“Murió el poeta lejos del hogar que cubre el polvo de un país vecino”, dice esa canción de Serrat que reinterpretaba el famoso poema de Antonio Machado. Pepe no murió en un país vecino, algo que sí hubiera tenido que elegir, por alguna circunstancia catastrófica en su vida, quizás hubiese sido algún territorio del otro lado del estrecho, pues él de siempre sentía que su corazón pertenecía al Sur, a ese mismo que su admirado Juan Goytisolo.
Hacía el Sur, así con mayúsculas, pues con esto se refiere no solo a una dirección sino a un sentido que aglutina distintos enfoques culturales, todo frente a ese dominio que ha hecho gala la cultura occidental. Un movimiento, en definitiva, que proclama ser lo que es, que no es otra cosa que un conjunto de civilizaciones cuya identidad quedó apagada por un férreo control colonialista. A esos países, a esos movimientos identitarios y, sobre todo, a las personas provenientes de ahí, las mismas que han sido relegadas en los márgenes de nuestra sociedad, quiso pertenecer Pepe.
Es por lo dicho, que esas distintas facetas en las que destacó nuestro escritor de Dalías, y las cuales dieron nombre al panorama cultural almeriense fuera de sus fronteras, se podrían interpretar bajo la lectura de este pensamiento descolonizador al que se ha llamado del Sur. Sus investigaciones sobre el trovo alpujarreño, sus novelas escritas desde una perspectiva social, los poemarios que desvelan un Eros que de siempre quieren ocultar o, ya una de sus últimas aportaciones, ese ensayo coral que reivindica la dignidad de un barrio. Todo en su conjunto da muestras de esa honda aspiración por la libertad, aquella misma tan propia nuestra y que entroncan con ese derecho de gentes que fue cuna de libertades.
En fin, y ya para terminar, se le están dedicando muchos homenajes a Pepe Criado y quizás, esto creo que es una opinión mayoritaria, todo este tipo de reconocimientos sobre la gran labor humana y cultural realizada por el mismo, aparte de ser alguien muy querido, deberían tener un buen culmen, y que no es otro que dedicar una calle con su nombre. Algo que nos hiciera recordar, cada vez que transitemos por ella y veamos su nombre completo, ese ingente trabajo que realizó en pos de su tierra y del hombre y la mujer libre. Quizás alguna travesía lo más al Sur posible, aquel mismo que siempre guío su vida.