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Ucrania: más allá de una victoria inmediata

31 de Mayo de 2024
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Sanchez y Zelenski 02

La semana pasada, de tapadillo, nuestro Congreso de Diputados ha aprobado la Suspensión de la aplicación del Tratado sobre Fuerzas Armadas Convencionales en Europa, hecho en París el 19 de noviembre de 1990. Dicho de otra manera, nos hemos salido de un tratado firmado, principalmente, por todos los países de la OTAN, que limitaba los ejércitos convencionales. Imponía topes sobre los cuales no estaba permitido gastar en armamento convencional. Esta salida, permite, si se quiere, dedicar el triple del presupuesto actual a las fuerzas armadas, fabricar armas prohibidas o volver a la “mili” obligatoria, por decir.

Pero ésta es solo la primera de las plagas que empiezan a caerle a “occidente”, por haberse metido en una guerra que provocamos y que no vamos a ganar.

Ahora ya tenemos todos claro que Rusia no busca una victoria rápida en la guerra contra Ucrania, sino que está jugando una partida de desgaste a largo plazo. Esta estrategia se basa en avances lentos y constantes, presión sostenida y enfocada en desgastar tanto a Ucrania como a sus aliados occidentales.

La idea no es que Rusia no quiera ganar, sino que desea hacerlo de una manera que le asegure beneficios a largo plazo. Rusia busca evitar una situación donde una victoria rápida podría convertirse en una desventaja a largo plazo, como les pasó a los “aliados” en Irak y Afganistán.

Rusia ha adoptado tácticas de avances lentos y sostenidos, mientras Ucrania enfrenta dificultades con movilizaciones constantes y la escasez de municiones. Las fuerzas rusas, aunque han sufrido grandes bajas, todavía no han movilizado más del 15% de sus tropas disponibles. Esto se debe tanto a razones políticas internas como a una estrategia deliberada de prolongar la guerra para desgastar a Ucrania y a sus aliados.

Sin embargo, eso no ha impedido que Putin haya aprovechado y hiciera “limpieza” de opositores; limpieza que ha contado con el respaldo mayoritario de su población. Y es que si no hubiera tenido suficientes ejemplos internos, “occidente” le ha dado ejemplos de “limpiezas” a batiburrillo, desde Latinoamérica a Asia pasando por África e incluso Europa.

Rusia está desnazificando y desmilitarizando (de verdad) a Ucrania y, en cierto sentido, a las potencias occidentales también. La industria bélica occidental está alcanzando sus límites, mientras que Rusia mantiene una gran capacidad de movilización que aún no ha utilizado plenamente.

Además, las fábricas de armas rusas, con las materias primas al alcance de su mano, siguen aumentando su producción sin haber tocado techo. Y sus fábricas producen armas más baratas, más nuevas, más duras e igualmente mortíferas.

Al igual que en un artículo anterior hablábamos del retorno del morse al campo de batalla, en lugar de movilizar rápidamente a millones de soldados, lo que podría resultar en una victoria rápida pero una ocupación problemática, Rusia está formando un ejército de veteranos experimentados. Esta experiencia en combate proporciona a las tropas rusas una ventaja significativa sobre las fuerzas occidentales, que están diseñadas para conflictos de corta duración pero no para mantenimientos prolongados del dominio territorial. En otras palabras, está formando a las tropas que después usará para quedarse en Ucrania o para intervenir en África, por ejemplo.

Aunque hay discusiones sobre posibles negociaciones y paz acordada, es improbable que Rusia acepte ahora cualquier tipo de alto el fuego sin obtener concesiones más que significativas, como podría ser la retirada de sanciones y partir Ucrania en dos. Y además, nos tocaría pagar indemnizaciones por las instalaciones y gaseoductos destruidos.

La estrategia rusa en la guerra contra Ucrania es más compleja de lo que creemos en occidente. Está diseñada para lograr beneficios a largo plazo mediante el desgaste y la creación de un ejército veterano y endurecido. Las victorias “rápidas y decisivas” han pasado a segundo plano en el momento en que las bajas propias no son un problema. Esta aproximación tiene implicaciones significativas tanto para Ucrania como para la comunidad internacional, acostumbrada a guerras televisadas, sin cadáveres propios, que duran un mes.

Como primera consecuencia, hemos de replantearnos la vuelta de Rusia al escenario global, posiblemente con el mejor ejército que haya podido tener en los últimos cincuenta años.

Las previsiones a largo plazo, no son nada halagüeñas para Europa. Ni para nosotros, los españoles. Saldremos mucho más emprobrecidos que los rusos, que no tienen ni un euro de deuda externa. Vaya, al tiempo.

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