García-Page torpedea los indultos de Sánchez para los presos del "procés"

30 de Diciembre de 2020
Actualizado el 02 de julio de 2024
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García Page

Circula por los ministerios, mentideros y platós de Madrid el runrún de que el Gobierno de Pedro Sánchez prepara indultos para los presos del procés. Y, tal como era de prever, el rumor −que es la antesala de la noticia−, ha puesto ya de los nervios a algunos barones socialistas como Emiliano García-Page. El presidente de Castilla-La Mancha se ha mostrado contrario a cualquier medida de gracia concedida por el Ejecutivo a los soberanistas catalanes y advierte de que, si tras recibir el indulto Junqueras y los suyos vuelven a intentar el camino de la secesión, sería un “ridículo histórico” para el PSOE. El líder socialista manchego ha utilizado términos algo más rancios y carpetovetónicos, propios de la derechona voxista, al avisar de que los hipotéticos indultos pueden estar “manoseados desde el punto de vista político”.

Apenas unas horas después de que Sánchez haya reconocido errores por ambas partes (Estado español y mundo independentista) −confirmando que mantiene su “clara apuesta” por la “reconciliación y el reencuentro”−, el presidente castellanomanchego saca pecho españolista e incluso adelanta por la derecha a Pablo Casado al posicionarse en contra de cualquier tipo de perdón a los líderes indepes. Solo le ha faltado decir aquello de “que se pudran todos en la cárcel”, algo más propio de un golpista del chat de reservistas de la Decimonovena que de un político progresista y conciliador.

Hace tiempo que García-Page es el semáforo conservador del PSOE que se dispara y se pone en rojo ansioso en cuanto Sánchez hace algún movimiento que puede chirriar o entrar en colisión frontal con la ortodoxia felipista. En ese sentido, Page coincide plenamente con Casado, que echa en falta más “socialismo clásico” o convencional frente al “partido sanchista actual”. Con esa sentencia, lo que pretende decirnos el mandatario del PP (y quizá también el propio Page) es que el PSOE debe seguir siendo un partido monárquico, decente y aseado, o sea vendido a la patronal, tutelado por el Íbex y sin sacar los pies del tiesto. Los viejos rockeros del socialismo español decadente como el referente manchego siguen fieles a la partitura cachondosocialista, a la antigua fórmula liberal que servía para ganar elecciones en 1982 pero que hoy por hoy, tal como demuestran las urnas, ha fracasado y ha quedado superada por el devenir de la historia, por la evolución de la sociedad española, por la crisis de la socialdemocracia en toda Europa y por la savia nueva de las Juventudes Socialistas, que han llegado para tratar de regar la marchita rosa y darle un nuevo impulso a la aburguesada dirigencia.

Está visto que García-Page coincide plenamente con los postulados del PP casadista sobre lo que debe ser el PSOE y hacia dónde debe encaminarse, hasta tal punto que si lo sacaran de Ferraz, como a un trasladado muñeco del Museo de Cera, y lo metieran en Génova 13, nadie notaría la diferencia. Al igual que sigue siendo un misterio si el coronavirus es un ente biológico vivo o simplemente materia orgánica letal organizada en nucleótidos para infectar y matar, García-Page se mueve en esa frontera difusa y sombría del socialismo español que no se sabe muy bien lo que es.

Si la política pudiera estudiarse con la exactitud y rigurosidad de la ciencia, los epidemiólogos concluirían sin duda que el barón manchego es una entidad extraña y misteriosa del PSOE, un ente al límite de la vida socialista, como lo es el covid-19, que no se sabe muy bien si está vivo o muerto. De García-Page lo único que podemos decir es que se desconoce si anda en el lado rojo o en el azul, en la biosfera del progresismo o del conservadurismo reaccionario, casadista y cañí. Y al igual que el gato de Schrödinger podía encontrarse vivo y muerto a la vez, confirmando la teoría cuántica, el presidente castellanomanchego transita simultáneamente por la derecha y por la izquierda, por el centralismo y el microcosmos autonómico, por el universo progre y el conservador, es decir, una fantasmagoría superviviente de aquel PSOE en el que cabía cualquiera, desde un pobre republicano que regresaba del exilio hasta un infiltrado de la Falange que trataba de escapar del hundimiento del franquismo para travestirse de demócrata y seguir medrando en democracia.

A Page el indulto como medida de gracia no le hace “ninguna gracia”, pero no aporta solución alguna sobre lo que se debe hacer para resolver el tremendo embrollo que hay montado en Cataluña y se limita a pedir más cárcel y calabozo para los líderes estelados, confundiendo justicia con venganza, como los peores inquisidores de Vox. Incluso hace suya aquella frase desafortunada de Junqueras –“que se metan el indulto por donde les quepa”− para concluir que a los condenados por el procés no hay que darles ni agua, ya que volverán a las andadas republicanas.

El PSOE siempre ha sido un partido que más allá de discursos demagógicos ha aportado ideas útiles a los males endémicos del país, pero por lo visto el barón manchego ha decidido quedarse en el eslogan trumpista y facilón de Casado y en un españolismo ciego y estéril que no conduce a nada. Una vez más, Page ha sacado a pasear su espada toledana para darle unos cuantos mandobles y sablazos al sanchismo podemita y radical. Lástima que mientras él disfruta jugando a ser el nuevo Cid Campeador del felipismo trasnochado Cataluña se separa cada vez más de España y el cáncer territorial se va enquistando sin remedio. Probablemente, tampoco le ha gustado el paso a un lado de Iceta y la designación de Illa como candidato del PSC a la Generalitat en las próximas elecciones. Para García-Page el señor Illa debe ser otro indepe peligroso. Cualquier día rompe el carné socialista y se pasa al PP.

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