Vox ha expulsado a otros diputados en Baleares como continuación de la purga política que ha ordenado Santiago Abascal. Mientras el líder voxista moviliza a sus huestes en la calle, el partido se le va al garete. Hoy mismo, el portavoz Ignacio Garriga ha confirmado que la dirección ha tramitado la expulsión de “estos sujetos”, como los ha calificado despectivamente. A su vez, la portavoz de Vox en el Parlament, Idoia Ribas, ha justificado la expulsión de la diputada y presidenta del partido, Patricia de las Heras, y del presidente del Parlament, Gabriel Le Senne, por “circunstancias internas de este grupo y para conseguir la mejor unidad posible”. Le Senne, que tras su expulsión podría ocasionar que Vox pierda el control de la cámara regional, se situó en el centro de la polémica meses atrás cuando aseguró que “por eso las mujeres son más beligerantes, porque carecen de pene”.
La purga se enmarca en las luchas intestinas por el poder entre los duros y los autodenominados liberales. Hace apenas unas semana, Álvaro Díaz-Mella, el elegido por Santiago Abascal como punta de lanza para las elecciones autonómicas del 18F en Galicia, era abucheado por un grupo de militantes en presencias del todopoderoso líder. Cuando el candidato de Vox a presidir la Xunta iba a tomar la palabra, un grupo de asistentes se levantó y abandonó la sala del hotel de Pontevedra, donde tuvo lugar el acto, y mostró su rechazo. Hubo gritos de “fuera, fuera” y “lárgate”. También algún insulto. Todo ello para estupor de Abascal, que vio cómo la campaña empezaba mal para él en Galicia.
La guerra es total en el seno del partido. Los rumores de purgas se extienden por las sedes de Vox de toda la geografía nacional y cunde la desafección entre la militancia. Si Abascal no consigue parar el incendio, corre serio riesgo de que su partido termine como Ciudadanos o como Podemos: desangrado y prácticamente reducido a la insignificancia política. El problema, sin embargo, es para el PP, que gobierna con el partido ultra en no pocas regiones y ayuntamientos. Si su muleta se desmiembra, los populares pueden terminar perdiendo el poder, que pasaría otra vez a la izquierda en aquellos territorios donde las diferencias de escaños son mínimas. Por ello hay máxima tensión en la “fachosfera”, ese mundo ultraderechista tal como lo ha definido el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.
En Génova se están siguiendo al minuto los sucesos de Vox, que continúa movilizando a sus votantes, lanzándolos contra la sede de Ferraz, como cortina de humo para desviar la atención de la tremenda crisis institucional que reina en el partido. La sensación de desgobierno y abandono es cada vez mayor. Muchos creen que, de continuar las refriegas internas, Vox no llegará al próximo verano. En las últimas elecciones la formación perdió 17 escaños y 700.000 votos. Fue un serio toque de atención. Primeros espadas como Macarena Olona y Espinosa de los Monteros fueron purgados y la guardia de Abascal se hizo con el control de la fuerza política. Ese golpe de mano no gustó a muchos cargos y militantes, que denuncian falta de democracia interna y de transparencia en el partido. Mientras tanto, Ortega Smith se ha postulado como candidato alternativo y también ha sufrido la represalia de la dirección nacional, que lo ha acusado de tratar de protagonizar un vuelco interno para hacerse con el poder. Todo ello ha llevado a Abascal a dar un golpe de mano, a cerrar el paso a listas alternativas en unas primarias, a blindarse en el cargo y a alargar su mandato hasta 2028. El jefe está bunkerizado, pero no salvo de las disidencias y cada vez más numerosas voces discordantes.
Descomposición de Vox en Baleares
En sendos escritos firmados por la portavoz, Idoia Ribas, y los diputados Sergio Rodríguez, Manuela Cañadas, María José Verdú y Agustín Buades, explican que la decisión se ha tomado por unanimidad de estos cinco parlamentarios en una reunión a la que también estaban convocados La Senne y De las Heras.
Vox pide así a la Mesa que adopte las medidas previstas para hacer efectiva la expulsión y pasen a tener la condición de diputados no adscritos y que cesen en sus puestos en los diferentes órganos de la Cámara desde que dejan de pertenecer al grupo. Con la expulsión de De las Heras y de Le Senne, Vox quedará en el Parlament con cinco diputados, tras la salida de Cardona como diputado no adscrito a finales de octubre de 2023 y la crisis abierta a raíz de la aprobación del techo de gasto.
La pasada semana, la presidenta Patricia de las Heras reclamó, a través de una nota de prensa, el fin de la inmersión lingüística, criticando que se mantuviera activa seis meses después de las elecciones y con el proyecto estrella de la Oficina Lingüística aparcado. Así se ha expresado Ribas este lunes en declaraciones a los medios, en una rueda de prensa en la que no se ha contestado a preguntas de los periodistas. “Les quiero comunicar que en el día de hoy nuestro grupo, por mayoría absoluta, ha decidido expulsar a los diputados Patricia de las Heras y Gabriel Le Senne por circunstancias internas de este grupo y para conseguir la mejor organización posible y la mejor unidad posible, a fin de poder seguir avanzando”, manifestó la portavoz.
Según eldiario.es, “se trata de una decisión que complica la gobernabilidad de la presidenta del Govern balear, Marga Prohens (PP) (…) Ahora, Prohens deberá negociar con quienes se han quedado en el grupo y con aquellos que en la actualidad ya no cuentan con adscripción parlamentaria, como el díscolo Francisco José Cardona, quien se dio de baja del partido ultraderechista y dimitió de todos sus cargos orgánicos el pasado mes de octubre, o el presidente del Consell Insular de Formentera, Llorenç Córdoba, acusado de exigir a la líder del Ejecutivo balear un sobresueldo de 4.000 euros”.