Vengo de una movilización a favor de la Sanidad Pública. Es bien sencillo, no termino de ver la diferencia entre privatizar la Sanidad y acabar con la democracia. Porque quizá uno de los problemas graves que tenemos ahora mismo sea una falta de visión de conjunto; está bien que la gente sepa y mucho de cuestiones concretas, pero un pelín de Maestro Liendre también es necesario en este poliedro casi infinito que suma el conocimiento humano.
Porque el abandono progresivo de la Enseñanza, de la Sanidad, del Transporte Público, de la Investigación, de los Servicios Sociales, etc., conlleva automáticamente la sustitución de la dignidad ciudadana por una supuesta meritocracia privada que, casualmente, consolida el negocio de unos cuantos y exclusiviza los servicios para otras.
La condición de ciudadanía brotó de un parto complejo y lento, muy duro y sufrido… para que terminemos ahora matando a la criatura mucho antes de soñar con su madurez. No quiero ser agorero pero vienen tiempos malos, perdónenme pero sólo veo caída; desde la crisis de 2008 (que fue una constatación de que la economía especulativa no es más que una estafa piramidal) y la esperanza abierta por movilizaciones como las del 15M, inflamadas incluso por políticos conservadores que veían necesaria la reforma del capitalismo nada menos, sólo hemos asistido a la imposición por cualquier medio de una especie de revuelta anarconeocón que, bajo el marchamo de la libertad y amparada en las nuevas tecnologías, nos trae el “clasirracismo” más rancio extremándose hasta nuevos modelos de esclavitud, aparentemente sin cadenas… Vi el peligro cuando mucha gente formada que conozco reaccionó (palabra exacta) contra el 15M con el desprecio de quien mira a los sinclase, con el desprecio repugnante de las clases medias-bajas que se creen arriba…
Casi llegamos al fin del año 2021 y no termino de comprender cómo los economistas que asesoran a la política no advierten para que se prepare a la gente (¿no lo ven?): se avecina una crisis en 2022 de abastecimiento de materias primas y de esos bienes llamados intermedios que son necesarios para la producción, una crisis energética terrorífica y como consecuencia de ello un incremento de precios que sólo las economías más solventes van a resistir; dígolo de otra forma: se va a producir un colapso del poder adquisitivo de la mayoría ciudadana hasta extremos de no poder disfrutar de lo básico para una vida digna, ojalá me equivoque pero pueden cambiar mucho las cosas estructuralmente.
Ya nos la han ido colando de rondón (la pandemia ha sido el territorio de guerra necesario), perseguimos como dementes los horarios de la electricidad cuando, después de convencernos para consumir de madrugada, los precios del mercado pueden subir desaforadamente en esos tramos (¡al final llega a ser más caro consumir la luz barata!); metemos combustible en los automóviles con subidas (coincidentes con movimientos de masa) que van a convertirlos en un lujo o en un gasto medido para poder trabajar-sobrevivir.
Es sencillo: simplemente para poder mantener los ingresos de las empresas y su rentabilidad en breve todo se va a incrementar un 25% mínimo, la pregunta es: ¿Van a subir los ingresos de las familias en la misma proporción?
El precariado se consolida y como vaticinó Marx, su ideología será un neofascismo proteccionista del sistema, una extrema derechización del proletariado inculto (abandono de la Enseñanza dije) incapaz de diagnosticar su solución, alobado por los sustitutos narcóticos de la imagen externa, eso que llaman vacación y viaje (y que no es más que una emulación barata de la soberbia de la riqueza), las redes sociales y un desmontaje de cualquier vínculo con la Naturaleza que nos permita consumirla sin consciencia, como quien disfruta de un parque temático (alterego del infierno)… digo que defenderemos alienados incluso con violencia a nuestros verdugos.
El intelectual hoy debería tener como misión hacer que no nos durmamos en el sueño eterno que algunos nos preparan indecentemente… Lejos de eso, adocenada, contratado o superviviente, pretende la fama y su canonjía y se contenta con estar en los plúteos inertes de la pedantería. Hora de orar.