Giorgia Meloni ha cosechado una sonora derrota en el primer encuentro entre los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea para tratar de pactar la renovación de los altos cargos comunitarios. Según testigos de la cumbre, a la dirigente ultra italiana se la vio visiblemente enfadada después de quedarse fuera de los puestos de alta responsabilidad de la UE.
Una semana después de que los ciudadanos acudieran a las urnas, los líderes de los Veintisiete no lograron en la noche del lunes cerrar un acuerdo para repartir la presidencia de la Comisión Europea y la del Consejo Europeo, ni el puesto de alto representante de la UE para los Asuntos Exteriores y la Política de Seguridad, pese a que los nombres de Ursula von der Leyen, António Costa y Kaja Kallas habían sonado en todas las quinielas. Meloni tenía aspiraciones de entrar en esa terna, pero finalmente se ha quedado fuera. ¿Ha funcionado el cordón sanitario en Bruselas? Eso parece. Tras los comicios, populares, socialdemócratas, liberales y verdes (la política clásica) han logrado mantener el equilibro de mayorías pese al auge de la extrema derecha. Los ultras han logrado que uno de cada cuatro europeos apueste por opciones nacionalpopulistas, pero ese resultado, pese a ser una buena noticia para ellos y una mala noticia para el proyecto de construcción de la UE, no ha sido suficiente para que, en el reparto de cuotas de las altas instituciones, toquen poder. ¿Que podrán bloquear leyes? Sí, siempre y cuando la derecha convencional pacte con ellos las respectivas iniciativas parlamentarias que vayan presentando. Por sí solos, los extremistas no tienen nada que hacer.
Ahora que Ursula Von der Leyen le ha dado calabazas (y eso que durante la campaña se mostró dispuesta a pactar con Meloni) la dirigente italiana empieza a tomar conciencia de que no tiene el poderío que auguraba en la campaña electoral. Una cosa es mostrarse como un fiero antisistema cuando se está en la oposición y otra muy distinta hacer política real en las instituciones. Cuando se llega arriba es preciso negociar, tejer acuerdos, y ello requiere de moderación y capacidad de diálogo. Es por ello que Meloni, al igual que está ocurriendo con otros líderes de la extrema derecha, está virando hacia el centro por razones de pura supervivencia política. Una buena parte de la ultraderecha europea empieza a convertirse en ultraderechita cobarde, por utilizar los términos despectivos que a menudo emplea Santiago Abascal, caudillo de los ultras españoles, para referirse a la derecha clásica y convencional representada por el PP.
El formato de la primera reunión dejó descontentos a muchos de los líderes, que tuvieron que esperar a que acabaran varias reuniones “en petit comité” entre jefes de los grandes países, como España, Francia, Alemania, Países Bajos, Grecia y Polonia, para poder posicionarse también. En estos encuentros en los márgenes, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, tomó el mando de las negociaciones junto al primer ministro griego, Kyriakos Mitsotakis, con un papel menor para el canciller alemán, Olaf Scholz, y un sustituto no previsto: el primer ministro holandés en funciones, Mark Rutte, que tomó el lugar de la estonia Kaja Kallas, según esta fuente.
Entre diez y doce líderes expresaron algún tipo de escepticismo con el formato de manera más o menos explícita, con miedo a que el acuerdo se cocinara a sus espaldas, añadió. Entre los más descontentos estuvieron los dos principales representantes de gobiernos ultraconservadores europeos: además de la italiana Giorgia Meloni, el húngaro Viktor Orbán.
Meloni no atraviesa por sus mejores momentos. Aunque es cierto que Bruselas parece dispuesta a comprarle su plan antiinmigratorio, para que los peticionarios de asilo sean desplazados a terceros países fuera de la UE, sus políticas no terminan de cuajar. La izquierda ganó las recientes elecciones municipales parciales celebradas en un centenar de ciudades en Italia, aunque la gran protagonista fue la abstención, ya que uno de cada dos electores se quedó en casa.
Unos 17 millones de italianos estaban llamados a votar en la segunda vuelta de los comicios municipales, que se celebraron el 8 y el 9 de junio, coincidiendo con las europeas, para renovar 3.700 ayuntamientos y el gobierno regional de Piamonte, en norte del país transalpino. El segundo turno se celebró exclusivamente en las localidades de más de 15.000 habitantes, donde ninguno de los candidatos logró la mayoría absoluta. Fue el caso de nueve provincias y cinco capitales de región: Florencia, Bari, Perugia, Potenza y Campobasso. La extrema derecha italiana está en pleno auge. Pero no tanto como parece.