Termina al fin una tórrida y plana campaña electoral, marcada por una vaca, un pavo real, las torrijas y el onanismo. Poco más. Lejos quedan los programas electorales, para el que los tenga y los haya hecho llegar a la ciudadanía, más de 6,6 millones de potenciales electores andaluces. La ultraderecha ni siquiera eso. A Vox le basta un par de folios con un decálogo de incendiarias propuestas rupturistas de la propia autonomía andaluza para empezar a calentar el cotarro de la que se avecina el próximo 2023 a nivel nacional. Pero no es la única formación que ha utilizado literalmente estas elecciones autonómicas de Andalucía como campo de pruebas de las generales que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, convocará el próximo año. Todas, de un modo u otro, ven la cita de este próximo domingo en la comunidad más poblada del país (más de 8,5 millones de habitantes, el 18% de la población de España) como un tablero estratégico de cara a la cita de 2023. Incluso el proyecto netamente andalucista de Teresa Rodríguez cruza los dedos para saber qué posibilidades reales tendrá de seguir los pasos de otras formaciones que defienden actualmente en el Congreso de los Diputados los problemas de proximidad como seña de identidad principal, caso de Teruel Existe, por ejemplo.
Desde el dúo Feijóo-Moreno Bonilla o el de Sánchez-Espadas, o incluso el de Arrimadas-Juan Marín, pasando por el de Abascal-Olona o el de Yolanda Díaz-Inma Nieto, todos ellos forman parte de un proyecto común que se cocina y cuece en la capital del reino, muy lejos del Hospital de las Cinco Llagas (sede del Parlamento de Andalucía) o del Palacio de San Telmo (sede de la Presidencia de la Junta de Andalucía).
Feijóo ve en el candidato de su partido a la Junta su verdadera primera prueba de fuego para saber qué posibilidades reales tiene de quitarse de encima la alargada sombra de Vox, una vez que el experimento de Castilla y León se lo endilgó directamente a su antecesor en el cargo. Feijóo ansía constatar que no hace falta ser Isabel Díaz Ayuso para arrastrarse a las imposiciones de la extrema derecha, de ahí que el supuesto perfil moderado de Moreno Bonilla, “el suavón” según la expresión andaluza utilizada por la candidata de Adelante Andalucía, es el que él mismo pretende hacer llegar a Génova 13 con su liderazgo para hacer frente a Pedro Sánchez en las generales de 2023. De ahí que el potencial triunfo de Moreno Bonilla será el de Feijóo, pero una victoria insuficiente que necesite la muleta de Vox para gobernar será en todo caso un lastre que deberá sobrellevar hasta las próximas generales con la misma cara de palo que Alfonso Fernández Mañueco tiene desde que otorgó el “sí, quiero” al gobierno de coalición en Castilla y León.
También el experimento exprés de “Macarena de Graná”, alicantina empadronada en la casa del líder local de Vox en Salobreña que tiene un apego especial a su escaño en el Congreso de los Diputados, puede salirle bastante caro al líder nacional del proyecto ultraderechista, Santiago Abascal. Si no logra el objetivo principal de entrar en el Gobierno andaluz, cualquier otro resultado, como por ejemplo un aumento considerable de diputados en el Parlamento autonómico, será un brindis al sol que frena de cuajo sus proyectos iniciales cocinados desde Madrid.
Por el flanco izquierdo, el PSOE andaluz de Juan Espadas es una apuesta personal de Pedro Sánchez, que una vez pasada la página de Susana Díaz pretende ahora asentar con el tiempo justo un nuevo proyecto al que todas las encuestas dictaminan que no despega en absoluto. Moncloa y Ferraz analizarán sin dudarlo en clave nacional los resultados andaluces, tierra que hasta 2018 siempre fue el granero socialista por excelencia.
La misma pregunta en el aire
Cuatro años después, la misma pregunta sigue en el aire: ¿es una simple cuestión de movilización de la izquierda o realmente se trata de reconquistar la confianza de un votante hastiado y defraudado? La solución a esta pregunta sólo se despejará este domingo 19 de junio, con temperaturas caniculares, el fin de curso académico, puente festivo en dos de sus principales capitales (Sevilla y Granada) y la masiva huida a las playas de por medio.
Cuatro años después, la misma pregunta sigue en el aire: ¿es una simple cuestión de movilización de la izquierda o realmente se trata de reconquistar la confianza de un votante hastiado y defraudado?
El conglomerado de formaciones de izquierdas que está detrás de Por Andalucía, liderado por Podemos e Izquierda Unida en una esperpéntica inscripción inicial para estos comicios, mantiene en Madrid a Yolanda Díaz con los dedos cruzados intentando que la suma no se convierta en una resta, como ocurrió en 2018 con el proyecto de Adelante Andalucía de Teresa Rodríguez y Antonio Maíllo. Sumar, la plataforma que liderará Díaz para las generales de 2023 será más sumar si en Andalucía Inma Nieto obtiene un buen resultado que permita a la izquierda desbancar a Moreno Bonilla del poder, algo altamente improbable según todos los sondeos. En caso de traspiés, Díaz tiene la excusa perfecta de que su proyecto está aún en ciernes.
Quien únicamente no ha tenido que mirar a Madrid para recibir indicaciones de por dónde encaminar sus pasos ha sido Teresa Rodríguez y su Adelante Andalucía, un proyecto netamente andaluz, de izquierdas, y ecofeminista. Si consigue obtener representación e incluso grupo parlamentario propio, la posibilidad de llevar los problemas de Andalucía a Madrid y entrar en 2023 en el Congreso de los Diputados puede antojarse una realidad perfectamente accesible.