Macarena Olona se siente víctima de la "maquinaria de triturar carne" de Vox

22 de Septiembre de 2022
Actualizado el 02 de julio de 2024
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Macarena Olona acompañada de Abascal y Ortega Smith en un acto de Vox en Málaga.

Macarena Olona ha roto su silencio para explicar, en una entrevista en ABC, la crisis interna que vive Vox a raíz de su baja en el partido. Y no se ha mordido la lengua. La musa ultra de Salobreña deja titulares jugosos y revela que cuando pidió la reunión con Abascal para arreglar las cosas se activó su “linchamiento, la maquinaria de triturar carne”. O sea, que Olona confirma lo que todos ya sabíamos: que Vox es un partido depredador que, como aquel Saturno de Goya que devoraba a sus hijos, no respeta ni a sus propios dirigentes.

Olona se siente linchada, defenestrada, maltratada por los suyos y por el sistema. Tras alegar una misteriosa enfermedad como excusa para causar baja en la formación y seguir dedicándose a la abogacía del Estado, ahora pretende recuperar el terreno perdido y volver a la primera línea de combate. El problema es que Santi ya no confía en ella. Maca, como la llama familiarmente Rocío Monasterio, ha perdido el respaldo de la jefatura (la jefatura en cualquier partido de corte totalitario siempre cristaliza en un solo hombre que concentra todos los poderes y privilegios, en este caso en el Caudillo de Bilbao) y a eso ella lo llama “la maquinaria de triturar carne”. En realidad, no hay tal maquinaria; nunca la hubo. Olona simple y llanamente se ha topado con la autoridad de un señor que gobierna su partido bajo el férreo principio del ordeno y mando, autocráticamente, franquistamente, y cuando alguien ya no le interesa se le da el finiquito, se la despide por la puerta de atrás y asunto solucionado. Esa es la forma de trabajar en el modelo unipartidista. Cuando alguien se desmanda, se le liquida, se le depura, se le purga según la tradición de la noche de los cuchillos largos, y adiós muy buenas. Ella mejor que nadie, por haber pertenecido a la Familia, debería saber cómo funcionan las cosas en el injusto y cruel mundo fascista.

Ahora a la diva de Vox ya solo le queda una carta, a todo o nada, para seguir en el partido: una reunión con el amado líder en la que probablemente apelará a sus sentimientos, pedirá perdón arrodillándose si es preciso, besará el anillo e implorará indulgencia a su majestad el macho alfa. Así se las gastan en una organización de corte jerárquico y elitista como Vox cuyas señas de identidad son la falta de democracia interna (otros muchos antes que ella han probado la medicina de la depuración), la acumulación de poder en un solo líder autocrático y la ausencia de los más elementales derechos laborales y políticos. A Olona, metida como está en un callejón sin salida por haber desafiado al régimen con sus desplantes y críticas internas, ya solo le queda esperar que el Generalísimo sienta compasión hacia una legionaria de la política que lo ha dado todo en la cruzada contra el bolchevique, que la indulte a la manera de los pequeños dictadores y decida no enviarla a las galeras andaluzas.

“Lo primero que se tiene que producir es esa conversación entre Santiago y yo. Esa conversación de tú a tú en la que desde luego tendremos que ver si podemos seguir caminando juntos, por Andalucía y por España”, asegura en su entrevista abecedaria. Se equivoca, de todas todas, la exdirigente ultra. Mucho nos tememos que ese “tú a tú” que reclama ella, ese cara a cara con Dios, no va a ser posible. Más bien habrá acto de humillación de la sierva y lacaya ante el Ser Superior. Ella va a echar toda la carne en el asador, tratará de tocar la fibra sensible del presidente, pedirá clemencia a herr kommandant, pero qué se le va a hacer, en un régimen autoritario las cosas van como van, las personas son prescindibles y sacrificables por el bien del partido y de la patria y no hay clemencia para quien se expresa con libertad, practica la disidencia y saca los pies del tiesto. El totalitarismo es así, Maca, maja, una vez que una se sale de la senda trazada por el patriarca, por el Führer, por el guía espiritual, ya es imposible retornar al redil.

Olona, sin duda arrepentida de su rebeldía, va a utilizar todos los argumentos en su descargo durante su reunión a vida o muerte con Santi, que más bien será un juicio sumarísimo y sin ningunas garantías. La caída en desgracia alegará que se presentó a las elecciones andaluzas como una precipitada paracaidista y sin tiempo para preparar la campaña, que lo ha dado todo por Vox y por España, que el partido necesita unidad en este momento trascendental, que ha recorrido el Camino de Santiago para hacer penitencia tras haberse descarriado por la ruta de la disidencia y la traición más propia de la izquierda que del mundo franquista, y que ha sido una buena chica fielmente cumplidora con cada misión encomendada por la Plana Mayor del glorioso Movimiento Nacional en esta nueva santa cruzada para liberar España del yugo comunista. No servirá de nada. Cuando Franco dictaba sentencia ni la condena unánime de la comunidad internacional ni la amenaza de sanciones de la ONU podían salvar a los condenados al patíbulo. Olona le ha echado un pulso al Caudillo y eso se paga. Si Abascal muestra magnanimidad con ella quedará como uno de esos “hombres blandengues” que va vendiendo el Gobierno rojo en sus campañas sobre igualdad de sexos. Un dictador que muestra flaqueza o síntomas de preocupante humanidad no sobrevive ni cinco minutos en el poder. Olona está sentenciada y lista papeles. Solo le queda una salida: recurrir a Mario Conde para que le ayude a montar otro partido.

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