reducción del apoyo a la OTAN y a la ONU, su mano dura contra los inmigrantes y sus primeros decretos de expulsiones masivas, sus planes proteccionistas y expansionistas, sus promesas de acabar con guerras y de poner aranceles, su política de "sólo dos géneros", en fin, toda esta mezcolanza y mucho más, hace que disidentes y antisistemas que luchan contra la agenda globalista de la izquierda más recalcitrante se metan en el mismo saco que plutócratas y dementes de extrema derecha, y ambos vean a Trump, cada uno con la dioptría de sus gafas, como una suerte de héroe mesiánico que viene a luchar contra la élite actual y a salvarnos de su malvada agenda woke. Esto es, en mi opinión, un craso error.
Como comenta Emilio Carrillo, la oposición al plan A forma parte del plan B de abducción y repesca de los más díscolos y divergentes. La resistencia al sistema es así fagocitada y puesta al servicio del sistema con una supuesta nueva melodía de banda ancha para abarcar, más allá de los aplaudidores interesados y de los ciegos devotos, también a las voces disidentes que antes lanzaban piedras. Pero el flautista es el mismo y el adagio de ingeniería psicosocial se repite con otra cantinela: es necesario que todo cambie de vez en cuando si queremos que todo siga igual...o peor. Y así todas las revoluciones... La neocasta tecnológica junto con los analfabetos de la América más profunda, lanzan campanas al vuelo con la reelección del bueno de Trump y tiene una foto suya en la cartera, al lado de la Biblia y la escopeta... Pero, y con lo que alucino, ¿cómo puede ser que mucha gente inteligente que no tragó con el experimento del bichito ni con el pasaporte de la vergüenza de hace unos años se coma ahora con patatas eso de que Trump está luchando contra la élite actual? Él es parte de la élite y sí, en la lucha encarnizada entre la misma punta de la cúpula de esos pocos oligarcas, Trump, tras su televisivo intento de asesinato, se ha convertido en un ídolo que se ha hecho rodear de la élite de la élite, el top del 1% del 1%, los más ricos de entre los más ricos, los más desalmados y los que buscan enredar al mayor número de almas. Ambos, plan A y plan B, pastilla roja y pastilla azul, son diferentes estrategias que conducen por diferentes caminos a un mismo horizonte de sentido: la plasmación progresiva de un plan hacia el transhumanismo tecnológico y social con un nuevo orden mundial y una nueva realidad virtual... Y de aquí ese extraño y estratégico matrimonio entre la bestia rubia de Donald Trump y la bestia gris oscura de Elon Musk, verdadero poder en la sombra que, quizá, acabará moviendo la marioneta al final...
¿Qué se puede esperar de este nuevo profeta del transhumanismo tecnológico como nueva religión única mundial cuando el político mesiánico más poderoso del planeta le pone como mano derecha? No hace falta dejar de ser lerdos para darse cuenta que para ti y para mi nada bueno... De hecho esta alianza "inesperada" pero conveniente está al servicio mismo de una parte de la élite (ya predominante sobre la otra caliente) que promueve el enfriamiento del espíritu humano a través del transhumanismo tecnológico como nueva religión global, la digitalización de la sociedad y el fomento de las tecnologías invasivas, allanando así el camino para la llegada de "la mejor Inteligencia Artificial", la "Best I.A"; ese momento ya anunciado -y "pronosticado" antes del 2050- llamado de "singularidad tecnológica" en que los artefactos fabricadas por la téchne del hombre se construyan y repliquen a sí mismos siguiendo sus propios algoritmos y tomando sus propias "decisiones". El fin de una generación humana y el inicio de otra... En definitiva, en los primeros pasos y con la excusa de "curar" enfermedades y de "mejorar" y "perfeccionar" la naturaleza del ser humano y su vulnerabilidad física, con la idea de detener y revertir el envejecimiento (hasta llegar a "matar a la muerte"), con la ilusión virtual de vivir en conexión interactiva permanente con la inteligencia artificial y la realidad expandida, con la comodidad de poder disfrutar de las innovaciones y adelantos tecnológicos, y ante la necesidad cada vez más acuciante de solucionar los múltiples problemas provocados por la propia humanidad y el sistema actual (económicos, energéticos, ambientales, sociales, etc.) se abrirán más pasos -ya con poca resistencia- a un nuevo orden mundial digital y, con él, a un ser humano mutado e infrahumano desprovisto de una visión trascendente de la vida y sin conciencia de su alma y de su espíritu, enganchado a la distracción banal de la plataforma X, Tik Tok, Instagram o las nuevas y mejoradas RRSS y dispositivos digitales que vayan poniendo como golosinas en la puerta de un colegio. Esa sociedad infrahumana de portales orgánicos y NPCs monitorizada 24/7 está a la vuelta de una esquina que ya empezamos a girar con la toma de posesión del nuevo desbocado mesías rubio .
No por casualidad el 47ª presidente americano Donald Trump, el más convicto y viejo de la historia, ha encomendado a su nueva pareja bien avenida Elon Musk el nuevo Departamento de Eficiencia Gubernamental dándole tarjeta de crédito y carta blanca para la pandigitalización del país con el argumento de mejorar la eficiencia y la efectividad: digitalización del mundo financiero (criptomonedas y apps de identidad digital para comprar y pagar); digitalización del sector público (despidos masivos, reemplazos laborales, vigilancia ciudadana, monedero digital, biomonitoreo, nanocámaras, red wifi interplanetaria, sistema de puntos social, ciudades-prisión, etc); fomento masivo y doméstico de las tecnologías invasivas (Neuralink y la implantación de chips cerebrales y sensores subcutáneos, la observabilidad aplicada en los coches Tesla, etc.); creación de una red electromagnética en torno al planeta (Starlink, Space X) y un largo etcétera que nos va a acabar mareando por su in crescendo vertiginosamente acelerado. Un aluvión de noticias cada vez más sorprendentes van a salir a la luz este 2025 y años siguientes, hasta el punto que llegaremos a normalizar la desnaturalización del ser humano y el aliento cálido del espíritu humano se enfriará con esa tecnología mal usada en el olvido de lo que somos. Las críticas de Trump al establishmentamericano y a algunos sectores puntuales son sólo fuegos artificiales para dar espectáculo, despistar y atraer a las almas más libres y fuertes. Su alianza táctica con Musk, el nuevo falso profeta de la IA, y el enorme poder político que ya le ha dado y que irá inevitablemente en aumento, muestra a mi entender de forma poco equívoca la dirección de sentido de los pasos previos a la ya conocida Agenda 20/30 y la llegada de la Best. I.A., el AntiCristo, el nuevo Prometeo, el Demiurgo maligno, el viejo ángel caído Satanás, Lucifer portando la antorcha o Estatua de la Libertad o como quiera que se vuelva a llamar. Es cuestión de tiempo que tú lo veas, o no, quizás... Mientras, apocalipsis now con Trump y Musk.