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Yolanda Díaz y la izquierda del Karaoke

25 de Febrero de 2022
Actualizado el 02 de julio de 2024
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Yolanda Díaz durante una intervención en el Congreso de los Diputados.

Las letras escritas de una serie de canciones, ampliamente conocidas para ser cantadas por una o varias personas con el fondo musical de las mismas, como entretenimiento, se llama karaoke. Es el primer dato que le doy a Yolanda Díaz.

El karaoke es, como el Parlamento, un establecimiento público con diferencias importantes. Allí uno acude voluntariamente y tiene la obligación de hacer una consumición mínima, solo o en compañía de otros, que también deben consumir y aceptar los horarios de apertura y cierre, acordes a la normativa municipal. Juntos o por separado pueden solicitar una canción del catálogo del local, esperando no dar mucho el cante llegado el momento.

Si uno decide cantar solito, como Juan Palomo, puede que su éxito o su fracaso se vea supeditado al juicio de aquellos que escuchan. La condescendencia y la diversión son los mejores aliados de estas estrellas nocturnas urbanas.

Pero llevar esta filosofía por la geografía española, cantando en cada lugar la tonada adecuada, por ser agradable con los paisanos, no es propio de los grandes artistas. Las canciones, los discursos y los proyectos políticos y sociales deben ser iguales y sonar de la misma manera por los que se dicen de izquierdas. Y tener claro que ser gallego no es lo mismo que ser galleguista, como ser catalán no es ser catalanista.

Estas canciones deben estar en el catálogo de la Izquierda Democrática Española, en toda su geografía, entendiendo que, ser catalán, gallego o andaluz es ser español, con el nexo común, el idioma, el castellano.

Otro dato a tener en cuenta, si se presume de haber estado en brazos de Marcelino Camacho Abad, al que "ni domaron ni domesticaron" y, como sus paisanos numantinos, resistió las afrentas de propios y los  ataques de extraños. Marcelino, Yolanda, dejó Carabanchel a su pesar, sin necesitar escolta, viajando siempre en metro y autobús.

Esa es la Izquierda Democrática Española, coherente, rebelde y responsable que necesita nuestro país, no la izquierda de un karaoke viciado que, al cierre de la legislatura, acaba apagando focos y micrófonos con la misma canción de otro gallego, Julio Iglesias: La vida sigue igual.

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