Leo que se ha reunido el grupo de Weimar compuesto por Francia, Alemania y Polonia para coordinar un envío de piezas de artillería a Ucrania. Macron, el mismo que apenas hace unos meses pedía el ingreso de Francia en los BRICS (¡!), ha asegurado que si Rusia gana en Ucrania será un golpe definitivo para la credibilidad de Occidente y que está dispuesto a hacer lo que sea para que eso no suceda, incluido el despliegue de tropas de tierra en el teatro de operaciones.
Empecemos por el nombre de Weimar. Cuando Alemania, derrotada tras la I Guerra Mundial, se da su primera constitución liberal, escoge a Weimar como nombre definitorio. Ese ducado fue la casa de Goethe y Schiller y constituye el sagrario de la memoria nacional germana. Homenajea a su tradición popular, la de la Junges Deutschland, el Banquete de Hombach, los autores Heine y Büchner y la Asamblea de la Iglesia de San Pablo en Frankfurt. Weimar es el nombre de todas las cosas políticas decentes y para un liberal, como yo mismo, sin ir más lejos, todos los días marcan el aniversario de su martirio a manos de la locura nazi, tan bien descrito por el magisterio de Karl Bracher en su canónico “Die Auflösung der Weimarer Republik”.
En lo intelectual, el Señor Macron y yo estamos de acuerdo. Se avecina una catástrofe estratégica para esta parte de Occidente. Solo que yo empezaría por preguntar porque de esos tres sujetos, dos, Alemania y Francia, son directamente responsables de haber llevado a la guerra a Ucrania al ofrecer a este país no una mediación sino un acuerdo de Minsk, sabiendo, y así lo han reconocido, que era una falsedad destinada a que Ucrania ganase tiempo para armarse. Ergo: tanto Alemania como Francia traicionaban el espíritu fundacional de la UE, la paz continental y lo hacían infringiendo el Art. 2.2 de la Carta de la ONU que prescribe como norma fundamental de las Relaciones Internacionales el cumplimiento de buena fe de las obligaciones contraídas. Desvelan también y que el proyecto del Maidan no podía subsistir sin dos guerras: la guerra a Rusia y la guerra civil ucraniana, algo ya profetizado por Kissinger nada más llegar el Maidan.
En otro orden menos metafísico, deberían de haber sabido tan ilustres países que el propósito de la guerra era, cuando menos, temerario y además asimétrico. Si la guerra se perdía, algo que muchos profetizábamos y se ha cumplido, el resultado iba a ser apocalíptico. Por desgracia los sueños de Washington se impusieron. Yo leí al principio de la guerra que uno de sus resultados sería la implosión de Rusia y la liberación de sus minorías nacionales, todo en la estela de la asociación de pueblos cautivos de la URSS, de tiempos de la Guerra Fría. Con análisis como este puede imaginarse el resultado. Lo ven ahora que ya no tiene remedio y desesperados tratan de arreglarlo con otra contradicción de manual, mandar, esas armas milagrosas, réplica de las Wunderwaffen de Hitler que van a servir lo que le sirvieron al nazismo, nada. Bueno, a lo mejor sirven para empeorar las cosas porque los cohetes Taurus alemanes no solo alcanzan 500 km, sino que tienen capacidades nucleares. Crucemos los dedos. Y la pregunta que un modesto gregario como yo plantea a los ases del equipo es: ¿no hubiera sido más razonable dejar a Ucrania neutral como hoy lo es Austria? Las consecuencias de no haber emprendido lo que hubiese recomendado cualquier estudiante de primero son un descontrol global que no favorece a nadie y menos aun a Ucrania, convertida en un verdadero cordero sacrificial geopolítico. (Mahbubani).
Las otras víctimas colaterales de esta aberración son nuestros dos campeones nacionales UE. , Alemania y Francia. La Alemania que de manera ejemplar recordó que era el país de la moral (Lutero, Kant, Marx) y se embarcó en la Vergangenheitsbewältigung, ese proceso largo, difícil y profundo que consistía en llegar hasta el fondo de su alma colectiva, admitir una culpa querida por el pueblo alemán y pedir perdón por ella, se ha pasado al enemigo arrogante que nunca se arrepiente de nada ni mucho menos pide perdón. Privada de esa alma ya limpia y absuelta, Alemania ha olvidado el mandamiento número uno de su estrategia, pulida por siglos de experiencia, de mantener una excelente relación con Rusia y se ha pasado al enemigo incompetente que desea la ruina de ese país sin entender que esa ruina está siendo la suya propia y la de la UE con ella. A este respecto señalo que el origen de esta estrategia USA de atacar a Rusia es un paradigma obsoleto, el del imperialismo británico, a quien en vísperas de la Primera Guerra Mundial le parecía vital impedir una alianza entre los grandes de Eurasia, en aquel tiempo Alemania y Rusia. En 1904 eso era lógico y razonable. Hoy no. Hoy el teatro de operaciones lo define China, y es el mundo global. Y dos. No es un reto militar sino tecnológico e institucional, algo que los USA se niegan a aceptar y que tratan de arreglar mandando portaviones al Mar de la China y extendiendo un falso miedo al Pais del Centro que carece de lógica y sentido.
En cuanto a Francia, es claro el agotamiento del modelo estratégico gaullista. Lo vimos en la humillación a la que los USA le sometieron cuando la expulsaron a codazos del rearme naval australiano, a pesar de los acuerdos firmados y en vigor. Y es que según de Gaulle la estrategia de Francia solo puede ser nacional para ser independiente. Pero si es solo nacional no le queda otra sino no serlo porque Francia, sesenta reyes o no, carece de dimensión para poder serlo frente a los USA, Rusia o China. En resumen, el nacionalismo gaullista es enemigo de la nación independiente francesa siendo así que desea ser su fundamento. Lo resumo en lenguaje teológico. Dentro del Estado nación clásico francés no hay salvación para el Estado nación clásico francés que quería el General. Mandar tropas sobre el terreno tampoco arregla nada. Es como mandar portaviones al Mar de la China. Tras el incidente australiano eso solo marca su dependencia cualificada de Washington y no lo contrario.
Y siguen las contradicciones, mencionemos solo unas pocas. Uno. Tras haber dicho Macron que Rusia es un gran peligro, lo ha arreglado añadiendo al dia siguiente que Rusia no es una gran potencia lo que demuestra que carece de estrategia. Dos, mientras el Consejo Judío ucraniano, presidido por Eduard Dolinski, lleva ya casi diez años protestando por la nazificación simbólica del Maidan, cambios de nombres de calles, dedicación de estadios y espacios públicos a criminales de guerra reconocidos, etc, Canadá derriba el monumento que había en Oakville a la división SS Galitzen por considerarlo enaltecimiento del nazismo. Tres, Occidente gasta en armamento veinte veces lo que Rusia y no tiene munición. A Rusia le sobra. Y sobre todo: en el fondo de esa “estrategia” se oculta una ignorancia casi increíble sobre Rusia. Los atlantistas profesionales hablaban de la implosión de Rusia y de dividir su territorio no en tres unidades como pedía Bzrezinski (Rusia europea, siberiana y Pacífica) sino en todas y cada una de las unidades administrativas de la Federación. Plan de imposible satisfacción y vesánico en su propósito. Imaginemos, de no ser imposible, en lo que esa desmembración hubiese hecho de Eurasia. Un avispero, por decirlo educadamente-recuerden las ocho guerras que siguieron a la implosión del Imperio austro-húngaro. Y estos desvaríos afectaban no solo a Rusia, sino que se extendían a China. Al principio del conflicto, Sullivan fue a Beijing y se permitió amenazar al País del Centro con consecuencias si ayudaban a Moscú, algo inevitable y contra lo que ya previno Kissinger y -diría yo- contradicción principal de todo este descontrol. Si atacas a Rusia, China lo va a impedir poniéndose de su parte. Con lo que el proyecto original de dañar a Rusia se viene abajo.
Terminadas por el momento las contradicciones y pasando al desarrollo de la supuesta operación franco-polaco-alemana ¿Qué puede salir mal sobre todo si la Polonia del liberum veto y tres desapariciones guía toda esta troika, que no es la de Gogol y su magistral Almas muertas, sino la del antirusismo visceral, por definición lo menos estratégico que hay?
Entremos ahora en nuestra casa. Como si la dirección estratégica USA no fuese ya bastante para arruinarnos, nos empeñamos en mejorar el rumbo de este barco de los locos con iniciativas políticas internas desnortadas. Los verdes piden para las minorías europeas el derecho de autodeterminación a la vez que exigen en lo exterior guerra a muerte (de los ucranianos, claro) contra Rusia. Sumen el belicismo exterior a la autodeterminación interior y tendrán la tormenta perfecta. Y ¿Cómo enfocamos la guerra? Empecemos por las minorías. ¿Es que las minorías rusas, más de cincuenta, con todo tipo de religiones, cultos y hasta sin cultos o cultos paganos tienen derecho de autodeterminación? No, ni falta que les hace. Verán. Hace unos días veía yo unos programas de ballet a cargo de la compañía nacional de Tuva, en Siberia a unos cinco mil km de Moscú. Créanme. Ya quisieran muchos países europeo-occidentales tener ese nivel en sus escuelas de danza. Por no mencionar a las minorías USA, dónde las naciones originarias (manera políticamente correcta de llamar a lo que las Leyes de Indias llamaron siempre indios) siguen en sus danzas de la lluvia y ceremonias conexas sin nada que ver con los pliés, écarts y otras figuras del ballet ruso. Y pasando de las musas al teatro, el ministro de Defensa ruso es buriato. Cuando vean ustedes a un sioux o un apache a cargo del Departamento de Defensa USA me mandan una postal por Navidad.
Respecto a los valores que vamos a defender no puedo entrar en ello, sería muy largo y polémico y arriesgaría terminar ante los tribunales. Pero tomo como categoría al, digamos que l@ soldad@ Francisc@ XX, híbrido de hombre y mujer y que posa en sugerentes saltos de cama. A mi no me parece, al menos a priori, el combatiente ideal tal y como lo han definido ordenanzas militares e historia patria. No me asusta la homosexualidad en los ejércitos. De hecho, los griegos ya teorizaron que era superior un ejército de hombres, claro, consagrado no solo a Marte, dios de la guerra, sino también a Venus, diosa del amor. Pero los trans son otra cosa. Y tampoco me asustan. He sido del cine toda la vida y recuerdo, cuando el tema era tabú, el filme de Ventura Pons “Ocaña retrato intermitente” (1978). En cuanto a Antonio Giménez Rico ofreció “Vestida de azul” (1983). Ninguno nos escandalizamos y de esto hace ya tiempo. La milicia es otro asunto. Consiéntanme un poco de comparatismo. En la sociedad india los trans y otros no binarios al uso forman parte del paisaje. Pero como animadores de boda, bailarines y etc. Los guerreros están en otra categoría. Pueden incluso comer carne y emborracharse llegado el caso. Intentar mezclar bisexuales tratados médicamente y trinchera de guerra nos va a llevar a situaciones imposibles de controlar y de previsibles resultados. En definitiva, rumbo estratégico USA, autodeterminación dentro y guerra fuera forman un cóctel perdedor. A este respecto hay dos hipótesis de futuro. Una es optimista. Gana Trump y se desactiva la OTAN y la guerra de Ucrania y aquí paz y después gloria. Intentamos otra vez una seguridad colectiva euroasiática ya sin la OTAN y basada en los principios de la Conferencia de Helsinki. Todo eso lleva a un ejército europeo que sirva para afirmar nuestra independencia estratégica. En fin, soñar no cuesta dinero aunque imposible no es si en las elecciones de 2025 ganan Wagenecht y Lafontaine. O dos, hipótesis pesimista, a pesar de ese abandono de los USA tanto de la OTAN como de Ucrania, Francia se autonombra su heredera bélica y estratégica, deja de mirar a Alemania y forma con el Reino Unido un zócalo estratégico antiruso, nada imposible porque eso llevaría, o así lo cree Macron, a una Europa dirigida por Francia, sueño de imposible cumplimiento, pero de consecuencias letales pues siendo ya de por sí enloquecido, actuaría sobre la carne viva de dos heridas. La de los USA, traída por Trump, y la europea, suma de la miseria provocada por la enemistad con Rusia y descrédito de la clase política que nos llevó al desastre. En cualquier caso, tanto en la hipótesis optimista como en la pesimista, no es difícil prever una subida en flecha de todos los movimientos antistema. La espantada USA trumpiana o republicana, deja a los pies de los caballos a toda nuestra clase política, pues tras comprometerse con Washington hasta la bola, resulta que son los USA los que se refutan a a si mismos y definen a la OTAN como “obsoleta” y a Ucrania como un descalzaperros. Por si fuera poco tenemos también en la coctelera el tema Israel/palestino. Pues el jurado de la humanidad ha escogido como víctimas a los palestinos, pero nuestros gobernantes al Estado de Israel y sus diez mil niños asesinados en Gaza. Ahora bien, si esperan actitudes razonables que puedan encauzar ese descontento, olvídense. Tanto en Alemania como en Francia se han prohibido las manifestaciones propalestinas y los conservadores británicos han llegado todavía más lejos al prohibir el contacto con el Consejo Musulmán, que representa a todos los musulmanes de las Islas. En España se procesa por odio a Rubén Gisbert que solo ha dicho lo que la Comisión de Venecia, que tal ley le recuerda las leyes de Rosenberg, una obviedad. En fin, nuestra clase política primero pone la olla al fuego, luego sube el gas al máximo y finalmente cierra la tapa de la cacerola. No es difícil prever el futuro. A la voz de la razón del pueblo le seguirá el aullido de los antisistema. Y no pienso en Vox sino en los chalecos amarillos, la Sra Le Pen, y, sobre todo, los neonazis alemanes. Preparémonos para una inestabilidad en la calle parecida a la de los años de Vietnam y los derechos civiles.
Dice el maestro Jürgen Habermas que todo por lo que el ha luchado toda la vida, tolerancia, igualdad, ciudadanía, se está viniendo abajo. Y yo, que ni tengo la autoridad ni los conocimientos ni la edad de Habermas pienso lo mismo. En fin, que cuando Pio XII pidió y obtuvo el perdón para los veteranos de la división ucraniana SS Galitzen, no parece que estuviese muy inspirado.