El PP ha pasado de enarbolar la “responsabilidad histórica” de España con el pueblo saharaui a borrarlo de su programa electoral

24 de Marzo de 2022
Actualizado el 02 de julio de 2024
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Aznar-Mohame VI

Los bandazos del PSOE en el conflicto saharaui son tan clamorosos como los del Partido Popular a lo largo de casi medio siglo de disputa con Marruecos, pero ahora lo camufla bajo una calculada indefinición que realmente oculta un claro posicionamiento a favor de la autonomía saharaui bajo el mando de Marruecos, en clara sintonía con el histórico viraje protagonizado estos días por el Gobierno de Pedro Sánchez.

El PP ha pasado de enarbolar la “responsabilidad histórica de España” con el pueblo saharaui a defender sin más un tratado de buena vecindad con el reino de Marruecos, borrando de facto cualquier rastro de aquella “responsabilidad histórica” de la que hablaban los líderes populares anteriores a Pablo Casado. Tanto Manuel Fraga, como José María Aznar y Mariano Rajoy llevaban en sus programas electorales con que concurrieron a las elecciones generales el apoyo explícito a la libre determinación del pueblo saharaui con la celebración de un referéndum de autodeterminación, tal y como se recoge en las resoluciones de Naciones Unidas sobre el conflicto saharaui tras la ocupación del territorio por Marruecos en 1975.

Borrado completo

La llegada a la presidencia del PP de Pablo Casado fue la que propició un viraje completo de los populares respecto al problema del Sahara Occidental. El programa del PP para los comicios generales del 28 de abril de 2019 no llevaba ninguna propuesta sobre el Sahara Occidental entre las 500 medidas anunciadas. Comenzaba aquí el borrado completo a una línea argumental con el problema saharaui que los populares habían mantenido más o menos sin altibajos desde la reinstauración de la democracia.

El programa electoral con el que Casado concurrió a las elecciones generales por primera vez en abril de 2019 sí recogía, en cambio, en su apartado “Acción exterior”, un deseo expreso de redoblar la colaboración con los países norteafricanos, “especialmente con Marruecos, a quien ofreceremos un nuevo Tratado de buena vecindad, amistad y cooperación”. Ya no quedaba nada de aquella mano extendida que el mismísimo Manuel Fraga ofreciera al pueblo saharaui en 1979. Entonces, la Alianza Popular del dirigente gallego, que se presentó a las generales de aquel año bajo el paraguas de Coalición Democrática, recogía en su programa de Gobierno la “defensa de la autodeterminación de los pueblos del Sahara y apoyo a la resolución de las Naciones Unidas”.

Posteriormente, también el PP de José María Aznar mantenía la sensibilidad y compromiso con el pueblo saharaui recogido en las resoluciones de Naciones Unidas. El ya Partido Popular de Aznar como candidato, apuntaba en su propuesta electoral de las elecciones de 1993 que España tenía la obligación de “apoyar la celebración del Referéndum en el Sahara en cumplimiento de las resoluciones de Naciones Unidas”. También en las elecciones que Aznar ganó en 1996 el PP reconocía expresamente que el Sahara Occidental era “una preocupación importante para la política exterior española que se moverá en el marco de las resoluciones de Naciones Unidas”.

El programa del PP para los comicios generales de abril de 2019 no llevaba ninguna propuesta sobre el Sahara Occidental entre las 500 medidas anunciadas

En esta misma línea argumental prosiguió después bajo la presidencia popular de Mariano Rajoy. El programa electoral del PP en las generales de 2008 recogía la mención explícita a la “responsabilidad histórica de España” con el pueblo saharaui. Esta misma línea se mantuvo más o menos igual en posteriores programas electorales del PP de 2011, 2015 y 2016. En estos dos últimos, el PP defendía el papel central de Naciones Unidas en la resolución del conflicto y apostaba por “una solución política, justa, duradera y mutuamente aceptable que prevea la libre determinación del pueblo del Sahara Occidental en el marco de las disposiciones conformes a los principios y propósitos de la Carta de Naciones Unidas”.

La llegada de Casado al PP rompió de cuajo esta supuesta sensibilidad del principal partido de la oposición con el pueblo saharaui y su reclamación histórica. Y lo hizo cubriendo el problema bajo el manto del silencio. De ahí la indefinición ahora de Cuca Gamarra, portavoz popular en el Congreso de los Diputados, cuando esta semana hasta en tres ocasiones rehusó responder a la pregunta de si apoyaba un referéndum para resolver el problema, como defiende el mandato de Naciones Unidas. El periodo de transición en que se encuentra actualmente el PP, con Alberto Núñez Feijóo como nuevo líder in pectore, chirría también en esta ausencia de posicionamiento oficial sobre un tema de Estado como es el conflicto del Sahara Occidental, en el que España ha sido hasta ahora un eslabón fundamental para su resolución definitiva previa celebración de un referéndum de autodeterminación como insta Naciones Unidas desde la ocupación de estos territorios por Marruecos en 1975 ante la inacción de España, su hasta entonces metrópoli.

Sintonía de facto del PP de Casado y Feijóo con el viraje de Sánchez

Sólo en este contexto puede entenderse la airada respuesta de estos días del expresidente Aznar al giro copernicano dado por el Gobierno de Sánchez al tema saharaui. El ex presidente considera un “error histórico” el bandazo dado por Sánchez plegándose a los designios de Marruecos, y lo culpa de haber mandado un “mensaje de debilidad” a Marruecos que España pagará “muy claro”.

Poca diferencia hay, en cambio, entre esta nueva propuesta del Gobierno de Sánchez y el silencio impuesto desde los tiempos de Casado hasta hoy, en los que directamente el problema saharaui ha sido borrado de sus principales preocupaciones electorales al tiempo que se ofrecía también a Marruecos para impulsar “un nuevo Tratado de buena vecindad, amistad y cooperación”. Poca o ninguna diferencia en este sentido entre el Gobierno de Sánchez y el PP de Casado y el de transición a la era Feijóo. El destino del pueblo saharaui queda de este modo claramente huérfano de la que hasta hoy es su potencia administrativa de iure.

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