En el efecto está el defecto. Y en este resacoso 15-F, día del dinosaurio de Monterroso trasladado al entuerto catalán, se puede comprobar a la perfección punto por punto. La hábil maniobra de los socialistas de imponer al amortizado ex ministro de Sanidad Salvador Illa como candidato del PSC a las elecciones catalanas ha logrado el que hasta ayer mismo parecía un sueño poco menos que utópico: ganar las elecciones catalanas. Hacía casi dos décadas que no lo lograban desde el triunfo en número de votos de Pasqual Maragall. Pero del sueño a la pesadilla apenas van dos cabezadas. Y en ésas está ahora el PSC.
Cuando el PSC asumió el reto de darle la vuelta a los pronósticos con la elección de Illa sí contemplaban en sus planes una victoria, pero noun plan B
El candidato Illa ha cumplido los pronósticos que avalaban el ‘efecto’ de su elección. El defecto es por todos conocido: gracias en buena medida a esta misma maniobra política del PSC, el independentismo ha logrado reforzar su poderío y los votantes independentistas esta vez si han superado la barrera psicológica del 51% de los sufragios, pese al desplome importante de la participación en plena pandemia. He ahí el defecto. ¿Y ahora qué? Pues probablemente el dinosaurio de Moterroso, que seguía ahí como seguía ahí cuando Inés Arrimadas, la candidata de Ciutadans en la cita autonómica del 21 de diciembre de 2017, poco más de dos meses después de aquel catártico 1-O y todo lo que vino después, arrasó inútilmente en las urnas y obtuvo 36 diputados. Este 14-F, Ciutadans sólo ha obtenido seis representantes.
Avanzar o no avanzar, ese es el dilema
El ex ministro de Pedro Sánchez ha ganado uno de los comicios más complejos del panorama político actual en España, que no sólo lo son por haberse celebrado en pleno pico de la tercera ola de la pandemia. Eso quizás era lo de menos. Por ello, en el efecto venía implícito el defecto. La victoria a los votos, que no en escaños, del PSC este 14-F pone a los socialistas ante el verdadero dilema: ¿quiere o no avanzar hacia un gobierno de izquierdas dando la mano a ERC en su innegociable calendario soberanista? Y sobre todo: ¿qué plan tiene Illa, si asume la presidencia de la Generalitat, para resolver la situación de los políticos que encabezaron la Declaración Unilateral de Independencia (DUI) en 2017 y que actualmente cumplen contundentes penas de prisión por sedición?
Cuando el PSC asumió el reto de darle la vuelta a los pronósticos con la elección de Illa sí contemplaban en sus planes una victoria, pero probablemente no habían pensado un plan B que le diese continuidad al triunfo para poder gobernar en caso de un reforzamiento del bloque independentista, como así se ha producido este pasado domingo. Por ello, el triunfo del ex ministro de Sanidad corre un serio riesgo de seguir la estela del que cosechara Arrimadas hace tres años, sobre todo visto lo visto con el pacto en plena campaña electoral firmado por todos los partidos independentistas para no conformar programas de gobierno con los socialistas. Qué duda cabe que en el origen de este pacto de los independentistas se hallaba un intento de minar la fuerza del candidato socialista.
A partir de ahora, la política toma el relevo. Cataluña ha vuelto a hablar, y lo ha hecho de forma clara, aunque en múltiples direcciones. Ahora deben ser los políticos los que sepan interpretar la decisión del pueblo. Y ahí está el verdadero problema.