Europa celebra el 80 aniversario del desembarco de Normandía, la batalla que cambió el rumbo de la Segunda Guerra Mundial. El presidente de EE.UU., Joe Biden, llegó ayer a París para participar en los actos de conmemoración del 'Día D' en un momento especialmente sensible, a las puertas de unas elecciones europeas y con Rusia arreciando en su ofensiva contra Ucrania. La amenaza de Putin es cada vez más real (en los últimos días los ejércitos del Kremlin han avanzado posiciones sobre el flanco este del país y Zelenski empieza a ver cómo se tambalea la defensa de Kiev). En España se habla poco de todo eso (estamos enfrascados en nuestras cosas domésticas, el caso Begoña Gómez y las cartas de Sánchez) pero basta con conectar con un informativo de la televisión polaca para entender que por aquellas tierras no les llega la camisa al cuello ante el redoble de los tambores de guerra en la frontera oriental.
Biden llega a París, en medio de los actos del Día D, mientras la prensa estadounidense cuenta que Donald Trump anulará todos los compromisos internacionales si gana las próximas elecciones presidenciales en noviembre. Es la vuelta a la política del aislacionismo. Si este hombre hubiese sido el presidente de la primera potencia mundial en 1940, Hitler habría llegado hasta las playas de California. Mientras tanto, continúan en Ucrania los combates más encarnizados y mortíferos desde la Segunda Guerra Mundial. La situación es extremadamente tensa y los países occidentales buscan fórmulas y golpes de efecto para poner pie en pared y disuadir a Putin de que siga avanzando hacia territorio de la UE. Se barajan varios escenarios, desde multiplicar el envío de armas hasta desplegar fuerzas de una coalición de países OTAN sobre el terreno. Estados Unidos ya ha dado un paso más en la escalada al permitir que el Gobierno de Zelenski pueda lanzar los misiles de fabricación yanqui sobre suelo ruso, concretamente sobre la frontera con Ucrania. Ahora Washington espera que sus aliados se involucren más en el conflicto. España, de momento, se niega a participar en una operación que supondría, casi con toda seguridad, aceptar bajas en el frente. Otros países como Reino Unido y Francia están dispuestos. Alemania e Italia se mantienen a la expectativa.
En los próximos días, Macron podría enviar instructores militares franceses a Ucrania a pesar de las preocupaciones de algunos aliados y las duras amenazas y críticas de Rusia. Su decisión sería anunciada la próxima semana durante una visita del presidente ucraniano, según han asegurado tres fuentes diplomáticas a la agencia Reuters. Los diplomáticos afirmaron que París espera forjar y liderar una coalición de países que ofrezcan este tipo de ayuda al esfuerzo bélico de Kiev, a pesar de que algunos de sus socios de la Unión Europea temen que ello pueda hacer más probable un conflicto directo con Rusia.
Francia enviaría inicialmente un número limitado de personal para evaluar las modalidades de una misión antes de enviar varios centenares de instructores, dijeron dos de los diplomáticos. La formación se centraría en el desminado, el mantenimiento operativo de los equipos y los conocimientos técnicos para los aviones de guerra que proporcionaría Occidente, afirmaron. París también financiaría, armaría y entrenaría a una brigada motorizada ucraniana. “Los acuerdos están muy avanzados y podríamos esperar algo la semana que viene”, dijo una de las fuentes.
El presidente ucraniano, Volodymyr Zelenski, tiene previsto viajar hoy a Francia. Mañana mantendrá conversaciones con el presidente francés en París. El comandante en jefe de Ucrania aseguró el lunes que había firmado la documentación que permite a los instructores militares franceses visitar pronto los centros de entrenamiento ucranianos. Sin embargo, Putin cree que la presencia de militares franceses regulares en Ucrania es el paso hacia un conflicto global.
Francia ha entrenado a unos 10.000 soldados ucranianos desde que Rusia invadió Ucrania en febrero de 2022, pero lo ha hecho amparado por la Unión Europea. La nueva misión no estaría bajo los auspicios de la UE o la OTAN, dijeron los diplomáticos. La visita de Biden a Normandía coincide con desavenencias cada vez más profundas entre Estados Unidos y muchos aliados europeos sobre cómo gestionar la guerra en Gaza. La unidad de acción internacional de Occidente que parece factible en el caso de la guerra de Ucrania no se antoja fácil cuando se trata de hablar de la invasión de Palestina por parte de Israel. España, por ejemplo, ha optado por desmarcarse del régimen de Tel Aviv y declarar el reconocimiento del Estado palestino. La decisión no ha gustado a Biden, que hasta hoy parecía tener buena sintonía con Pedro Sánchez. Los últimos acontecimientos en la Franja de Gaza han hecho que Estados Unidos vuelva a la tradicional política de “amistad con reservas” en relación con nuestro país. Hoy el inquilino de la Casa Blanca se fía menos de Sánchez que hace seis meses, cuando ambos se codeaban como buenos amigos en las cumbres de la OTAN.