Llevamos garantizando el cumplimiento de nuestras obligaciones con países terceros a lo largo de nuestra historia. Demasiado tiempo. La pérdida traumática del imperio, donde "nunca se ponía el sol", dejó infartada la neurona patria en 1898 con la pérdida de Cuba y Filipinas, arrodillados frente al emergente dólar, al que rendimos pleitesía desde entonces. De colonizadores a colonizados. Rematando la faena, las posesiones españolas en el Pacífico se vendieron a Alemania el 12 de febrero de 1899. Las islas Marianas, excepto Guam, Palos y las Carolinas supusieron para las arcas hispanas unos diecisiete millones de marcos, veinticinco millones de pesetas de la época.
Los Estados Unidos pasaron a ser una potencia máxima ante España y el resto de Europa. La Primera Guerra Mundial confirmó lo iniciado con la anexión tutelada de Cuba, Puerto Rico, Filipinas y Guam, pasando a ser determinante su economía y su potencial militar para acabar la contienda. Sólo el famoso Jueves Negro, 24 de octubre de 1929, hizo tambalear al Sueño Americano de Wall Street.
Querer ocupar de golpe el papel de motor económico mundial propició la llamada New Deal, desarrollando, entre 1933 y 1938, políticas económicas y sociales capaces de sostener a las capas más pobres de la población norteamericana. Estados Unidos llegó a tener más de once millones de desempleados, enfrentados a los sistemas autárquicos europeos de Alemania e Italia y el imperio nipón. La misma autarquía que vivimos en España desde 1939 hasta el fin del racionamiento, nuevamente hipotecada nuestra soberanía económica y política, con el eje político militar Berlín/Roma/Tokio hasta 1953, con la firma del Pacto Hispanoamericano del 23 de septiembre. España se convertía en el cincuenta y cuatro Estado de la Unión y en la Reserva Espiritual Cristiana de Occidente, con la firma del Concordato con la Santa Sede ese mismo año.
La Izquierda Democrática Española, desaparecida de la escena política hasta ese momento, reaparece en el IV Congreso del Movimiento Europeo, celebrado en Múnich entre el 5 y el 8 de junio de 1962, en plena ebullición de las Huelgas Mineras de Asturias, iniciadas en La Camocha.
El llamado "Contubernio de Múnich" por la dictadura franquista contó con todo el espectro ideológico, excepto el PCE, con Salvador de Madariaga como máxima autoridad moral y política entre los asistentes, monárquicos y nacionalistas catalanes y vascos incluidos, además de la Izquierda Democrática y Republicana.
Desde aquel momento, el PSOE se decantó por respaldar la Restauración Monárquica de los Borbones, como aseguró Rodolfo Llopis a Joaquín Satrústegui. ¿No sabía la Izquierda Democrática que ganar en Mieres suponía perder en Múnich ante franquistas y monárquicos?
Mientras, la Santa Sede y la Embajada de Estados Unidos creaban sus propios Caballos de Troya, a los que situaron continuada y convenientemente en puestos políticos clave en los partidos de izquierda, incluidos los marxistas-leninistas o maoístas. ¿Qué hacían en el F.L.P., Frente de Liberación Popular, de Julio Cerón, ilustres como Manuel Vázquez Montalbán, Miquel Roca i Junyent, José Luis Leal, Joaquín Leguina, Nicolás Sartorius, César Alonso de los Ríos, Fernando Sánchez Dragó, Manuel Castells o Jaime Pastor?
En una España hipotecada, todo está hipotecado. Ideas y personas. La Izquierda Secuestrada no podía ser menos.
Nadie recuerda ya aquel Referéndum Consultivo, de 12 de marzo de 1986, en el que nuevamente volvimos a hipotecar el futuro de generaciones venideras de españoles, con un PSOE que, de entrada, decía NO.
¿Qué más podemos esperar de dicho partido?