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Un vendaval de odio azota España

10 de Julio de 2023
Actualizado el 02 de julio de 2024
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El origen del odio

No pudieron digerir la lección de haber sido barridos democráticamente por una moción de censura, y fueron como pellejo de vino sin respiradero. Ebrios de odio, abrieron la espita del resentimiento que emponzoña. Carentes de objetivos y proyectos que pudieran enamorar a los españoles, sólo les quedaba personalizar su odio, marcar una diana, y atacar al hombre que sí tenía propósitos, propuestas de progreso, realizaciones que esgrimir. Cuando no hay propuestas que aclaren situaciones o presenten horizontes realizables, sólo queda el ataque “ad hominem”, sobre todo si cada vez que lo intentaron hicieron el más sonoro de los ridículos.

<<Ladran, luego cabalgamos>>, decían los hechos: Fuera un volcán, destruyendo la “isla bonita”; fuera una pandemia, donde manos sin escrúpulos sacaban tajada; fuera una criminal invasión; fueran los desatinos de compañeros de cabalgada, nada torcía la voluntad, el trabajo, el rumbo… Ante el fracaso, el odio crecía, y a pesar suyo, abrieron caminos: leyes que tutelaban los derechos; medidas que encauzaban la economía y paliaban sus daños; apoyos millonarios en Europa, pese a los torpes intentos por tumbarlos… ¡Hechos contra eslóganes empapados en odio! ¡Hay que echar el sanchismo, vociferan! Pero, ¿qué os ha hecho este Sánchez, hijo de Sancho según su patronímico, Sancho el bueno, el fiel escudero contra malandrines?

Mal consejero es el odio porque no hay razón en él, y malo es sembrarlo sin otro argumento porque germina en sangre que hacen brotar los odiadores. <<Odia a tu hermano como te odias a ti mismo>>, hace decir Unamuno a su personaje en “El otro”. <<Por qué le odiabas? No podía verme fuera de mí… en el otro>>. Quien odia, no puede ver al complementario, hijo de un mismo sistema de convivencia. Quien odia no ve al otro porque no puede ver fuera de sí. Está atrapado en el veneno que segregó, y cuando consigue trasferir ese odio genera seres sin razón, gentes de voluntad enferma.

Viene a mi mente Ortega y Gasset en sus “Estudios sobre el amor”: <<Amar es vivificación perenne, creación y conservación intencional de lo amado. Odiar es anulación y asesinato virtual –pero no un asesinato que se ejecuta una vez, sino que estar odiando es estar sin descanso asesinando, borrando de la existencia al ser que odiamos>>.

No es posible practicar el odio como programa electoral sin asesinar la democracia. ¿O es eso lo que algunos en verdad pretenden?    

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