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Putin el sátrapa y Borrell el agorero

14 de Marzo de 2022
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Borrell Rusia

Hablemos claro: a Putin, y a su entorno más cercano, las medidas sancionadoras contra ellos, de la UE, de la OTAN, ONU y de Estados Unidos, se las ´trae al pairo´.

Algo le hacen, sí (un poco de cosquillas), pero ellos ya estaban preparados para esta contingencia.

Las sanciones no pararán la guerra ni intimidan a los militares, pues se las refanfinfla.

Eso sí, las consecuencias para los países europeos (España, claro, entre ellos)  van a ser dolorosas por la excesiva subida de los precios y la gran inflación generada por Rusia supuestamente. Es más, la guerra está ya alterando el flujo de energía que llega a Europa a través de los gasoductos que atraviesan Ucrania,  y porque para los carburantes gas y petróleo dependemos mucho de Rusia, y del trigo, maíz y aceite girasol de Ucrania.

También los ciudadanos rusos de a pie van a sufrir con ello, pero eso a Putin no le importa nada. De momento ni se inmuta; además él y también su entorno ya estaban parapetados con criptomonedas y acumulando fortunas ocultas y propiedades fuera del alcance de Estados Unidos y la UE.

Las que sí van a salir ganando son muchas empresas norteamericanas y chinas, que están enriqueciéndose de la crisis en Europa por el gas, el petróleo y los productos básicos para sobrevivir.

Y encima, ahora para mayor confusión, los yanquis aceptan a Venezuela como reponedora inmediata del petróleo para reducir la dependencia de la energía rusa. Para no reconocer a Maduro como presidente legítimo de Venezuela es mucha bajada de pantalones de los yanquis.

Pero es muy poco creíble que Maduro haya aceptado este nuevo negocio con los yanquis sin el consentimiento de Rusia y China. Hemos pasado de tener como principal proveedor a Rusia para pasar a comprarle el gas licuado a empresas norteamericanas y el petróleo a los chavistas venezolanos de Maduro. Con ello e, chavismo sale fortalecido. Ver para creer.

El presidente Pésanchez y la ministra para la Transición Ecológica, T. Ribera, advierten: "Vienen tiempos duros". El riesgo de estanflación aumenta con una grave amenaza sobre el poder adquisitivo de los trabajadores españoles (y europeos).

Y es que nuestras exportaciones e importaciones con Rusia y Ucrania están ya seriamente amenazadas. Tenemos un serio problema –in crescendo– por la escasez de cereales. Esto hace subir los precios  de productos agrícolas, ganaderos y de pesca, con una inflación disparatada. Así como el drástico bajón del turismo ruso en Málaga, Marbella, Canarias y Baleares.

El Ministerio de Exteriores español habría expedido más de 200 visados, vigentes aún,

para millonarios procedentes de Rusia. Estos ´permisos especiales´ (de residencia y trabajo válidos para entre seis y doce meses) eran para la compra de viviendas en España de más de medio millón de euros. En la última década más de 2.000 millonarios rusos habrían  comprado viviendas de lujo en España.

Ahora se les ha cortado el grifo y si son infieles´ a Putin, su gobierno les quitará también sus privilegios de oligarcas y sus ´dachas´ rusas.

Y es que verdaderamente las consecuencias de la guerra-invasión de Ucrania llegan al bolsillo de los ciudadanos españoles y a la cesta de la compra.

Estamos a punto de caer en una gran recesión por la crisis energética ocasionada por la guerra-invasión. Y la respuesta de la UE ante el régimen de Putin exigirá muchos sacrificios. La mala noticia es que los sacrificios son siempre asumidos por los mismos. Son las rentas bajas las que realmente sufrirán más esa inflación en lo relativo a los productos de primera necesidad.

Y el Alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad y vicepresidente de la Comisión Europea, el español J. Borrell, nos advierte con un tono algo curil, que debemos hacer sacrificios como ´calentarnos´ menos o consumir menos alimentos y bebidas básicas.

No dice nada, Borrel, de los sueldazos de los consejeros y directivos de puertas giratorias, sus altas pensiones vitalicias y bonos e indemnizaciones. Hay una "cruzada política", diagnostica Josep Borrell, en la que la ciudadanía está llamada a desempeñar su papel. "Los europeos necesitan que el ruido de las bombas a las cinco de la madrugada de hace 15 días al caer sobre Kiev les despierte de su sueño de bienestar ¿Y cuál es una forma de despertarse según Borrell? “Consumiendo menos gas en nuestras casas, se disminuirá la dependencia de quien ataca a Ucrania" ¿Y él y los socios de Eléctricas y demás empresas energéticas, qué hacen? ¿Bajan uno o dos grados el agua de sus piscinas climatizadas, el gasóleo de sus yates y la calefacción y aire acondicionado de sus bufetes y negocios? Vamos, que Borrell casi nos amenaza –al españolito de a pie– con una economía de guerra. Y se queda tan pancho.

Putin, además de sátrapa es un peligroso caudillo, con intenciones criminales, al que se le han permitido muchas atrocidades últimamente tanto en su país como en otros (guerra brutales con masacres de ciudadanos inocentes por las ofensivas de la aviación rusa en Siria (Idlib), Georgia, Chechenia, Crimea, etc.)

Sobre las protestas contra la guerra. Que nadie pierda de vista quién es el agresor: el gobierno oligárquico ruso, sponsor de las extremas derechas europeas. La mejor manera de protestar es apoyar a los valientes demócratas rusos que se manifiestan estos días contra la agresión a los ucranianos, y exigiendo la dimisión del tirano Putin.

Y por supuesto, ayudar en todo lo que se pueda a Ucrania ¿Qué supone esto?  ¿Darles armas y soldados? Así estaríamos fomentando el enardecimiento de la guerra  con consecuencias muy imprevisibles y catastróficas. Recordemos que las guerras son siempre un gran negocio armamentístico, y detrás de cada una de ellas hay fuertes intereses económicos y geopolíticos muy poco confesables.

A. Guterres, secretario general de la ONU, advierte de que el mundo afronta el mayor nivel de riesgo nuclear en casi cuatro décadas. Y las advertencias de Putin de un ataque medido con armas nucleares es un problema grave que no debería ser tomado a la ligera .

Aún estamos muy lejos de que la buena política y la diplomacia estén por encima de las leyes de los negocios, los mercados y de los señores de la guerra. Y Putin es uno de ellos, quizás el cabecilla.

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