Francisco Silvera

Virgen o puta

15 de Diciembre de 2021
Actualizado el 02 de julio de 2024
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virgen

El ataque a la libertad desde posiciones fanáticas se consolida como uno de los peligros reales de la democracia española, no porque un puñado de zumbados nostálgicos del Imperio Carolingio se ridiculicen a sí mismos con sus parafernalias retrodemodés sino porque la infiltración en todos los sectores de la sociedad, especialmente donde se imparte el Poder, empieza a oscurecer nuestro futuro.

Otra vez una denuncia contra la Educación Sexual en los colegios es atendida por una togada. Los denunciantes, leo en la prensa, acusan a una campaña de “[…] relacionar el rol de la Virgen como un modelo sin vida propia y asexual” considerando que “se atacaba la figura de la Virgen y se animaba a las menores a masturbarse”, por ello la señora jueza se ve obligada a proteger el “[…] derecho fundamental de los alumnos cristianos a no sufrir discriminación alguna por razón de su religión o creencias y el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones”.

Las Leyes para proteger la libertad religiosa o de conciencia no tienen como función preservar creencias, atavismos folklóricos o rituales más allá del propio marco jurídico existente, no son más que una prevención para que nadie, siempre y cuando cumpla con las normas vigentes, pueda ser discriminado por el mero hecho de pensar lo que le dé la gana, es decir, la creencia sólo puede entenderse en el contexto del Derecho como una forma más de pensamiento susceptible de ser tolerada. Será el respeto a las garantías individuales, comunes a toda la ciudadanía, la que determine si una religión y sus prácticas son tolerables o no, por ejemplo: sajar clítoris.

La ofensa contra la religión no existe. Como no existe la ofensa contra una ideología o una teoría científica. Sí existe la ofensa contra una persona; llamar “Empollona” a una chavala que lee para ridiculizarla en un aula, llamar “Cristiano de mierda” a un creyente concreto en el ejercicio de su fe, son delitos mayores que un mero insulto, porque usan sus ideas para vejarlos con peor intención. Ahora bien, los disgustos o las incomodidades en el ejercicio de la fe al interaccionar con los demás: son su problema, es como si alguien quisiera que todo el mundo apreciara la música de Stockhausen, no se puede obligar a nadie, cabe reírnos del alemán siempre que no coartemos el derecho de ir a un concierto, leer sus partituras y hasta de cantarlas… Si admitiéramos esta posibilidad: estaríamos abriendo la puerta al fanatismo, lo que de hecho ya ocurre.

La función de un intelectual es deshacer tópicos no cabalgar sobre ellos. No podemos callar ante esta infamia. Este movimiento judicial prueba el fanatismo de la jueza, y no descarto que sea incluso inconsciente, pues puede obedecer a una pura ignorancia extendida a muchos campos del saber, incluido el propio Derecho (imaginar que lo hace como cristiana debería significar la expulsión ipso facto de su carrera, evidentemente).

Piensen que estos mismos argumentos podrían servir para prohibir las procesiones de la Virgen, por ejemplo, o del Cristo torturado por vincular la bondad femenina con la privación sexual o traumatizar a menores con la violencia: ofenden a los no creyentes, pero no vemos a nadie del Judicial iniciar de oficio paralizaciones, retiradas o prohibiciones, incluso en los casos más evidentes: pruebe usted a hacer una asociación cultural que en sus estatutos prohíban a las mujeres participar en los cargos directivos… ¿cómo es, pues, que las religiones patriarcales (judía, cristiana y musulmana) además de otras siguen siendo legales mostrando este desprecio radical y absoluto a la Constitución española y a los principios básicos de convivencia legal en la Unión Europea?

Si apelamos al sentido común, a la tradición, etc., que no se haga de parte, no miremos sólo desde la dirección que quieran tomar las fes… que se callen, que crean y no follen como les dé la gana, pero que limiten todo eso a sus vidas privadas cumpliendo las Leyes; estoy profundamente orgulloso de mis hijos y mi hija, a pesar de que se han criado en una sociedad, desde mi punto de vista, éticamente degenerada por culpa de las creencias religiosas de la mayoría; nos hemos preocupado de que vean, piensen y actúen críticamente y libres, sin imponerles nada… y nunca se me ocurrió ir con la Guardia Civil a la puerta de una Comunión.

Quizá deberíamos empezar a denunciar a las religiones por vulnerar lo que significa el ejercicio complejo de la libertad, sea lo que fuere eso, en la Naturaleza, que eso sí está probado sin discusión que sea un lugar real.

Sean dignos, sean demócratas, aprecien la libertad que les permite creer lo que quieran; seamos dignos, seamos demócratas y debatamos para hacer pública toda esta basura totalitaria de la que, algún día, hemos de arrepentirnos.

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