Ha empezado un nuevo curso y hemos vuelto a asistir a los eternos debates entre "apocalípticos" y "happy flowers". Los "apocalípticos" piensan que la enseñanza cada vez va peor, que se ha perdido nivel, que no hay ni esfuerzo ni exigencia, y que la autoridad del profesor brilla por su ausencia. Los "happy flowers", tan engreídos ellos, piensan que sólo ellos saben enseñar con sus "innovadores" métodos, tan instagrameables, y que el resto del profesorado forma parte de la carcundia. La verdad es que es un debate cansino. Y que da grima. La realidad de la enseñanza es a la vez mucho más compleja y mucho más simple.
Para mejorar la enseñanza de nuestro país la receta es más bien sencilla: invertir más, reducir las ratios y dejar a los docentes hacer su trabajo. Y a ser posible que los políticos hagan lo menos posible excepto invertir, que es lo que les corresponde y lo que deberían hacer.
El tema de la inversión es meridianamente claro. Nuestro país nunca ha invertido en Educación, en relación al porcentaje del PIB, la media de lo que invierte la Unión Europea; con frecuencia nos hemos situado un 20 % por debajo. Y aún así, nuestros resultados en PISA se han situado, partiendo de donde partíamos, a la par que los de Francia o Italia. Y algunas de nuestras regiones, como Galicia o Castilla y León, se sitúan a la altura de los países europeos que mejores resultados obtienen en el citado Informe.
Precisamente Galicia o Castilla y León se caracterizan por sus reducidas ratios. Y es que contar con ratios reducidas, con poco alumnado por aula, es una "conditio sine qua non" para tener buenos resultados educativos. En cuanto al profesorado, tenemos un personal excelente. Sólo hay que dejar que haga su trabajo y no agobiarles con burocracia inútil y con majaderías varias. Y darles los medios. Y procurar atraer a personal a la profesión docente, pues ya empezamos a tener serios problemas, que se acentuarán mucho más en el futuro, para reclutar profesores, sobre todo de Secundaria.
Estas son las simples recetas que hay que seguir para mejorar la educación de nuestro país. Dejarse de ruido y furia, de majaderías y ocurrencias, y hacer lo que toca hacer: invertir más, al menos como la media de la UE, reducir ratios, y dejar a los docentes hacer su trabajo. Para ello sería excelente que hubiese un Pacto de Estado.
Pero como, la verdad, pinta difícil, se podría empezar por algo más sencillo; que los políticos, y también sus correveidiles, dejen en paz a los profesores. Y si les apoyasen ya sería la hostia.