Feijóo contra Ayuso: "Lo que hace Israel es inadmisible"

El líder del Partido Popular, además, ha criticado a Pedro Sánchez por no decir que Hamás es una organización terrorista cuando tanto el presidente como el gobierno han sido contundentes en esa afirmación y en reclamar la liberación de los rehenes

08 de Septiembre de 2025
Actualizado a las 11:54h
Guardar
Feijóo contra Ayuso
Alberto Núñez Feijóo en una imagen de archivo | Foto: Partido Popular

Alberto Núñez Feijóo, líder del Partido Popular, no suele dejar escapar oportunidades para subrayar sus diferencias con Pedro Sánchez. Esta semana encontró dos escenarios inusuales para hacerlo: uno fue el solemne acto de apertura del año judicial, al que decidió no asistir, y otro la política exterior española frente a la guerra en Gaza. En ambos casos, Feijóo buscó proyectar autonomía, incluso a costa de tensar la relación con el Palacio de la Zarzuela y de cuestionar la legitimidad de la acción internacional del Ejecutivo.

El primero de los gestos, su ausencia del acto judicial, provocó murmullos por lo inédito de un desplante que suele interpretarse como un rito de Estado. Feijóo no tardó en explicarlo: habló personalmente con el rey Felipe VI, le comunicó sus razones y recibió, según su propia versión, comprensión, algo que pretende trasladar a la ciudadanía el asentimiento del monarca. “El Rey me ha dicho que entendía y tomaba nota”, dijo Feijóo, con la naturalidad de quien exhibe el aval del jefe del Estado para justificar su desafío. No es común que un dirigente de la oposición airee una conversación con el monarca. El gesto revela tanto el afán de distinción de Feijóo como el clima crispado en el que se mueve la política española. 

El segundo frente se abrió con la comparecencia de Sánchez, en la que el presidente anunció un paquete de nueve medidas destinadas a frenar lo que describió como “genocidio en Gaza”, incluido un embargo de armas a Israel. Feijóo, sorprendentemente, coincidió en lo esencial: “Confundir a los civiles en Gaza con Hamás es inadmisible. Bloquear ayuda humanitaria, imperdonable. Israel tiene que cumplir el derecho internacional”, dijo. Fue un raro momento de convergencia discursiva en política exterior.

Pero la tregua duró poco. El líder del PP reprochó a Sánchez no haber dicho al mismo tiempo que Hamás es una organización terrorista ni haber exigido la liberación de los rehenes capturados en octubre de 2023. Y acusó al Gobierno de exagerar el alcance de sus medidas: “Eso de que España no va a comprar armamento es falso. Los sistemas de comunicación del ejército tienen componentes israelíes”, denunció, sugiriendo que el Ejecutivo se movía más por exigencias de sus socios de coalición que por convicción propia.

En su afán por marcar distancias, Feijóo incurrió en una peculiar gimnasia retórica: reprochó a Sánchez que no calificara a Hamás de terrorista ni reclamara la liberación de los rehenes. La acusación habría sido más eficaz si no existieran hemerotecas. De hecho, Sánchez ha condenado en reiteradas ocasiones los atentados del 7 de octubre de 2023 y ha insistido en que Hamás es una organización terrorista

La escena recuerda a un opositor empeñado en señalar la ausencia de una lámpara encendida en una habitación ya iluminada. La crítica funciona para quien no ha entrado en la sala; para el resto, parece un acto de negación deliberada. Feijóo, en definitiva, se mostró más interesado en construir un contraste político que en verificar la realidad de las palabras presidenciales. Es un recordatorio de cómo, en la política española, la coherencia a menudo resulta menos valiosa que la oportunidad de lanzar un dardo.

La posición de Feijóo sobre Gaza (“lo que hace Israel es inadmisible”) lo coloca, al menos en el plano discursivo, más cerca de Pedro Sánchez que de Isabel Díaz Ayuso. La presidenta madrileña ha hecho de la defensa cerrada de Israel casi un rasgo identitario, abrazando con entusiasmo un sionismo radical que rara vez encuentra eco tan firme en la derecha europea continental. Para Ayuso, la guerra en Gaza es una batalla de civilización: la de un aliado democrático frente al terrorismo. Para Feijóo, en cambio, la ofensiva israelí se ha excedido en sus límites, confundiendo civiles con combatientes y bloqueando ayuda humanitaria.

El contraste no es trivial. En una política española donde los matices suelen perderse en el fragor partidista, Ayuso encarna la ortodoxia proisraelí sin matices, mientras que Feijóo adopta un tono de condena que lo aproxima a la narrativa europea dominante.

La paradoja es que ambos compiten por liderar el mismo espacio político, pero envían mensajes opuestos a la opinión pública. Feijóo busca la respetabilidad internacional de un aspirante a jefe de Gobierno; Ayuso, la visceralidad que conecta con una base ideológica movilizada. En este pulso, Israel no es solo una política exterior: es también un símbolo de cómo la derecha española debate consigo misma sobre pragmatismo y dogma.

El episodio ilustra una tensión recurrente en la política española: la dificultad de articular una política exterior de Estado en un contexto donde incluso las decisiones sobre guerra y paz se ven filtradas por la pugna doméstica. Sánchez busca diferenciarse en Europa con una postura dura hacia Israel, lo que refuerza su sintonía con Unidas Podemos y con una parte de la opinión pública progresista. Feijóo, aunque coincide en el diagnóstico humanitario, se siente obligado a subrayar los matices, particularmente en la condena de Hamás, y a cuestionar la sinceridad del Ejecutivo.

El resultado es una paradoja. España adopta un discurso cada vez más firme en foros internacionales, pero internamente carece de consenso sobre su alcance real. La oposición denuncia inconsistencias, mientras el Gobierno presume de liderazgo moral. Entre tanto, el rey se convierte en testigo incómodo de la pugna, invocado por unos y otros como árbitro silencioso.

En última instancia, la escena refleja más sobre la política española que sobre Oriente Próximo. Gaza se convierte en telón de fondo de un pulso interno por credibilidad y autoridad.

Lo + leído