El independentismo está en manos de Laura Borrás

07 de Julio de 2022
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En estos tiempos que corren, el panorama político adolece por la falta de líderes carismáticos. Al menos, esa es la sensación que tenemos muchos nostálgicos de tiempos en los que los cabeza de cartel tenían una capacidad de oratoria bastante más jugosa que la de la media actual. Por eso, cuando aparece una figura lo suficientemente ingeniosa e incisiva, se abre paso rápidamente entre la mediocridad reinante. Ese es el caso de la actual presidenta del Parlamento de Cataluña, Laura Borràs.

La heredera

La líder de JuntsxCat se ha erigido por méritos propios no sólo como la representante incuestionable de su partido, sino del independentismo más combativo. Ese creado a imagen y semejanza de Carles Puigdemont. Borrás se ha convertido en la heredera del presidente de la Generalitat que se atrevió, aunque por breves instantes, a declarar a Cataluña como una república independiente. La presidenta del Parlament ha estado ahí, como última muestra de ello, Borràs se ha atrevido a contabilizar, en una votación celebrada esta semana, el voto delegado del diputado Lluís Puig, que reside en Bélgica desde 2017, pese a haber sido anulado por el alto tribunal.

El peso de la justicia

Parece que a valiente no le gana nadie, pero Laura Borrás puede convertirse en la espada de Damocles para su partido y para el independentismo que apuesta por la confrontación abierta con el Estado. Sobre ella se cierne el peso de la justicia por su supuesta implicación en el fraccionamiento de contratos para, presuntamente, beneficiar a su amigo Isaías H. en su etapa al frente de la Institució de les Lletres Catalanes. A la Fiscalía solo le falta decidir las penas que pide para Borrás como último paso para abrir el juicio contra ella.

Ensuciar el nombre

Sin Borrás su partido quedaría descabezado. Por mucho que JuntsxCat haya apostado por la bicefalia nombrándola a ella presidenta y a Jordi Turull secretario general. Borrás parece que quiere hacer pasar su caso de presunta corrupción como una de las artimañas urdidas por la policía patriótica para acabar con el independentismo. Así que quizá no sea tan valiente y nos vuelva a demostrar que muchas veces detrás del carisma se esconden figuras capaces de todo en política, incluso de orquestar terrorismo de estado en nombre

Así que quizá, en vez de oradores magistrales se necesitan servidores públicos que antepongan principios a beneficios propios. Como ha sido el caso de una clase política, el soberanismo catalán, que, aunque falta de carisma, ha sido capaz de defender sus ideales hasta el punto de ir a prisión. Borrás puede ensuciar el nombre de independentismo si no dimite a tiempo.

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