aaron

Yo creo en mí

24 de Enero de 2025
Actualizado el 03 de febrero
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Yo

Yo creo en mí porque a nadie hice daño a conciencia.

Creo en los amigos de una sola noche y en los enemigos de una larga vida.

Creo en la vejez de la infancia y en la mirada infantil de los que murieron hace quince horas.

Creo en la corrupción irremediable de los falsos principios y creo que nada ocurre sin que algo o alguien lo tome alguna vez por importante.

Creo en mí tanto o más que mi madre y creo en todas las madres que vivieron con pena, en los paisajes estupefacientes y la tozudez parasitaria, en los infiernos insignificantes donde se poyan sin esfuerzo mis tobillos y los vuestros.

Creo en los mártires de la inteligencia y en el martirio de quienes carecen de objeciones.

Y creo en el endecasílabo de doce sílabas.

Soy creyente y sin embargo desprecio a los crédulos; cualquiera puede narrar lo que nunca ha sucedido.

Se corrompe más el latido que la arritmia.

Se corrompe el deportista cuando ama más otro deporte.

Se corrompe el bailarín que, abriendo sus brazos a la luna, deja caer al suelo a su pareja.

Se corrompe el bebé por despreciar el pañal que recoge sus defecaciones.

Se corrompe la luz cuando hace apología del secreto.

Y publica corrompiéndose un poeta si aún no ha conquistado su voz propia.

De la corrupción de la naturaleza, resulta la vida; de la corrupción de la vida, el Homo Sapiens Sapiens; y de la corrupción del Homo Sapiens Sapiens, la cultura española.

Pero no hay un sólo español corrupto que comparta mis conclusiones sobre los orígenes del átomo o que compita en vanidad con la tristeza.

Ningún español es corrupto porque nunca puede corromperse quien carece de principios.

Se corrompe, como mucho, un espíritu español desconocido que nos corta a todos y de noche el pelo del sobaco.

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