El Ejecutivo de Pedro Sánchez apuesta por mantener la inversión en defensa en el 2,1% del PIB, OTANdesmarcándose de la exigencia de la OTAN de alcanzar un 5%. La prioridad, insiste, sigue siendo la paz, la diplomacia y los servicios públicos esenciales.
En uno de los momentos más críticos del escenario internacional reciente —tras el ataque estadounidense a instalaciones nucleares iraníes y el posible cierre del estratégico estrecho de Ormuz por parte de Teherán—, Pedro Sánchez ha comparecido con un mensaje firme y contundente: España no se sumará a la carrera armamentística que pretende imponer la OTAN.
España planta cara: seguridad sin renunciar al bienestar
El presidente del Gobierno ha explicado que, tras una negociación intensa con el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, se ha logrado un acuerdo que permite a España mantener su nivel actual de inversión en defensa en el 2% del PIB, sin tener que comprometerse a alcanzar el 5% que algunos aliados proponían como nuevo objetivo común.
Línea roja: el 5% es “incompatible con nuestro Estado del bienestar”
“Subir el gasto militar al 5% sería incompatible con nuestro Estado del bienestar”, sentenció Sánchez en su intervención desde Moncloa, cargada de tono institucional. Frente a los tambores de guerra que suenan cada vez más fuerte en el tablero global, el presidente quiso marcar distancia y recordar que España tiene otra visión: “Más seguridad no significa necesariamente más gasto, sino gastar mejor”.
Sánchez detalló que el gasto actual —que ha pasado del 0,9% en 2018 al 2% previsto para 2025— ya permite a España cumplir con los objetivos de capacidades militares acordados en el seno de la OTAN. “Ni más ni menos”, subrayó. Y añadió: “El 5% no nos haría más seguros. Nos haría más dependientes, más endeudados y más alejados de la Europa social que queremos construir”.
Una apuesta por Europa, no por la industria armamentística
El mandatario español defendió que el futuro de la seguridad en el continente pasa por construir una verdadera autonomía estratégica europea, no por copiar los modelos de gasto de Estados Unidos. Propuso reforzar la interoperabilidad entre ejércitos europeos, fomentar compras conjuntas de armamento y desarrollar una industria europea propia que no dependa de las grandes multinacionales armamentísticas de otros países.
“No se trata de gastar más, sino de hacerlo con inteligencia, con visión de futuro y con autonomía”, explicó. “Lo que Europa necesita no es más munición, sino más soberanía”.
Consecuencias sociales: “Subir impuestos o recortar servicios”
Más allá del debate geoestratégico, Sánchez también puso sobre la mesa el impacto directo que tendría aceptar la imposición del 5%: un sobrecoste de más de 350.000 millones de euros hasta 2035. “Eso equivaldría a subir los impuestos 3.000 euros al año a cada trabajador o recortar prestaciones sociales clave. ¿Estamos dispuestos a pagar ese precio?”, se preguntó de forma retórica.
“En España hemos demostrado que se puede reforzar la defensa sin romper el equilibrio social”, afirmó. Recordó que, desde 2018, se han reforzado las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado con más de 14.000 nuevos efectivos, se ha incrementado la participación en misiones internacionales y se ha prestado apoyo militar, logístico y humanitario a Ucrania.
“No hay seguridad sin justicia, ni paz sin diplomacia”
En su discurso, Sánchez dejó clara cuál es la visión estratégica de España: una potencia media con vocación global que no solo protege, sino que también promueve la paz y la cooperación. “La humanidad necesita seguridad, sí, pero también necesita diplomacia, solidaridad y esperanza”, dijo.
Mostró su preocupación por la creciente “normalización de los conflictos armados, las amenazas nucleares y los bombardeos indiscriminados” y advirtió que España no se resigna a seguir esa deriva. “Nuestro deber es protegernos, pero también promover la paz. Y la mejor forma de evitar guerras es generar prosperidad y esperanza”, concluyó.
Reacciones internacionales y cumbre en el horizonte
El acuerdo entre España y la OTAN llega en vísperas de una cumbre aliada especialmente tensa en La Haya, marcada por la ofensiva militar estadounidense en Irán y las crecientes divisiones internas sobre el rumbo que debe tomar la organización. Mientras países como Polonia o Estados Unidos presionan para más gasto y más presencia militar, otros socios europeos, como Alemania o Italia, ven con simpatía la postura española.
La solución pactada permitirá que cada país interprete de forma flexible el objetivo del 5%, siempre que cumpla con los compromisos de capacidades militares. Una salida que ha evitado una fractura interna en la Alianza y que ha sido calificada por varios diplomáticos como “un logro negociador significativo de España”.
Una decisión soberana con consecuencias globales
España se mantiene firme en su papel de aliado responsable, pero no seguidista. Su negativa a adherirse a un gasto militar desproporcionado manda un mensaje claro: no se puede garantizar la seguridad sacrificando la educación, la sanidad o la justicia social.
En un momento en el que el mundo vuelve a mirar al golfo Pérsico con temor, y donde los tambores de guerra suenan con más fuerza que las voces de la diplomacia, España elige otra vía. Una que no ignora las amenazas, pero que tampoco olvida que los derechos sociales son también una trinchera que merece ser defendida. Pedro Sánchez lo ha dejado claro: España no se construye con bombas, sino con esperanza, cooperación y justicia social.