Pues ya está, empiezan a aparecer en los medios las noticias que nos van mentalizando de que vamos a ir a la guerra, la maquinaria de “comer tarros” se ha puesto en marcha en España, en Europa, en el mundo.
No me identifico con el negacionismo ni me siento conspiranoico, pero creo que el ciudadano está obligado a dudar, a no creerse a pies juntillas el relato oficial que se nos plantea a través de los medios de inducción, perdón, de comunicación. Y, en casos como éste, estamos obligados a reaccionar, más allá de nuestras diferencias irreconciliables, de nuestras discusiones de país polarizado, que ya se han encargado de dividirnos antes para empujarnos ahora al abismo sin que reaccionemos.
Y tengo muy claro que todo lo que está pasando en la actualidad forma parte de un plan maestro (maestro para algunos psicópatas con el poder en sus manos), que nos va a meter en una guerra que va a cambiar nuestras vidas para siempre. Y no se vislumbra ningún país en el mundo que no esté sufriendo la polarización social, demasiada casualidad para ser casual.
Nos dirigen elementos que están al servicio de intereses que no son los nuestros, nos empujan al dolor, al desespero, a la muerte. Y parece que no podemos hacer nada para detener esto, no sé qué clase de inconsciencia descerebrada anida en algunas personas, carentes de conciencia, de empatía, de bondad.
¿Es mucho pedir que todos aquellos mandatarios que declaren una guerra sigan con sus funciones pero trasladados al campo de batalla?
¿Deberían ser relevados de sus cargos aquellos políticos que no se muestren capaces de evitar entrar en guerra?
Enviar a los jóvenes a combatir, a morir en demasiados casos, a matar a otros semejantes, sólo porque no han sabido, querido o podido evitar un conflicto armado debería ser causa y motivo de cese inmediato de sus funciones.
Dicho sea que no predican con el ejemplo, lo último que leí sobre Yair Netanyahu, hijo del presidente de Israel (ese señor cruel y despiadado al que no le importa la vida de los demás), es que sigue en Miami viviendo desde lejos el tremendo conflicto genocida en el que está inmerso su país de la mano de su papá. Cinismo en grado sumo.
Hasta ahora veíamos las guerras como algo lejano, que no iba con nosotros, aunque nuestros países tuvieran mucha (toda) responsabilidad en ellas. Los países “desarrollados” siempre habían tenido la “habilidad” de conseguir/provocar, que esas guerras estuviesen lejos de nuestras fronteras... hasta ahora.
Escuchar a nuestros dirigentes como nos “preparan” para la guerra, leer que en varios países de Europa se está planteando volver al servicio militar obligatorio, que se están haciendo campañas de reclutamiento para el ejército. Demasiadas señales como para no ver que la decisión ya está tomada y que sólo hay que ir preparando al rebaño (nosotros) para lo inminente.
Estamos en manos de psicópatas manipuladores, de seres ansiosos de poder, de líderes que no destacan por su compasión o su empatía. Y está claro hacia donde nos llevan, con sus irresponsables decisiones.
¿Vamos a seguir como borregos la senda del caos y de la muerte que nos están señalando?
¿Nos estamos planteando realmente lo que está a punto de pasar?
¿Podemos hacer algo nosotros por evitarlo?
Tanta evolución tecnológica y tan poca evolución espiritual...
Busco por Internet, que lo sabe todo. Según leo, hay en este momento diez guerras activas en el planeta Tierra, incluyendo el genocidio de Gaza y la guerra de Ucrania. Diez lugares en los que la muerte, la violencia y el caos forman parte del día a día de la población.
No creo que se hable de crisis en la industria armamentística (de la industria farmacéutica ya hablaremos otro día), el negocio va viento en popa a toda bomba, las fábricas de armamento no dan abasto fabricando munición, armas y maquinaria bélica. Imagino las felicitaciones y celebraciones que estarán teniendo lugar en las empresas del sector, yo, que viví el estrés de conseguir los objetivos en una gran empresa, estoy seguro de que así está sucediendo.
No podemos pasar por la vida dejando que otros decidan siempre por nosotros. Por encima del caos que está atravesando España, con un ambiente gerracivilista provocado y vergonzoso, con la corrupción empatando con el cinismo, con el odio entre personas que, en el fondo de su corazón, solamente deseamos vivir en paz, ser felices, no sufrir, querer y ser queridos.
No podemos ser espectadores en esta guerra que nos están colando por intereses económicos y geopolíticos, ninguno queremos una guerra, pero mientras las bombas exploten lejos seguimos con nuestras vidas plagadas de esfuerzo, supervivencia y sacrificio.
Hay ocasiones en la vida en las que no podemos dejarnos conducir como un rebaño. Hay un antes y un después en lo que está pasando, y no debemos quedarnos cruzados de brazos esperando órdenes de quienes las están siguiendo aún en contra de nuestros intereses y de su obligación como representantes del pueblo.
Que vayan ellos delante, que manden a sus familias primero al frente, que vivan en primera persona el efecto de sus guerras en lugar de verlas desde sus despachos, con sus escoltas y coches oficiales, bien lejos del frente de batalla. Que oigan las bombas cayendo sin saber si van a ser los próximos en quedar bajo los escombros.
No nos los merecemos, no nos representan, vendidos, cobardes, inconscientes.
Que se vayan a la m... e duele mucho, muchísimo el mundo.