Yo también saldría a fumar con Felipe VI
09
de Febrero
de
2018
Actualizado
el
02
de julio
de
2024
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El Rey-de-Todos-los-Españoles se ha empezado a dar cuenta de que empieza a ser más bien El-Rey-de-un-Determinado-Perfil-Ideológico-Tirando-a-Chungo y ha decidido humanizarse grabándose en vídeo cual ciudadano de a pie para demostrar… bueno, algún día sabré qué pretende demostrar el Rey en ese vídeo que, además, ha ido cabreando colectivos uno tras otro. Uno de estos colectivos cabreados es el de los arquitectos, y eso lo cuenta muy bien el bueno de José Ramón Hernández Correa en su blog ¿Arquitectamos locos?. José Ramón, doctor arquitecto sin apenas vinculación académica, está llevando adelante su blog a base de voluntariado puro, sin medios ni otro soporte (básicamente moral) que el de sus lectores.¿Arquitectamos locos?es uno de los máximos exponentes en el campo de la arquitectura de lo que debe de ser un blog personal: opiniones independientes, bien fundamentadas y razonadas, escritas con el nivel alto que se ha ganado quien ha escrito algunos buenos libros. Una de sus últimas entradas está dedicada al vídeo de marras y por su interés me limitaré a enlazarla.Resumiendo: José Ramón no quiere a un rey disfrazado de persona normal (este tío puede declarar una guerra, añade): quiere a un gobernante que sienta sobre sus hombros el peso de su responsabilidad, capaz de ejercer su liderazgo sin subterfugios ni disfraces que sólo engañan a los que quieren dejarse engañar. En medio de este despropósito de buenas intenciones, añade, la arquitectura ha desaparecido: su casa, pretenciosa, pomposa y torpe, está mal diseñada y es tan de su tiempo como una calculadora de válvulas de vapor programable a base de tarjetas perforadas. O menos.Casa (pagada por todos nosotros, claro) propiedad del que se supone que es el rey más preparado de toda la historia.…Pues el día que tocó historia de la arquitectura se debió de escapar a fumar, dice José Ramón. Estando de acuerdo en todo lo que dice haré un poco de crítica de mi colectivo.Yo también habría salido a fumar con Felipe VI, porque es demasiado probable que este hipotético profesor de historia de la arquitectura fuese un profesional espantoso: prepotente, poco empático, más atento a los entresijos del funcionamiento de la Academia y a su propia carrera que a dar clases de calidad, aburrido a matar, convencido de que sus alumnos son tontos susceptibles de ser usados como mano de obra gratuita para conseguir resultados. O sea: lo que suele abundar por algunas facultades de arquitectura que conozco(1).Existe una falacia cultural que me gustaría denunciar:La dificultad de acceso a la cultura y/o su grado de cripticidad no la hace ni más elevada ni más válida.Pongamos un ejemplo: entre los nominados a los Oscar de este año se encuentran películas como Dunkerque o Blade Runner 2049(2) que combinan su gran éxito en taquilla con su condición de hitos culturales: en ellas podremos encontrar referencias a Kaspar David Friedrich, Edward Hopper, Andrei Tarkovski, Stanley Kubrick, las arquitecturas metabolistas y mil cosas más. Sólo podemos celebrar que productos de tal calidad sean lo suficientemente carismáticos como para que lleguen a un público amplio que, independientemente de su registro de lectura (o de su velocidad de consumo) verán abierta una ventana a la alta cultura.Y esto es precisamente lo que está faltando en la comunicación de arquitectura, tanto si ésta se produce en la academia como en publicaciones especializadas: es lenta, aburrida, conservadora, reducida a clichés sudados que sólo satisfacen a un público especializado anestesiado a golpes de efecto. O también puede ser que sea abstrusa, masturbatoria, pesada, grave, sin ritmo: no se sabe escribir, no se da cancha a la experimentación en la representación o a cualquier tipo de renovación. Se ha raptado a golpe de falso prestigio, de comunicados internos sin ningún tipo de afectación en la sociedad, víctima de la autocensura, los lobbies de presión y (me dejo lo peor para el final) de los discípulos de discípulos de discípulos que aplican fórmulas sin pensar, no vaya a ser que Churriguera se remueva en su tumba.A ello se le añade la sospecha permanente sobre quien no sea arquitecto, cuando paradójicamente estos no arquitectos son capaces de entender y contar la arquitectura mejor que estos profesionales incapaces de ver más allá de su ombligo: ahí está el uso de la arquitectura que nos brinda el cine, los comic, la literatura y hasta los videojuegos.La arquitectura española está en forma, viviendo un momento dulce en que se construye bastante y bien, con equipos punteros, un espectro cada vez más amplio de temas tratados, Premios Pritzker con carisma, equipos que está madurando fenomenalmente bien y una más que saludable descentralización.Y no tiene quien la escriba.Habrá relatos parciales destinados a apoyar la hagiografía de tal o cual arquitecto. Habrá discursos formalistas o préstamos sociológicos que analizan muy bien las consecuencias sin ningún tipo de ambición hacia las causas ni los procedimientos. Habrá discursos de esos escritos por alguien con ganas de convertirse en el enésimo gurú a base de inventarse palabros que definan estilos que al final sirvan para hacer lobby. Hay, incluso, quien ha dibujado unos gráficos tan chulos como inútiles en que los arquitectos pueden buscarse para saber si son sosteniblepostmodernos o contextualtecnológicos o yo qué sé qué más. Si os recuerda a uno de esos tests que purulan por Facebook para saber qué personaje de Juego de Tronos eres no iréis demasiado desencaminados.Sí, yo también habría salido a fumar con Felipe VI. Le pediría que invitase: pagaría yo igual, pero de ilusiones también se vive.Enlace al artículoGente Normal, del blog ¿Arquitectamos locos? (1) Además es divertido porque se hacen putadas entre ellos. Si hay víctimas colaterales (léase los alumnos) tampoco importa demasiado.(2) Esta última, nominada a la mejor fotografía por uno de los trabajos más bellos que mi cultura cinematográfica alcanza a recordar (obra del maestro Roger Deakins) es, además, una segunda parte. Ups.
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