La traición tiene premio en el PSOE de Pedro Sánchez, siempre que esa traición beneficie a los intereses del líder supremo. En las primeras horas de la noche del sábado se conoció la composición de la Ejecutiva Federal y, como no podía ser de otro modo si se piensa desde el sanchismo, se ha premiado a los críticos de Juan Lobato.
En concreto, se ha incluido al alcalde de Fuenlabrada, Francisco Ayala, y a Enma López, quien en los últimos meses ha sido la portavoz del 41 Congreso. No se trata de que estas personas hayan realizado una traición directa a Juan Lobato, sino que todo el sector crítico ha estado lanzando desde hace años la idea de que el exlíder de los socialistas madrileños tenía la intención de asaltar el liderazgo de Sánchez. Eso era falso, pero era un modo de encender las alertas en Ferraz.
La caída de Lobato por hacer lo que tenía que hacer cuando tuvo dudas sobre la procedencia de los documentos que le pasaron desde Moncloa, tenía que ser premiada por el líder supremo. Se le ha quitado de en medio una amenaza y los que llevan socavando durante años la imagen del exsecretario general de los socialistas madrileños.
Por otro lado, el resto de los líderes regionales críticos con Sánchez deben colocarse en alerta máxima, porque lo de Lobato ha sido un ejercicio de ejemplarización. Sánchez ha colocado su dedo decisor en Santos Cerdán para «revitalizar los liderazgos territoriales». Esto, en el lenguaje sanchista, sólo tiene un significado: habrá más purgas.