El pasado 20 de julio Joe Biden visitó una de las instalaciones de Iberdrola para la construcción de proyectos eólicos marinos en los terrenos de una antigua planta de carbón en Somerset (Massachusetts), que la empresa desarrolla con el nombre de su filial estadounidense Avangrid. El presidente iba acompañado de 25 autoridades y empresarios estadounidenses, entre ellos la asesora nacional del presidente para el clima y antigua líder de la Agencia Medioambiental de Estados Unidos, Gina McCarthy, y varios congresistas por Massachusetts. El presidente Biden ha querido dejar de manifiesto la nueva política energética de los Estados Unidos y el apoyo de su gobierno a las inversiones de Iberdrola en Norteamérica.
Obviamente estuvo presente Ignacio Galán, presidente de Iberdrola, quien ha remarcado que los tres parques que promueve el grupo están en construcción o desarrollo avanzado y suponen una inversión de 10.000 millones de dólares y que las instalaciones contarán con una potencia de 2.800 MW y crearán 11.000 empleos. Avangrid se ha convertido en una de las mayores empresas del sector eléctrico en EEUU.
Está claro que la inversión estadounidense en Iberdrola no sólo busca máximos beneficios en España, sino cada vez más en su propio país. Porque la masiva entrada de tal capital en Iberdrola -a la que a elevado a la categoría de la empresa más valiosa de la Bolsa española con unos 61.000 millones de euros de capitalización y de primera energética europea- no busca sólo unos suculentos beneficios sino que la ha elegido como empresa de desarrollo y control de las nuevas energías en Estados Unidos; por ello, existe una previsión para esta década de invertir 10.000 millones de dólares, y la construcción avanzada de 3 parques eólicos marinos para suministrar energía a 1,6 millones de hogares y empresas en Estados Unidos.
La participación accionarial estadounidense es dominante en Iberdrola, alcanzando el 14,49% del capital si se suma al 5,10% de BlackRock -segundo mayor accionista- el resto de participaciones de las otras entidades financieras de EEUU presentes en el accionariado (The Vanguard 3,17%, Capital 2,17%, MFS 0,95%, FMR LLC 0,94%, JP Morgan 0,88%, State Street 0,44%, Wellington 0,43% y Geode 0,41%) que totalizan un 9,39% del capital de la eléctrica. Parece que Iberdrola debería llamarse USAdrola.
Iberdrola ha obtenido un sangrante beneficio neto de 2.075 millones de euros en el primer semestre del año, debido principalmente al fuerte crecimiento en Estados Unidos. Y en las inversiones llevadas a cabo durante el primer semestre ha sido las realizadas en Estados Unidos, 1.246 millones de euros, las máximas y sensiblemente superiores a las invertidas en España.
Pero el fondo de inversión estadounidense Blackrock quiere más. Hay que tener en cuenta que, a través de sus fondos indexados cuenta con presencia en las 35 compañías del Ibex con un patrimonio valorado en la actualidad en 17.800 millones de euros -y que Blackrock es la mayor gestora de fondos del mundo con casi 10 billones de dólares en activos bajo gestión- dado que este fondo que preside Larry Fink suma 25 fondos de inversión distintos y entidades distintas, muchos de ellos con falsa sede fiscal en Islas Caimán, Holanda, Singapur, Jersey y Delaware (EEUU), obviamente todos de baja o nula fiscalidad.
Por ello el pasado enero BlackRock hizo demostración de su poder -aprovechando la posible implicación legal del presidente y consejero delegado (CEO), Sánchez Galán, en el “caso Villarejo”, y que Galán ocupe simultáneamente los dos cargos dirigentes- para pedir que se nombrara un CEO propuesto por el fondo estadounidense. Aunque en la recién celebrada de junio de la Junta de accionistas de Iberdrola nada se ha puesto en cuestión y todo ha seguido igual, aparentemente. Habrá que dar tiempo al tiempo.
Aunque hay 2 grandes accionistas más, el fondo soberano de Catar (QIA) -que es el primero con el 8,62%, y que también ha entrado en el accionariado de la Iberdrola estadounidense con un 3,7%- ha apoyado la gestión y la continuidad de Galán en sus cargos. Y el banco noruego Norges Bank, tercer accionista que cuenta con el 3,56% de las acciones de la energética, también ha apoyado a Galán. QIA entró en el capital de Iberdrola con un 6,2% en 2011, después elevó su participación hasta el actual 8,7% y siempre ha apoyado el modelo de empresa impulsado por Ignacio Galán.
Parece hacerse una idea del carácter estadounidense de Iberdrola. Su filial Avangrid, cotiza desde 2015 en la bolsa de Nueva York, y está presente en 25 estados, gestionando más de 9.300 megavatios (MW) de capacidad instalada, de los cuales más de 8.500 MW de renovables (principalmente eólica y solar fotovoltaica), y más de 170.000 kilómetros de líneas eléctricas a través de ocho distribuidoras en Nueva York, Connecticut, Maine y Massachusetts. Además, Avangrid cuenta en Estados Unidos con una cartera de proyectos renovables de alta calidad de más de 22.000 MW, que representan una plataforma estable de crecimiento continuado durante los próximos años a medida que el país cumpla sus objetivos de descarbonización.