Y ahora que –intuyo- he conseguido atraer la atención del lector, procedo a matizar el título de este artículo, aunque no vayan a pensar ni por un segundo que busco justificación alguna.
Desde hace ya años, o décadas, la dicotomía izquierda-derecha ha perdido su razón de ser, aunque siga siendo explotada por los profesionales de los poderes legislativo y ejecutivo para pastorear al rebaño electoral. No obstante, podemos simplificar hasta el extremo y aseverar que la izquierda se erigió como representante de la mayoría (clase trabajadora) y la derecha como representante de la minoría (élites).
Siguiendo esta simple premisa, lo que hoy conocemos por “izquierda” (PSOE) vendría a ser realmente todo lo contrario (derecha) en tanto que lleva décadas traicionando a la clase trabajadora española con reformas laborales beneficiosas para la patronal o con reformas express de la Constitución que minan la soberanía nacional. Entonces, si PSOE –y, por ende, sus colaboracionistas (Unidas PODEMOS, etc.)- son de derechas, ¿dónde está la izquierda en este país? ¿Dónde están los que defienden la unidad política de convivencia –la nación- y al mismo tiempo su soberanía y el derecho de los trabajadores al trabajo digno?
Pues, caprichos del destino, aquellos que han heredado el discurso de la izquierda nacional en el Congreso de los Diputados son aquellos a los que llamamos “fachas” y los que se autodenominan “anticomunistas”. Los que achacan a la izquierda todos los males de la sociedad española presente y pasada. Los que hacen años se decían “la derecha”. Poco importa que, en lo económico, sean liberales (¿acaso no son todos los grupos parlamentarios liberales?) o conservadores en lo social: son los únicos que ponen en el foco de su discurso la necesidad de defender la unidad de España y sus tradiciones. Y esto, en el marco del turbocapitalismo (término empleado por el filósofo italiano, Diego Fusaro) y del globalismo multicultural, hace que la reacción de VOX a este movimiento de las élites transnacionales no sea reaccionaria, sino profundamente revolucionaria y “de izquierdas”.
Sí, he dicho de izquierdas y revolucionaria. Pues el sujeto de revolución, en el marco de la globalización capitalista del siglo XXI, es la nación y su potencial para unir a millones de personas que comparten una lengua, una historia en común, una cultura. La clase social ya no sirve de argamasa para los “parias” de la Tierra, pero
la percepción de pertenencia a una comunidad nacional, sí. Máxime cuando también las masas perciben que la supervivencia de su nación está en peligro ante el avance del referido turbocapitalismo y su ideología dominante, el globalismo, que –por cuestionar- cuestiona hasta la propia biología humana.
De esta manera, y en tanto que lo más revolucionario es reaccionar contra el falso progreso propuesto por la clase dominante, puedo decir sin miedo a equivocarme que VOX –la derecha- es de izquierdas.