Quim Torra mantiene el sueldo de ex presidente de la Generalitat pese a la inhabilitación

15 de Octubre de 2020
Actualizado el 02 de julio de 2024
Guardar
Quim-Torra

Inhabilitado pero cobrando. Ese es el trato que da el Estado fascista y represor a Quim Torra, que seguirá conservando sus honorarios pese a la sentencia del Tribunal Supremo que lo ha apartado de la política por desobediencia al no retirar los lazos amarillos y la pancarta en apoyo a los presos del procés durante la campaña electoral del 28A. Ahora una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Catalunya (TSJC) concreta los cargos por los que se inhabilita a Torra, pero sin afectar a los honores y honorarios, que seguirá ostentando, faltaría más. La Fiscalía no se ha opuesto a que mantenga el sueldo de expresidente. Como dato curioso para la jurisprudencia posterior, el Ministerio Público considera que el salario del alto cargo no se puede entender como un honor, sino como una forma de evitar que quienes han ocupado un puesto en las instituciones pasen a trabajar en la empresa privada. O lo que viene a ser lo mismo: tenerlos contentos para que no se vayan de la lengua con los secretos de estado.

De modo que el honorable seguirá cobrando de la pérfida, totalitaria y represora España. Un apesebrado, un mantenido de Madrid, qué gran traición a la República de Catalonia. Y no será un salario menor, ni precisamente simbólico. Según una información del periódico Crónica Global, el exlíder autonómico venía percibiendo más que su predecesor, Carles Puigdemont, que sigue en su exilio dorado en una mansión de Waterloo. En efecto, en el Portal de Transparencia de la Generalitat de Cataluña se comprueba que en el año 2018 el salario de Torra ascendía a más de 146.000 euros, por encima de los 139.000 de su antecesor y lejos de los 80.000 anuales de Pedro Sánchez, una ridiculez, una miseria al lado del premio especial vitalicio para el honorable president. “Se trata, en conjunto, de retribuciones que superan en todos los escalones a los mismos cargos o con las mismas responsabilidades en la Administración central”, aseguraba en su día Crónica Global. Ahí es nada: el mayor enemigo de España y el mejor pagado. Spain is different.

Todo lo cual nos lleva, una vez más, a ese gran negocio que es la política en nuestro país. Aquí, haga lo que haga, el gobernante nunca pasa hambre ni queda a la intemperie o con una mano delante y otra detrás. Ya puede organizar una gran conspiración contra el Estado, participar en turbias tramas de corrupción, hundir una flota de bancos y Bolsas o financiar a los más siniestros sicarios de las cloacas del Estado, que el puente hacia la jubilación está garantizado. El político español (y Torra lo es mientras figure en nómina de la España borbónica del 78) siempre juega sobre seguro, las espaldas a buen recaudo y los bolsillos forrados. Mientras las clases obreras sufren el zarpazo de la pandemia, la ruina y los rigores del confinamiento, el mandamás ibérico nunca pierde y sale airoso porque siempre llega una paguita de Madrid que nunca falla. Hoy mismo, sin ir más lejos, se han echado a las calles de Barcelona los afectados por el hundimiento de la hostelería, un auténtico drama que pone a miles de familias al borde de la indigencia. Los bares y restaurantes están desapareciendo del paisaje de nuestras ciudades (“ya no tenemos ni para comer”, se lamenta el dueño de un local, pancarta en mano, en una cadena de televisión) pero para los padres de la patria, ya sea la española o la catalana, eso qué más da si siempre hay un sobrecito que llega calentito y puntual del Gobierno.

Con esta nueva sentencia judicial, a buen seguro que Torra, el patriota Torra, no pasará penalidades ni apuros para llegar a final de mes. Con más de 146.000 euros de vellón al año, el honorable verá pasar el infierno del coronavirus, de refilón, desde la ventana del inexpugnable despacho o tras la ventanilla del cochazo oficial, que siempre habrá uno a mano para llevarlo a la Diada. Las cifras de contagiados irán aumentando en esta especie de nefasta competición de la negligencia sanitaria, un macabro Barça-Madrid de la pandemia entre la Generalitat indepe y la falangista Díaz Ayuso por ver quién lo hace peor. No habrá rastreadores ni médicos para la Sanidad pública catalana; no habrá dinero para el turismo; los ERTE y el salario mínimo vital no terminarán de llegar; y las colas del hambre crecerán sin medida. Pero Torra no tiene de qué preocuparse porque está a cubierto. Al margen de lo que haya hecho por el pueblo, el carguete nacional o autonómico siempre queda debidamente blindado. En el caso del posconvergente Quim, su hoja de servicios y su legado histórico no son precisamente para tirar cohetes: una republiqueta de siete minutos, unos contenedores quemados, unos cuantos tuertos por el pelotazo vil de los piolines, un paisaje sembrado de odio y una ruina económica para la que en su día fue la región más próspera de Europa. Y como precio a todo ese fiasco, un pastón en sueldo bruto, o sea una brutalidad política y moral.

Qué calladito se lo tenía, qué bien se lo ha montado el gris y anodino Quim. Apreteu, apreteu, les decía a los chicos de los CDR mientras él llamaba por teléfono a Madrid, off the record, para preguntar si ese mes se congelaba la paga a los funcionarios o caía una extra por navidad, o sea el qué hay de lo mío de toda la vida. Creíamos que Torra era un simple burócrata de la secesión puesto a dedo por Puigdemont y no. Más bien ha sido un avezado inversor en planes de pensiones que ha sabido mirar a tiempo por su futuro. Él, como otros muchos en su día (véase Felipe González, Aznar y hasta el mismísimo Pujol) se va de la política con un futuro prometedor mientras atrás queda el obreraje hundido en el miasma de la peste y peleando en la calle por un mendrugo de pan. Visca Catalunya Lliure.  

Lo + leído