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La Universidad Pública, un perro andaluz

10 de Diciembre de 2024
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La Universidad Pública, un perro andaluz

La Comunidad de Madrid, gobernada por Isabel Díaz Ayuso (Partido Popular), había rechazado el plan del Gobierno central, conocido como programa María Goyri, que habían aceptado otras regiones que significaba la inyección de 169 millones de euros. Sin embargo, las presiones del ámbito universitario, no se han hecho esperar, y Ayuso ha asegurado que aceptará tales transferencias económicas. Aunque, veremos, con que “condiciones” nos sorpende.

El caso del partido de la gaviota es curioso ya que, por un lado, son un grupo de políticos y políticas que ejecutan, sin pestañear, el desmantelamiento de cada eje del sector público (educación, sanidad y servicios sociales) en favor del sector privado; pero, por otro lado, les encanta vivir, y enriquecerse, a consta de las arcas públicas. Tanto es así que muchos y muchas de sus integrantes viven toda la vida sin haber cotizado ningún solo día en una empresa privada. Evidentemente, esto subraya una contradicción tan grande que raya la vergüenza ajena. ¿ no sería mejor que se fueran de una institución que no creen y formen entre todos una firma privada para así aplicar sus teorías neoliberales? Pues con estos bueyes aramos y no sólo eso sino que, por ejemplo, ponen menos trabas en financiar a la tauromaquia que a la propia Universidad Pública.

Seamos claro, ¡esto es un plan! Dejar de financiar a la Universidad Pública significa convertir un derecho fundamental y universal en privado; es decir, si quieres estudiar paga y si no posees financiación suficiente no te preocupes que ya te llegara el conocimiento por un Santo ya que el partido de la gaviota es muy católico. Sin burla, porque el asunto no lo merece, se visualiza que las siguientes generaciones van a ir caminando hacia un panorama de gran dificultad a la hora de adquirir formación universitaria.

Quién posee el conocimiento es conocedor de la verdad y eso lo entiende perfectamente la élite socioeconómica de cualquier nación. Por  ello, darle formación superior a la gente corriente es poner en peligro sus privilegios puesto que cuando una sociedad entiende las claves de la falta de oportunidades las revueltas no se harán esperar. Y esas situaciones a los poderosos ya sabemos que les pone muy nervioso. Por tanto, por parte de la minoría acaudalada, harán todo lo posible para no perder su posición socioeconómica dominante y eso, precisamente, es lo que pretende hacer el PP; es decir, crear un sistema donde no todos y todas tengan “acceso” a la ciencia. Eso sí, por supuesto, para los hijos e hijas de los ricos que no le falte el pupitre de la Universidad.

En esta línea, y paralelamente a lo anterior, derivar la Universidad al ámbito privado, también, afecta a dos cuestiones: la primera, que sólo se potenciará las facultades más rentables (ingeniería, medicina y empresariales, entre otros), debido al número de alumnos y alumnas que se matriculan. En este sentido, nos podemos ir olvidando de aquellas disciplinas académicas donde no existe una gran afluencia de personas, como la filosofía. Asimismo, suprimir este tipo de estudios supone perder la esencia de la ciencia; es decir, plantearnos el porqué de las cosas.

El segundo tema en cuestión, tiene relación directa con el primer enfoque, es que no sólo quedarán las facultades más rentables sino que también las empresas que financian estas instituciones impondrán el currículo de las asignaturas cuya única variable estará ligada a fines, objetivos e intereses económicos.

 Hay que ser muy consiente, que la Universidad Pública es fundamental para construir una sociedad equitativa, desarrollada e inclusiva. Garantizar el acceso universal a la educación superior permite ofrecer oportunidades de movilidad social y romper trampas de desigualdades. De igual manera, estas instituciones son centros de investigación e innovación que abordan problemas globales y generan avances tecnológicos y culturales en beneficio de toda la comunidad. Forman ciudadanos críticos y comprometidos, fortaleciendo la democracia y fomentando la participación activa en la sociedad. También tienen un impacto económico positivo, ya que una población educada contribuye al crecimiento y competitividad de un país, y a ser mejores ciudadanos.

En esta tesitura, instinto en proclamar, la Universidad Pública como vehículo que asegura el conocimiento y, con ello, las oportunidades no estarán reservados solo para quienes pueden costearlas, promoviendo así la igualdad de oportunidades, el combate contra del cambio climático, la denuncia de las guerras de cualquier índole, y la justicia social.

Dado por hecho la gran defensa que hay que hacer con tal institución debido a la gran importancia positiva que permea en la sociedad no quita que esté exenta de crítica. La Universidad Pública no sólo puede ser un centro de educación e investigación sino, también, un lugar de generador de proyectos socioeconómicos que tengan incidencia y pertenencia socioeconómica donde estén ubicados. No puede conformarse con, únicamente, producir artículos científicos y titulados puesto que, como los datos socioeconómicos reflejan, su actividad no provoca mejoría en el territorio como, por ejemplo, ocurre en el caso de Andalucía.

Sin ir más lejos en la Provincia de Cádiz, existen cuatro campus universitarios (Cádiz, Jerez, Algeciras y Puerto Real) y su presencia, tampoco, está ayudando a que seamos la región con mayor desempleo de toda la Unión Europa. Por ello, la Universidad Pública debe redefinirse para contribuir en plantar cara ante los nuevos retos y desafíos socioeconómicos del siglo XXI. De ahí, que su compromiso, al ser un sujeto social clave en la sociedad, tienen que poner miras más allá, reiterándome, de artículos científicos y número de títulos universitarios. De lo contrario, seguirán autistas a la realidad socioeconómica de su nación

Andalucía, “cuando las barbas de tu vecino veas afeitar, pon las tuyas a remojar”. Y si en la Comunidad de Madrid existe tal conflicto vamos a ver qué ocurre en nuestra nación andaluza con Juanma Morena ya que, de momento, el incremento de universidades privadas va creciendo de manera notoria.

Así que queridos y queridas andaluces y andaluces, la historia nos empujó en su momento a ser unos analfabetos. Luchamos y logramos que todos y todas nuestros hijos e hijas supieran leer y escribir. No permitamos que volvamos a tiempos pasados porque hoy el analfabeto no es el que no sabe ni leer ni escribir sino el que no entiende lo que lee ni escribe con buena expresión. De ahí, la importancia de la Universidad Pública.

La Universidad Pública es el templo del saber, el conocimiento y el despertar crítico. Y sus hijos e hijas son los estudiantes rebeldes capaces de cambiar nuestro signo que refleja una perpetua miserias de desigualdades.

Ladremos para que el plan de la élite socioeconómica, avalada por el PP se trunque. Y defendamos la Universidad Pública hasta las últimas consecuencias puesto que es de los pocos” perros andaluces” que quedan en nuestra nación

 

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