Ayuso y Abascal le montan una moción de censura a Feijóo

13 de Diciembre de 2022
Actualizado el 02 de julio de 2024
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Santiago Abascal ha decidido seguir adelante con su moción de censura contra Pedro Sánchez. El hombre es don erre que erre, puesto que ya presentó una en su día y la perdió. Un españolazo que se viste por los pies nunca da su brazo a torcer y siempre insiste en sostenella y no enmendalla. Ahora va por la segunda intentona, que está abocada al mismo fracaso que la anterior. El líder de Vox cree que lo tiene todo atado y bien atado y su plan es iniciar una ronda de conversaciones con las fuerzas políticas afines, buscar a “una persona neutral” como candidato alternativo a Sánchez que adquiera el compromiso de convocar inmediatamente elecciones generales y acto seguido darle el golpe de gracia al presidente del Gobierno en el Parlamento.

Todas estas elucubraciones son castillos en el aire, delirios de grandeza, una ensoñación del dirigente ultraderechista, ya que nadie, ni siquiera el PP, le sigue en sus aventuras políticas enloquecidas. Solo el polifacético Toni Cantó parece comprarle el discurso como queriendo quedar bien con el que puede ser su superior en un futuro no muy lejano. Ya se sabe que Cantó ha transitado por todos los partidos de derechas de este país, desde UPyD hasta el PP pasando por Ciudadanos, y ya solo le falta recalar en algún chiringuito de Abascal. El exactor anda haciéndole la pelota al líder ultra en Twitter, donde le ha sugerido los nombres de Joaquín Leguina o Rosa Díez como posibles candidatos a “personaje neutral” para liderar la transición postsanchista. El bueno de Toni debe pensar que colocando a un amiguete en el poder él tendrá asegurado su futuro laboral.

Lógicamente, Alberto Núñez Feijóo no quiere ni oír hablar de una precipitada moción de censura que solo serviría para consumar una nueva derrota y reforzar al Gobierno de coalición. El gallego se siente presionado por la extrema derecha, pero se resiste a ir al dictado que le marca Abascal y, en lugar de recurrir a la estrategia de echar a Sánchez por la puerta de atrás de las Cortes, él prefiere hacerlo en unas elecciones anticipadas, que estos días va pidiendo con insistencia. Parece claro que el nuevo responsable del proyecto popular trata de quitarse de encima el corsé verde de Vox. El problema es que es demasiado tarde. Cuando decidió cogobernar con los ultras en comunidades autónomas como Madrid, Castilla y León y Murcia unió su destino al de la derecha más africanista y carpetovetónica de este país. Y ya para siempre.

No solo el posfalangismo ibérico intenta marcarle el paso a Feijóo. En su propio partido tiene a una pequeña trumpita de claro estilo voxista que no para de tirarle chinitas y ponerle palos en las ruedas cada vez que puede para que tropiece y dé el definitivo giro a la extrema derecha. Ayuso, quizá la líder que mejor representa las esencias de la derechona más dura y autoritaria de toda Europa, sueña con voxizar el PP algún día y le ha dicho a su presidente que se olvide de pedir elecciones anticipadas antes de los decisivos comicios autonómicos de Madrid, que ella cree tener ganados sin despeinarse. Ayer mismo, durante la tradicional cena navideña del Partido Popular, la lideresa castiza le dejó claro al todavía máximo dirigente conservador que lo primero es su juguete particular, o sea, su victoria cantada en las elecciones madrileñas, y luego que él se apañe con Sánchez. El plan de la emperatriz de Chamberí resulta maquiavélico, ya que traza una secuencia letal para el mandamás gallego: primero sale victoriosa de su cita con las urnas (y reforzada en el partido); después el jefe no logra echar a Sánchez del poder, hundiéndose en la miseria; y finalmente a ella le dan el despacho de Génova 13 y la posibilidad de instalarse en la Moncloa, un casoplón muy cuqui casi en la sierra que desde siempre le ha gustado y que codicia desde hace tiempo. Los hoteles de Kike Sarasola se le quedan pequeños y no ve el momento de mudarse a la gran casona sede del Gobierno de España.

Lo cual que Feijóo tiene dos problemas, uno externo que se llama Abascal y otro interno que no es otro que Isabel Díaz Ayuso. Entre ambos le están haciendo la pinza, la envolvente, o sea la cama. Así que cuidado con la moción de censura de Vox porque quizá no vaya directamente dirigida contra Pedro Sánchez, sino más bien a la línea de flotación de la actual cúpula directiva de Génova 13. En las últimas horas se ha filtrado que el propio Abascal ha contactado con diversas personalidades de la sociedad civil con el fin de subirlos al carro de su ofensiva parlamentaria. Entre ellos estarían la presidenta de Ciudadanos, Inés Arrimadas; la exlíder de UPyD, Rosa Díez; Alejo Vidal Quadras, exdirigente del PP y de Vox; el empresario y exdiputado de Ciudadanos Marcos de Quinto; y (agárrense los machos) algunos dirigentes del Partido Popular, aunque no da nombres porque quiere ser discreto.

¿Quiénes son esos políticos genoveses que estarían dispuestos a dar el paso y sumarse a la moción de censura impulsada por los nostálgicos del régimen anterior? La misma gente que decapitó a Casado y que ahora quiere la cabeza del Macbeth gallego. No hay que ser muy listo para concluir que al ala ayusista, al sector más ultra del PP, le gusta la letra y la música que está componiendo el Caudillo de Bilbao. En su rueda de prensa de ayer, Abascal dio pistas de por dónde van los tiros al exigir al PP que se sume ya a la conjura, de modo que Feijóo debería andarse con cuidado porque esta maniobra política quizá no vaya dirigida contra Sánchez, que tiene la batalla ganada por número de escaños, sino contra él mismo, que puede quedar como un tibio, blandengue, soso o pusilánime ante ese electorado de derechas que, en medio del clima de crispación creado por la reforma de los delitos de sedición y malversación, pide caña y leña al mono contra el socialcomunista monclovita.

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