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Pagos de la industria farmacéutica a médicos en los EEUU: los datos

Federico Relimpio
Federico Relimpio
Nacido en Sevilla (España) en 1965. Estudia Medicina en la Facultad de la misma ciudad. A partir de 2009 adopta un punto de vista crítico hacia la medicina contemporánea que repercute en su ejercicio profesional y en su actividad pública. Desarrolla posteriormente una actividad literaria que compatibiliza con colaboraciones en prensa generalista y en blog personal, reivindicando un ejercicio profesional más próximo al paciente y sus necesidades. A fecha de hoy, compatibiliza su labor literaria y el articulismo con el ejercicio profesional.
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análisis

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«A pesar de la evidencia de que los conflictos financieros de interés pueden influir en la prescripción del médico y pueden dañar la confianza de los pacientes en los profesionales médicos, tales relaciones siguen siendo omnipresentes» Ahmed Sayed y colaboradores, JAMA.

Los pagos de la industria a los facultativos no son cosa nueva; hay ríos de tinta acerca del tema. Algunos ingenuos pensábamos que los controles estrictos de las autoridades en los últimos tiempos habrían limitado el fenómeno. Y, sin embargo, los datos recientes del JAMA vienen a echarnos encima un jarro de agua fría. Al menos, en lo que concierne a los Estados Unidos, claro. Porque, de allí, hay datos. De aquí, no tanto. O no tengo esa constancia. Si los hay, no sé si ha habido interés en publicarlos, ni dónde.

Hace poco más de diez años que los estadounidenses pusieron en marcha algo que, traducido, viene a denominarse «Plataforma Abierta de Pagos». Entran ahí una serie de conceptos, pero, para los propósitos del estudio que nos ocupa, se trata de los pagos en líquido o en especie que una determinada compañía farmacéutica paga a un médico como consultor, conferenciante, bebida y comida — restaurantes —, alojamiento y viajes, espectáculos, cursos, becas, donaciones benéficas u otros conceptos.

El período del estudio ha sido de 2013 a 2022, y sorprende lo detallado de los datos. Se tiene un desglose preciso por especialidad médica, por medicamento o por aparato empleado en terapia. Y, por si fuera poco, se realiza un estudio de la variabilidad, dentro de cada especialidad médica, de lo pagado por especialista, diferenciando lo cobrado por el médico de a pie y lo cobrado por el «top 0.1%» (el uno por mil que más cobra en cada especialidad; los «milmillonarios» de la profesión, por llamarlos de algún modo).

No les aburro con los datos. Pueden consultarlos dándole al clic más arriba. Me quedo con las especialidades mejor pagadas por la industria: 1) cirujano ortopédico, 2) neurólogos y psiquiatras, 3) cardiólogos, 4) hematólogos y oncólogos, 5) medicina interna y 6) endocrinólogos — por cierto, la especialidad del que les escribe estas líneas —.

Hablando de lo que me toca, siete de las 25 especialidades farmacológicas más asociadas a pagos de la industria son de uso común en mi especialidad, y tres de ellas son medicamentos de la familia ozempic. Creo que algo me toca este tema.

Pero no se crean que los pagos de la industria farmacéutica a los médicos estadounidenses son algo generalizado. Lo pueden ver en los datos: un médico de a pie en la especialidad más agasajada (cirugía ortopédica) recibió de media 1187 dólares a lo largo de todo el período de observación. No es mucho, la verdad. No merecería esta reseña.

Si lo merece, por el contrario, lo percibido por el top 0.1%: un integrante medio de esta élite recibió — a lo largo de la década — 4,8 millones de dólares en caso de los cirujanos ortopédicos; 2,5 millones para neurólogos y psiquiatras; 3 millones si el facultativo es cardiólogo; otros 3 si es hematólogo u oncólogo; apenas un millón, si es de medicina interna, pero remonta a 3.3 millones de dólares si el galeno en cuestión es endocrinólogo. El pago de la industria a los médicos estadounidenses es cosa de un puñado de VIPs.

¿Quiénes son estos VIPs de la medicina americana que se embolsan estas cantidades astronómicas? El estudio no lo dice. Cabe proponer que se trata de personas particularmente bien conectadas con la industria farmacéutica, las instituciones y el mundo de los congresos médicos y la formación en general. Gente embarcada en el complejo — y espléndidamente pagado — mundo de los ensayos clínicos y la difusión de sus resultados en los diversos saraos internacionales.

¿Y en España? El tejido es el mismo: galenos, industria farmacéutica, ensayos clínicos y congresos médicos. Están todos los ingredientes. Faltan solo los datos. ¿Cabe extrapolarlos de los americanos? ¿O se publicaron hace tiempo sin que uno se haya coscado?

El médico VIP arriba mencionado es una pieza fundamental en el desarrollo farmacológico industrial, capaz de influenciar la prescripción (y, por tanto, el gasto farmacéutico) de millones de sus colegas a lo largo de todo el mundo. También se le conoce como Key Opinion Leader (o líder de opinión). Sobre la base de esta figura, construí hace diez años mi primera novela. Me sorprende la vigencia del fenómeno. Y, por tanto, de la novela.

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