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Ucrania: 'pacifismo' y equidistancia tóxicos (y letales)

11 de Marzo de 2023
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Una imagen de la guerra de Ucrania.

La llamada por la dictadura del Kremlin 'operación militar especial' afirmamos desde un principio que se olía de lejos a una colosal operación de Maskirovka (mascarada o engaño militares). Para los grandes maestros de la programada desinformación estatal - Hitler y Stalin en su día se admiraron recíprocamente - el desvelamiento de sus verdaderos propósitos representa una tarea que, por el momento, sólo puede sugerir mediante hipótesis, ya que se han dispuesto todos los recursos de un Estado, el imperial ruso, que ocupa casi la décima parte de la tierra firme del planeta. El haber consentido que un dictador, Putin, lleve cerca de un cuarto de siglo en el poder veremos que arrastra consecuencias que afectan a toda la Humanidad. Aclararemos la causa del porqué casi ningún ruso étnico, o de elevada clase social, está siendo enviado a esa picadora de carne humana en la que se ha convertido la invasión de Ucrania, con total desprecio del capo de los oligarcas, el zar Vladi, no sólo por la condición humana sino por las fronteras internacionales legalmente constituidas tras la desintegración de la Unión Soviética el pasado siglo.

Decía el maestro Orwell que lo más difícil de ver es lo que tenemos ante nuestras propias narices. Lo que denominamos representación de la realidad suele estar velado por un cúmulo de prejuicios, sesgos cognitivos, ventanas de Overton, cámaras de eco, espirales de silencio, fake-news, manipulaciones políticas o doctrinales programados, mas media subvencionados por los gobiernos, 'ingeniería social' estadolátrica, etc. Así se van deslizando una serie de dogmatizados prejuicios interesados, los cuales repetidos una y otra vez parece que deben considerarse certidumbres incuestionables. Examinaremos algunos, aunque esté de moda la propaganda barata, en infame escuela goebbelsiana o estalinista, antes que el pensamiento crítico, la discrepancia pública y el debate en ejercicio de la libertad de conciencia y expresión. 

Ahora que tantos desalmados especuladores oportunistas se apuntan a hacer negocio con el calentamiento global, no deberíamos perder la perspectiva de su causa principal. Ésta no reside ni en los cuescos de las vacas ni en la imposibilidad de perfeccionar los catalizadores de los tubos de escape o los macrofiltros en las chimeneas industriales. Sentimos daros el disgusto a los que se arriman al negociado de la miseria de los Pueblos, los artífices en la sombra de guerras, inflaciones, los vendedores de 'carne' sintética, coches eléctricos, ecolojetas subvencionados, etc, con el comodín de Greta, el del 'cambio climático' enfocado como una especie de maldición por nuestros 'pecados', el cual por lo visto lo tapa todo, y metiéndonos en el mismo saco a la inmensa mayoría de la Sociedad Civil, a las víctimas de la miopía política de tantos desaprensivos mandatarios hipócritas.

Así se fabrican las posibles motivaciones de un autócrata sin escrúpulos con el objeto de engrandecer al enemigo para que la victoria se vuelva más rutilante. El invento de un Vladimir Vladimirovich nostálgico de la 'grandeza' de Rusia durante la URSS - o su patético 'patriotismo' de opereta -, de la mítica Ruskymir, el alma rusa, "grande en tamaño como lo sería un esbirro", ya advertía Lenin si se permitía el nacionalismo supremacista ruso. Se solapa, no lo olvidemos, que Putin fue elegido por el dedazo de Yeltsin, principal artífice de la implantación neoliberal traumática en la exURSS, por la vía de una corrupción sin precedentes a escala mundial. Situemos al arrogante enano político de los suburbios de San Petersburgo en su verdadera tesitura: la de un vulgar hampón del extrarradio, con menos dignidad que conciencia incluso antes de ejercer de sicario del KGB.

Cuando afirmamos que nos ha puesto en peligro al conjunto de los seres humanos, no exageramos un ápice. La barbarie del afán de lucro demencial le ha llevado a una brutalidad sin parangón conocido: atentar de modo gravísimo contra los verdaderos pulmones del planeta. Estos no son las selvas de Brasil o del Congo, como pudiese parecer, a pesar de que la destrucción irreparable de la biodiversidad resulte también fatal. Nos referimos al fabuloso 'negocio' maderero de arrasar millones de hectáreas de bosques semiboreales siberianos, no únicamente en los 4.250 kilómetros de frontera lineal entre China y Rusia. Gigantescas quemas provocadas y sistemáticas de pináceas que han llegado ¡hasta el Círculo Polar Ártico!, las mayores sequías vistas en Mongolia en treinta años y, lo más grave, al desaparecer el hábitat de los buriatos y otros Pueblos, no sólo de la taiga, se utiliza el recurso fácil y genocida de enviar a sus hijos de carne de cañón a Ucrania. La 'operación militar especial' consiste en una limpieza étnica masiva, por cuenta de terceros a los que se provoca atropellando la legalidad internacional. Mientras los señoritos de Moscú y su área metropolitana se carcajean del exterminio de los 'churtas' (término racista ruso para designar a los zoquetes 'subhumanos', embrutecidos por la explotación y abandono del Kremlin). Estamos hablando del mismo área deforestado en casi dos décadas en el Amazonas ¡en un solo año! Por favor, apaguen ese cigarrito causante de irreparables daños a Gaia, siéntanse culpables mientras con la ignorancia generalizada cuatro listos multimillonarios hacen caja.

Aquella máxima del escritor romano Flavio Vegecio en el siglo IV, "igitur qui desiderat pacem, praeparet bellum" (si realmente deseas la paz, prepárate para la guerra), alcanza en estos tiempos notable actualidad. Así, ante los reveses militares del ejército ruso en Ucrania, una 'izquierda' alineada con la ultraderecha, que primero acusaba a la OTAN en plena invasión de un déspota corrupto contra un Pueblo vecino tratando de reconfigurar a su capricho las fronteras europeas, ahora invocan el 'pacifismo', las 'vías diplomáticas', el 'diálogo'... con una hipocresía no inferior a su cinismo. Les dio siempre igual la violación del Memorándum de Budapest de 1994, por el que el Estado ucranio accedía a entregar todo su arsenal atómico a Rusia, a cambio del respeto a la soberanía territorial del primero. Como garantes firmaron, junto con Kiev y Moscú, Washington y Londres, a los que se sumarían Francia y China, todas potencias nucleares con capacidad disuasoria. Por tanto, si ha habido incumplimiento principal de contrato firmado con la Nación ucrania, en el contexto de de la Autodeterminación de los Países del eximperio soviético, no ha lugar a demagógicos relatos para consumo de incautos. Por ello la llamada a la Paz debe expresarse, no para el avasallamiento o rendición de Ucrania, sino con el fin de que se desmovilice la soldadesca de un Estado invasor de otro, y que los trabajadores rusos que fabrican sus armas se declaren en huelga. 

Como las patrañas justificatorias para anexionarse territorios soberanos de otros no cuelan, el recurso a utilizar bombas nucleares tácticas (nuke bombs), diríase que a algunos ensoberbecidos  'influencers' les alegra tal posibilidad las pajaritas, y otros lo contemplan con el estoicismo del que sabe que unas agujetas o un dolor de muelas, en el transcurso de la vida humana, resultan muy probables. Vamos a ver, ciberprofesorado ciruela, si el autócrata Putin no ha ordenado arrojar pepinos radiactivos sobre suelo ucranio, o fingido 'accidentes' en complejos nucleares gigantescos como el de Zaporiya, no se debe al temor de una respuesta en sentido contrario de los EEUU o el RU - estos últimos quizá hasta encantados para que el descrédito del Kremlin fuese eterno -, sino porque sobre el terreno saben que el ejército ucraniano, en ese caso, podría atacar centrales nucleares en suelo ruso, replicando al menos con media docena de Chernobyls. Ya les han demostrado que pueden alcanzar, por sus propios medios, bases militares en la misma Rusia. Por motivo similar del Talión no han hundido todos los puentes que permiten las esenciales comunicaciones en Ucrania, su Pueblo-mártir les ha demostrado que pueden devolverles el golpe afectando a los suyos, como el de Kerch, más allá de la Crimea ocupada.

De tal forma, para nuestra perplejidad, nos quieren convencer de la milonga de que Rusia 'necesitaba' Crimea, por el puerto de aguas profundas de Sebastopol. Como si no tuviese en el Mar Negro otro apto para buques de gran tonelaje, el de Novorosiísk, ampliable sin dificultad. O nos vienen con la monserga de que ¡ocupando cerca de la décima parte del planeta!, al parecer los buitres del Kremlin 'se sienten cercados', 'amenazados': con un arsenal nuclear capaz de aniquilar a cualquier agresor, repito, si se creyesen impunes, y no supiesen que Washington, Londres y París podrían, en réplica a sus bravatas nucleares, reducir su insufrible arrogancia, embustes y sandeces, en cenizas dispersas por el viento de la estepa.

Otro fenómeno, no menos mezquino, prolifera cual setas desde el sur del Río Bravo hasta Tierra de Fuego. Al pillarles lejos su desaprensión no conoce límites, y se refocilan jugando a la geopolítica. Tal vez en los tiempos de la Guerra Fría, en un mundo maniqueo ideologizado, pisotear el libre discurrir de las ideas y su saludable puesta en común, les hacía sentir felices con sus 'cherries picking' o burdas falacias de evidencias parciales: medias verdades, mentiras completas. Pensar por uno mismo puede resultar tan incómodo. Basta que alguien o algo se postule como unívoco adversario del imperio yanqui y se apuntan a un bombardeo. Santifican en la actualidad al zar Vladi, y la cruzada de su pope Kirill, al igual que intentaron desvelarnos, o incluso malvendernos, las bondades de las pandemias, única forma de curarnos del consumismo y el capitalismo. Los grandes analistas militares canarios Pérez Triana y Guillermo Pulido, así como los admirables politólogos Martín Tuitero y Mundo Andriy, los han calado a la perfección: se puede monetizar la estupidez por Youtube, contando con que la cantera de analfabetos funcionales, idiotas y pardillos es en la práctica inagotable.

Al quedarse no pocos con cara de tontos/as/es - los millones de mujeres ucranias asesinadas, exiliadas, violadas, saqueadas... ¿no estaban en el programa del 8M, 'feministas' de la mamandurria gubernamental? -, descritos los masivos crímenes contra la Humanidad de la horda putinesca, comprueban que el supuesto remedio que apoyaban sería mucho peor que la enfermedad. Entonces, con notable ausencia de fibra moral, surgen los tibios, los equidistantes, incapaces de distinguir entre agresor y agredido, víctima y verdugo. Los que, serviles en cualquier dictadura, al observar como torturan o matan al disconforme con la tiranía o al librepensador, exclaman 'algo habría hecho'. Sitúan en el mismo plano, por ejemplo, una mujer saharaui apalizada que a un matón colono sin escrúpulos; los cohetitos o los navajazos de los expoliados palestinos los sitúan en el fiel de la balanza junto a sus prepotentes genocidas sionistas, con centenares de bombas nucleares, practicando a diario el apartheid; civiles ucranianos masacrados por obuses y misiles que sus asesinos reclutados para el exterminio. Y en este dantesco cuadro Moscú y Washington se quedan con la misma legitimidad moral que Jack, el Destripador, hermanados en el asco y el horror.

Ha llegado tal vez el tiempo de que parezca cierto que ha terminado la II Guerra Mundial y la Guerra Fría. Ante la incapacidad de Rusia para gobernarse a sí misma, y el peligro que supone para sus países vecinos, deberíamos de una vez darles una lección que no olviden las generaciones venideras. Desmilitarizar de una vez Koenigsberg ('Kaliningrado'), ese botín estalinista báltico anacrónico de posguerra, y que pase a convertirse en País independiente. Repatriar a los colonos rusos de Transnistria y que retorne a Moldavia. Y en el Pacífico devolver las Islas Kuriles a Japón y reconciliarnos con Pekín, garantizando una salida al Ártico para las mercancías de China, retomando estos la Isla de Sajalín.

Rogamos al mundo que no deje a una putrefacta camarilla encumbrada en el Kremlin tomarnos por imbéciles, a causa de la incurable estulticia de sus cómplices y palmeros, los putativos hijos de Putin. Tengamos siempre presente aquel lúcido aviso de Bonhoeffer en su Teoría de la estupidez:  "El hecho de que el estúpido sea a menudo testarudo no debe cegarnos ante el evidencia de que no es independiente. Al conversar con él, uno siente virtualmente que no está tratando en absoluto con una persona, sino con eslóganes, consignas y cosas por el estilo que se han apoderado de él. Está bajo un hechizo, cegado, maltratado y abusado en su propio ser. Habiéndose convertido así en una herramienta sin sentido, la persona estúpida también será capaz de cualquier mal y al mismo tiempo incapaz de ver que es el mal".

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