Carles Puigdemont ha comparecido ante la prensa para anunciar la presentación de la iniciativa para que Pedro Sánchez presente una cuestión de confianza ante el Congreso de los Diputados.
Puigdemont, presidente de Junts Per Catalunya, ha subrayado el sistemático incumplimiento por parte del PSOE de los puntos del acuerdo de Bruselas, que fue la base para obtener los apoyos que necesitaba por parte del grupo independentista catalán para ser investido.
Ha denunciado el incumplimiento del Supremo del incumplimiento de la ley de amnistía, al igual que la absoluta inaación de Sánchez para conseguir la oficialización del catalán como lengua europea, así como la falta de transparencia en las cifras sobre la financiación catalana.
A continuación, ofrecemos la transcripción en español de las palabras de Carles Puigdemont, de la intervención que puede ver pulsando aquí.
"Ha pasado más de un año de la investidura del presidente PEdro Sánchez, que fue posible por el pacto suscrito entre Junts Per Catalunya y el PSOE en Bruselas, y que daba los votos suficientes para poder superar el debate de investidura. Por lo tanto, hay que hacer balance. Un balance que no hemos querido hacer antes, cuando tocaba, hace unas semanas, porque hemos considerado que en la gestión de la grave crisis que va a provocar la DANA en el país valenciano, no era momento oportuno para hacerlo, por respecto a la situación de las víctimas y de tantas familias valencianas que lo estaban pasando mal. Ahora toca explicar, en cualquier caso, dónde estamos y lo que tenemos por delante, después de esta experiencia del primer año.
Comenzaré, porque he de decirlo así, que vamos a firmar un acuerdo desde la desconfianza. Desde la desconfianza mutua, partiendo de posiciones muy lejanas en el análisis político, en las prioridades, en la manera de hacer y naturalmente, en la biografía política de cada uno. Veníamos de muy muy lejos. Era un acuerdo, como decía, que pretendía crear las condiciones para un compromiso histórico. Un compromiso, lo decía y lo dice el acuerdo, que contribuyese a resolver el conflicto político entre Catalunya y España, que viene de muy lejos, y que demanda mucha voluntada política para resolverlo. Y por ello, una de las primeras constataciones que surgen, en el primer parágrafo del acuerdo, es que había que resolver "en términos diferentes a los de la última legislatura", es decir, había que hacer las cosas de manera diferente a como se habían hecho hasta ese momento. Y además, habría que hacerlo compartiendo, como así se señala en el acuerdo, los antecedetentes que nos han traído hasta aquí. Una de las claves para generar aquella confianza que no teníamos, y para poder trabajar en la consecución de acuerdos, era la creación de un espacio de negociación presencial, físico, donde pudiésemos participar, particularmente yo, que estoy desde hace siete años viviendo en el exilio; que tuviese una intermediación internacional, y donde se abordasen los dos grandes ámbitos para negociar: las limitaciones y los déficits históricos de Catalunya, y del otro lado, sobre todo, el reconocimiento nacional de Catalunya.
Este espacio se ha ido reuniendo periodicamente. De manera puntual, sin que haya, a excepción del mes pasado -que por razones de mutuo acuerdo, hemos considerado que no se podía producir-, se ha ido manteniendo es tras mes. Es un hecho.
También es un hecho que nosotros no hemos escatimado esfuerzos ni voluntad para llegar a acuerdos que ayudasen a crear aquellas condiciones que nos permiten abordar los asuntos de fondo. En Junts entendíamos y entendemos, y así lo vamos a dejar claro en el debate de investidura con nuestra portavoz, que si íbamos avanzando, la legislatura tendría recorrido. Pero que si se trataba de "marear la perdiz", y de dilatar los acuerdos, Junts no era el apoyo que el gobierno buscaba. Que para hacer lo mismo, ya había otras opciones en la cámara.
Durante este año hemos demostrado capacidad y voluntad de negociar para llegar a acuerdos concretos. Pero en este momento de hacer balance, los asuntos en los que ya estamos de acuerdo son escasos, los trabajos que requieren superar discrepancias se alargan, y se dilatan sistemáticamente. La descoordinación entre aquello abordado en Suiza y la praxis del gobierno español es muy preocupante. Vamos a advertir desde el primer día que, si pensaban en dar por descontado el apoyo de Junts, y no avanzaban como es debido, tendría consecuencias. Para nosotros el pacto de Bruselas era el principio. Requería tiempo y partiendo de la voluntad política, tenía y tiene un potencial de recorrido muy grande, sin límites. Para el PSOE era el final, era el final para obtener el apoyo para la investidura y poder practicar el estilo, que ya conocemos, de confundir nuestra disposición a negociar con la renuncia.
Nosotros esto ya lo sabíamos, ya estábamos avisados y advertidos, porque conocemos bien la experiencia que hemos tenido con los socialistas y es que no son de fiar. No hay sorpresas en este sentido. La diferencia es clara. Los compromisos que adquirimos ante una tercera parte en las negociaciones, y queda documentado para ahora y para el futuro, sobre todo para el futuro dependerán de cada uno.
Hoy puedo afirmar que un año después las cosas no van bien y que ha llegado el momento o bien de un punto de inflexión o bien de dejarlo correr para no perder el tiempo ni la paciencia de nadie.
Hoy el catalán no es lengua oficial de Europa por la falta de implicación del presidente Pedro Sánchez, que cuando le conviene ya ha demostrado que es capaz de negociar con Orban y Meloni para un cargo europeo de una militante de su partido. Es evidente que no ha dedicado los esfuerzos que le habíamos pedido para conseguir lo mismo para el estatus del catalán como lengua oficial europea.
Hoy no hay amnistía porque una amnistía que no es completa no es amnistía. El Tribunal Supremo se ha declarado en rebeldía contra una ley aprobada por el parlamento español, es un hecho de una gravedad extraordinaria. Pero el presidente Sánchez ha sido incapaz de hacer ni una sola declaración, ni una sola comparecencia para posicionarse de esta amenaza a la democracia, como si ha hecho cuando ha habido casos que han afectado a su familia. Silencio absoluto ante un ataque tan grave como el hecho de que el TS decida arbitrariamente no aplicar una ley en vigor.
Se ha tratado un acuerdo de financiamiento que consolida el "café para todos" y, eso que el acuerdo de Bruselas va a señalar este punto del financiamiento como uno de los que había que negociar a fondo, carpeta cerrada. Un acuerdo bilateral que es multilateral al mismo tiempo. Un acuerdo que es singular y plural a la vez. Es decir, una reformulación de palabras diferentes de aquella fórmula del "café para todos" que era hacer lo mismo que decían que no se había de hacer.
Se han abierto los datos para calcular las balanzas fiscales. Pero ni el gobierno español ni el gobierno catalán, teniendo los datos, son capaces de presentarlos. Es más, cuando en el Parlamento español le preguntamos a la ministra "¿nos puede decir cuál es el cálculo de la balanza fiscal?", es incapaz de hacerlo ni disponer de las cifras.
Hoy la negociación para la resolución del conflicto político se topa con la retórica y la propaganda de la "normalidad" y de la "pacificación" que difunden tanto los ministros del gobierno español como el presidente socialista de la Generalitat de Catalunya, Salvador Illa. Si está todo tan normalizado, ¿de qué sirve continuar negociando en Suiza la resolución de un conflicto, cuando hay un "no conflicto"?. Es más, de qué sirve pedir el reconocimiento nacional en Suiza por parte de un partido que en Catalunya tiene una agenda desnacionalizadora de Catalunya. Lo hemos visto cada día.
Eso de hacer una cosa y la contraria al mismo tiempo es hacer las cosas como siempre se han hecho, y que ya hemos constatado. Estábamos de acuerdo en el acuerdo de Bruselas que eso no servía para resolver los conflictos, más bien lo contrario.
Da lo mismo que haya diputados a los cuales se les niega un derecho político fundamental, se les vulnera. O que haya diputados que no puedan, como Comín, asumir su escaño en el Parlamento Europeo. Eso es consecuencia de la represión y de que no existe la ley de amnistía. Da lo mismo que los derechos de los diputados catalanoparlantes continúen siendo vulnerados sistemáticamente, sin que ningún fiscal se atreva a perseguir lo que son claramente delitos de odio.
La propuesta socialista dice que esto es "normalidad". Y el relato de la normalidad es una enmienda a la totalidad del espíritu de la letra del acuerdo de Bruselas. Si hay una normalidad tan maravillosa y tan fecunda, ¿qué sentido tiene para el PSOE negociar los acuerdos que permiten superar un conflicto que, según ellos, ya no existe?
Pasamos del fondo a la cuestión estructural. El gobierno de la Generalitat va y viene: hoy puede ser una cosa y mañana puede ser otra. Pero el conflicto persiste y el conflicto no se va porque ahora se necesite esconderlo, y no lo reconozcan o ni siquiera hablen de ello. Nuestra portavoz en Madrid, Miriam Nogueras, va a advertir en el debate de investidura que no nos fiábamos del entonces candidato Pedro Sánchez. Hoy el presidente Pedro Sánchez continúa demostrando que no es de fiar. No ha conseguido vencer las dudas que teníamos, sino que las ha incrementado. Es por ello que, justo al inicio de esta comparecencia de prensa, el grupo parlamentario de Junts Per Catalunya ha registrado en el Congreso de los Diputados una iniciativa parlamentaria que le pedirá al presidente Pedro Sánchez, si se aprueba esta iniciativa, que pida someterse a una cuestión de confianza.
Algunos de los socios que le dieron los votos en la investidura, como somos nosotros, consideramos que no ha hecho nada para merecer nuestra confianza, a pesar de haber tenido muchas oportunidades. Y hemos sido muy generosos, muy pacientes. Sabemos, efectivamente, que una cuestión de confianza solamente la puede pedir él. Pero desde Junts per Catalunya queremos hablar al Congreso. Debemos tener un debate sobre ello. De la misma manera que debe ser el Congreso el que diga si el presidente del gobierno español se ha de someter o no a una cuestión de confianza, o si, al contrario, hay una mayoría que le mantenga intacta la confianza.
Nosotros no. Y, por lo tanto, con esta voluntad, esperamos que cuando toque, no sabemos cuál es el procedimiento parlamentario o cuál es la tramitación, cuándo se podrá cursar esta petición, pero cuando toque, nosotros nos posicionaremos y tomaremos nuestras decisiones."