Vox es el partido español de la extrema derecha. Sin embargo, la formación ultra tiene muchos matices y facciones ideológicas que, una vez que los resultados electorales han ido a peor, han mostrado sin ningún tipo de pudor las luchas internas en las que, por cierto, está ganando Jorge Buxadé, el líder del falangismo o el representante de las estrategias basadas en preceptos absolutamente fascistas.
Aunque todos los dirigentes de Vox tienen ese ramalazo patriótico-imperial, su negacionismo de la violencia de género, su machismo, su homofobia, su xenofobia y su racismo, entre otras cosas, la realidad es que, dentro de la barbarie, había matices que los diferenciaban.
Dentro de Vox había muchas almas, y una de ellas era la liberal, en la que, además de los conceptos de la extrema derecha, se defendían elementos de corte liberal que humanizaban un poco a los bárbaros. Esta facción ha sido absolutamente purgada por parte de la nueva dirección impuesta por Santiago Abascal y en la que se ha colocado en los puestos de más poder orgánico al ala más dura, es decir, a la más cercana al fascismo, a la que ya empieza a hablar de "limpieza de sangre".
Entre los máximos representantes de esta ramificación está el falangista Jorge Buxadé e Ignacio Garriga. Esta corriente está más cercana al antiglobalismo, a las teorías de la conspiración de la extrema derecha, a los preceptos de Qanon, que a la defensa del nacionalismo español dentro del respeto a determinados elementos de la democracia.
Por eso, la salida de Iván Espinosa de los Monteros o de Víctor Sánchez del Real aleja a Vox de las esencias democráticas y coloca a Alberto Núñez Feijóo en una situación de dependencia de un partido que se ha tirado al monte, como hicieron los falangistas en el 36.
El político madrileño, según ha publicado El Mundo, va a anunciar hoy su renuncia al poder orgánico en Vox y la entrega de su acta de diputado, un paso más que demuestra que el partido de extrema derecha está endureciendo su estrategia hacia las posiciones más cercanas al fascismo que a las del constitucionalismo.
Macarena Olona, en una entrevista concedida a Diario16, señaló que "a diferencia de la deriva de Vox y del discurso de Vox, que no es de ahora, que ha sido paulatina y que ha llevado a modificar el discurso donde antes se hablaba de la necesidad de un proceso de migración ordenada, ahora se combate la inmigración por cuestión de pureza de sangre, lo que se asemeja a otro tipo de discursos que vemos, por ejemplo en Francia con Le Pen, donde no se combate la inmigración ilegal a las personas migrantes en situación irregular, se combate la inmigración porque se considera que es un elemento que atenta contra la pureza de sangre del país, lo que en otras épocas históricas, ha llevado a exterminar a seres humanos […] No ha sido fácil el camino que llevo recorrido porque hay que ser muy valiente para salir de una secta y enfrentarte a ella. Te llaman despechada, te llaman loca, te llaman puta, te amenazan, te acosan, difunden vídeos sexuales falsos sobre ti."