Bendodo, el chivo expiatorio del fracaso de Feijóo para llegar a la Moncloa

28 de Noviembre de 2023
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Bendodo Foto portada

Casi lo primero que hizo el presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, cuando agradeció a Pablo Casado los servicios prestados y lo apartó ipso facto para asumir él el liderazgo del partido en abril de 2022, previa alfombra roja, fue echar mano de Elías Bendodo, mano derecha del presidente de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla, y el hombre de su total confianza aún en la actualidad. Quería repetir la estrategia del palo y la zanahoria que al líder andaluz le había ido a las mil maravillas para dejar a los ultras de Vox en la insustancialidad de la oposición después de cuatro años de un matrimonio de conveniencia que Moreno Bonilla supo gestionar con mucho lirili y poco lerele, apropiándose incluso de alguna que otra iniciativa ultra para su acomodo partidista. Las pasadas elecciones generales del 23-J demostraron a Feijóo que Andalucía no es España y mucho menos aún Galicia. En ninguno de esos escenarios tuvo a Pedro Sánchez enfrente.

La reorganización forzosa de la cúpula de dirección del PP, tras la fracasada investidura del ganador de las pasadas elecciones generales, ha evidenciado las intenciones de Feijóo para los próximos cuatro años de legislatura. Mucho barro en el Congreso de los Diputados y matraca a discreción en la retaguardia desde el Senado y las comunidades autónomas donde gobiernan los populares, con y sin los ultraderechistas como socios. Para este cometido concreto ha relegado al hasta ahora número tres del partido, Elías Bendodo, que no sólo no vuelve a casa, a Andalucía, por Navidad, a los brazos de Moreno Bonilla, como era su intención personal, sino que además debe purgar las culpas por sus continuos y a veces estruendosos errores de estrategia cometidos en este año y medio que Feijóo ha empleado infructuosamente en asaltar la Moncloa. De paso, Feijóo se asegura con esta nueva reorganización de la cúpula del PP que Bendodo no pueda articular con su verdadero valedor, Moreno Bonilla, cualquier posible intento de asalto a Génova desde Andalucía. Toda precaución es poca, visto lo visto como se las gastan en el Partido Popular.

Elías Bendodo

Las agresivas campañas de acoso y derribo a ‘Perro Sanxe’, apodo de la caverna mediática de ultraderecha apropiada sin rubor por Génova 13 para ir con todo contra el líder socialista, no han servido más que para reactivar al votante de izquierdas y frenar lo que según casi todos los sondeos, que también fracasaron estrepitosamente, vaticinaban como una victoria inapelable de las derechas de PP y Vox, que podrían gobernar supuestamente en coalición, como así lo están haciendo ya de facto en numerosas comunidades autónomas. Llegó el 23-J y los planes en el aire del PP se vinieron abajo de sopetón. En aquel balcón de Génova 13, la noche del 23-J no fue estival sino heladora. Las miradas desencajadas se podían detectar sin tener que afinar mucho la vista. También hubo miradas perdidas en el infinito que lo decía todo al día siguiente (como lo refleja la imagen que encabeza esta información), en la Junta Directiva Nacional reunida en la misma sede nacional del partido.

Bendodo no solo no vuelve a casa, a Andalucía, por Navidad, como era su intención personal, sino que además debe purgar las culpas por sus continuos y a veces estruendosos errores de estrategia

Ahora, una vez con el gobierno de coalición de Pedro Sánchez con Sumar en funcionamiento tras el apoyo de los independentistas catalanes vía ley de amnistía, y tras largas semanas de paripé para un debate de investidura de Feijóo que se supo fallido desde el minuto cero, la realidad se antoja tortuosa para el PP en la oposición del Congreso de los Diputados, pese a que controla la Cámara Alta, la mayoría de comunidades autónomas y numerosos ayuntamientos. La Moncloa tendrá que esperar mejor momento, y mientras tanto Feijóo ha hallado en el cargo del coordinador general del partido, que por cierto desaparece en el nuevo organigrama del partido, su chivo expiatorio perfecto sobre el que cargar las culpas del fracaso.

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