El escenario electoral que ha dejado el 13-F en Castilla y León pone un plato envenenado al presidente andaluz, Juan Manuel Moreno Bonilla, que probablemente tendrá que retrasar todo lo que pueda hasta después de verano la activación del botón electoral para las andaluzas de este año si no quiere verse cara a cara con la ultraderecha hablándole de tú a tú. El pan como unas hostias malcocinado por Genova 13, tras un calendario electoral forzado poco menos que kamikaze, deja al presidente andaluz en una difícil tesitura, consciente de que ya tiene escaso margen de maniobra después de la nefasta estrategia marcada desde Madrid por la cúpula nacional del PP.
Cuando el presidente andaluz se fue el pasado viernes 28 de enero a un mitin en Salamanca junto al candidato del Partido Popular a las Cortes de Castilla y León, dejando sin el más mínimo rubor su escaño vacío del Parlamento autonómico mientras sus señorías debatían en un pleno extraordinario sobre el dramático estado en que se encuentra la sanidad pública andaluza, nunca midió la resonancia que tendría aquel gesto, espoleado sin tapujos a través de la redes sociales por la oposición política con incontables fotos del sillón vacío mientras lograba al unísono aumentar el malestar en la sanidad pública de la comunidad, palpablemente extenuado por la pandemia y sobre todo por el colapso de la atención primaria provocado durante la sexta ola, tras los recortes de 8.000 empleados sanitarios ordenados por el ejecutivo de Moreno Bonilla justo al inicio de esta última escalada de contagios.
Ni Mañueco es Ayuso, ni tampoco Moreno Bonilla ni mucho menos Pablo Casado y su guardia pretoriana de Génova 13
Durante su intervención en Salamanca, Moreno Bonilla tiró de humor para desearle suerte a su homólogo castellanoleonés, al que Génova ha lanzado al ruedo electoral por sorpresa y anticipadamente como prueba de entrada a la cita de las andaluzas para relanzar el liderazgo de Casado ante los empellones de la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, por hacerse con la dirección nacional del partido. El presidente andaluz dijo ese día entre risas que el PP estaba obligado a sacar “buenos resultados” por lo que considera “buenas razones”, que no son otras que mantener el poder en ambas autonomías al tiempo que le regalan una bombona de oxígeno a Casado en su propósito de llegar con aire a disputar La Moncloa a Sánchez.
El escenario menos deseado
Indudablemente, el vector con el que no contaban en la sede nacional del PP el día que activaron manu militari su agenda electoral en estas comunidades gobernadas cómodamente con Ciudadanos es que a partir de ahora será la ultraderecha la que marque los tiempos y el guion durante los próximos años. En definitiva, el escenario menos deseado por un PP que se creía sobrado para sacar una mayoría tan holgada como la que logró Díaz Ayuso en Madrid el pasado mayo. Pero ni Fernández Mañueco es Ayuso, ni tampoco Moreno Bonilla ni mucho menos Pablo Casado y su guardia pretoriana de Génova 13.
El vector con el que no contaban en la sede nacional del PP el día que activaron manu militari su agenda electoral en estas comunidades gobernadas cómodamente con Ciudadanos es que a partir de ahora será la ultraderecha la que marque los tiempos y el guion
“Esto es como cuando va uno a una prueba y está nerviosito perdido, que le tiemblan las piernas, y le dice pasa tú delante que a mí me da la risa. Yo estoy así, que le he dicho: Alfonso tira tú, tú ve primero”, dijo Moreno Bonilla en Salamanca mientras su escaño vacío en la Cámara andaluza se hacía viral en las redes ese día. Pues dicho y hecho: Mañueco ha ido primero y ha ganado las elecciones en Castilla y León, pero no como esperaban ni habían programado. Ni mucho menos. Lo ha hecho de forma pírrica a costa de un ascenso meteórico de la ultraderecha, que ha dejado exangüe a Ciudadanos. Ahora es Moreno Bonilla el siguiente y los resultados de este 13-F en la comunidad más extensa y despoblada del país no son lo que esperaba el presidente de la región más poblada y segunda más extensa, que tendrá claro a partir de ahora, con el ‘experimento’ de Castilla y León, que activar prácticamente ya el botón del adelanto electoral en Andalucía, como ansía Vox, tendría un efecto mimético en el sur, como también han vaticinado prácticamente todos los sondeos realizados para las próximas andaluzas de este año.
De todos modos, Moreno Bonilla es consciente de que no puede seguir gobernando en minoría junto a un partido, Ciudadanos, en serio proceso de desaparición a nivel nacional, y con los apoyos puntuales, ley a ley, del PSOE, principal partido de la oposición, toda vez que la ultraderecha ha dejado ya de respaldar al primer gobierno conservador de Andalucía tras casi cuatro décadas de gobiernos socialistas. Un pan como unas hostias en toda regla para el PP a todos los niveles y en especial en Andalucía para Moreno Bonilla, al que ya no le llega la camisa al cuerpo ni sonríe tanto como en Salamanca el pasado enero, cuando en el Hospital de las Cinco Llagas, sede de la soberanía del pueblo andaluz, se debatía sobre el colapso del sistema sanitario público de la comunidad.