La ley del "solo sí es sí" ha puesto al borde de la ruptura al Gobierno de coalición. Nunca antes, en esta legislatura, la situación había sido tan crítica. Siempre hubo desencuentros, desavenencias, pero ambos socios del Ejecutivo supieron solventar sus diferencias y mirar al futuro. Esta vez es diferente. Las posiciones respecto a la reforma de los delitos contra la libertad sexual del Código Penal están demasiado enconadas. La cuestión se ha convertido en casi algo personal entre los ministros de Unidas Podemos y los del PSOE. Irene Montero no está dispuesta a cambiar ni una sola coma de su ley estrella, esa que ha puesto el feminismo en el centro de la legislación penal de este país. El jueves, la propia ministra de Igualdad daba por roto el diálogo mientras desde los socialistas seguían invitando a Unidas Podemos a que incluyera una serie de correcciones para evitar la excarcelación de presos y la reducción de penas.
Lo que viene ahora, hasta las próximas elecciones generales, no va a ser un camino de color de rosa. Lo más probable es que las relaciones sigan enfriándose y que esas fricciones afecten a las últimas leyes que aún quedan por aprobar como la ley trans, la ley de vivienda o la reforma de la ley mordaza, normas todas ellas que PSOE y Unidas Podemos siguen sin materializar cuando queda apenas un año para los comicios.
Ley del Bienestar animal
Un buen ejemplo de que la guerra entre ambos socios se ha desatado en el Consejo de Ministros fue la tramitación, el pasado jueves, de la ley de Bienestar animal, el proyecto estrella de la ministra Ione Belarra. El borrador contaba con la oposición frontal de PP y Vox, que anunciaron desde el primer momento que votarían no, por lo que el PSOE necesitaba la ayuda de su socio de coalición. Los socialistas se han dejado influir por el lobby cazador al dejar fuera del ámbito de protección a los perros que se utilizan para actividades cinegéticas. Esto desairó a Unidas Podemos, que amenazó con votar en contra de la norma. Finalmente, los morados transigieron y aceptaron la enmienda de no incluir a los perros de caza, tal como exigía el PSOE. Las tensiones estuvieron a punto de dar al traste con la reforma, hasta que Esquerra Republicana de Catalunya, Bildu y la CUP llegaron al rescate votando sí en el último momento. Al final, la sesión se saldó con 174 votos a favor, 167 en contra y 7 abstenciones.
Ley del "solo sí es sí"
Algo similar puede llegar a pasar en cualquier momento con cualquiera de las leyes que están pendientes de aprobación. Los socios del Gobierno han hecho llamamientos a rebajar el tono. Desde Unidas Podemos, la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, desplegó un tono conciliador y llamó a la serenidad dentro del Gobierno, cuidar la coalición y actuar de forma unitaria ante el choque por la Ley solo sí es sí, destacando que el acuerdo será posible si se preserva el consentimiento como centro de la normativa.
Desde su entorno inciden en esta idea y recalcan que se llegará finalmente a un pacto y exhortan a bajar el tono de las declaraciones en ambos lados y bajar el ruido, que solo beneficia al PP. Una línea por la que abogan diversas ramas de Unidas Podemos.
Por su parte, la líder de Podemos y ministra de Derechos Sociales, Ione Belarra, ha destacado que trabajan en un acuerdo, admitiendo la “discrepancia política” con el PSOE, mientras refrenda la posición de Igualdad, abierta a cambios pero en ningún caso volver al Código Penal de la polémica sentencia de La Manada. En este sentido, fuentes de Unidas Podemos han admitido que el conflicto en la coalición es serio y excede el ámbito de la divergencia política, dado que el PSOE interviene o torpedea las leyes que impulsan el socio minoritario de la coalición.
Pacto necesario
Llegados a este punto, y más allá de los llamamientos a la calma que hacen los dos socios de cara a la opinión pública para dar una imagen de serenidad y estabilidad, cabe preguntarse si el Gobierno de coalición está muerto o le queda todavía algo de oxígeno en la botella. Pedro Sánchez no puede romper la coalición porque eso supondría su derrocamiento como presidente del Gobierno. Pero a Unidas Podemos tampoco le interesa liquidar un pacto que le ha llevado a tocar poder y a influir decisivamente en la política española. Además, estar en el Ejecutivo ha dado a los morados una imagen de partido que puede ostentar tareas de responsabilidad, más allá de que sean un movimiento ciudadano que nació en las calles y que siempre ha practicado un irrenunciable activismo social. Romper la coalición a pocas fechas de las elecciones supondría trasladar al votante de izquierdas una imagen de derrota y división que daría un triunfo inapelable a las derechas. ¿Cómo explicarle al electorado progresista que se rompe un Gobierno para volverlo a formar tras la cita con las urnas?
Es decir, a unos y a otros les interesa seguir manteniendo una coalición que por otra parte ha funcionado con cierto éxito, tal como afirma el analista político Josep Ramoneda. Y es cierto, cuando empezó esta aventura de una coalición de izquierdas por primera vez desde la Segunda República nadie daba un duro por que el Consejo de Ministros durara más de seis meses. Están condenados a entenderse y a aguantarse, y nadie se va a bajar de ese barco que, hasta el día de hoy, se ha mantenido a flote pese a las averías y las fugas de agua.