Los científicos advierten sobre el Mar Menor: "Estamos en alerta"

Los científicos advierten de un posible episodio de hipoxia si la tendencia continúa. El nuevo sistema de monitorización en tiempo real permite un seguimiento más preciso de la evolución de la laguna.

23 de Julio de 2025
Actualizado a la 13:53h
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Peces muertos en el Mar Menor

El Mar Menor vuelve a entrar en el foco de la preocupación ambiental. Los niveles de clorofila en la laguna salada más importante de Europa se han disparado desde principios de julio, alcanzando cifras que no se registraban desde hace dos años. Según los datos presentados este miércoles por Juan Manuel Ruiz, coordinador del Proyecto Belich del Instituto Español de Oceanografía (IEO), los valores han pasado de niveles entre 0,5 y 1 mg/m³ hasta situarse entre 4 y 5 mg/m³, con picos incluso superiores en la boya B, localizada entre las islas del Barón y la Perdiguera.

Ruiz presentó estos datos en una rueda de prensa en la que se mostró "en alerta" ante la posibilidad de que este incremento desemboque en un proceso de hipoxia, es decir, una disminución drástica del oxígeno disuelto en el agua que puede provocar la muerte masiva de organismos marinos. Aunque por ahora no se ha detectado mortandad de fauna ni síntomas graves en el fondo de la laguna, los investigadores advierten de que hay que vigilar estrechamente su evolución en los próximos días.

“Más que preocupados, estamos en alerta”, subrayó Ruiz, quien recordó que los buzos del proyecto inspeccionan semanalmente el estado del fondo del Mar Menor sin haber observado aún signos de colapso. Sin embargo, advirtió de que si el actual aumento de clorofila se mantiene durante semanas, podría desencadenar un proceso de deterioro acelerado del ecosistema.

Aumento de turbidez y descenso de luz: primeros síntomas de desequilibrio

El alza de clorofila ha venido acompañada de un aumento considerable en la turbidez del agua, lo que ha provocado una reducción de la luz que llega al fondo de la laguna. Esta disminución de radiación submarina está alcanzando niveles críticos para la fotosíntesis de los macrófitos bentónicos, plantas acuáticas esenciales para la salud del ecosistema.

Los datos recogidos por el nuevo sistema de monitorización en tiempo real, puesto en marcha a comienzos de 2025 por el Ministerio para la Transición Ecológica, revelan un incremento del coeficiente de extinción de la luz (kd) hasta 0,5 m⁻¹, lo que implica que la luz se atenúa más rápidamente en la columna de agua. Este fenómeno impide que la vegetación sumergida realice adecuadamente la fotosíntesis, uno de los pilares del equilibrio ecológico del Mar Menor.

Un sistema frágil tras el colapso de 2019

Aunque algunos parámetros muestran cierta estabilidad —como el suave aumento de la salinidad o la ligera bajada de las temperaturas tras la ola de calor que elevó el agua hasta los 32 grados—, otros indicadores preocupan a los científicos. Es el caso del oxígeno disuelto, que comienza a descender de forma sostenida en la boya B, una señal que podría anticipar un episodio de hipoxia si no se revierte la tendencia.

Para Ruiz, el problema no se reduce únicamente a fenómenos puntuales como la ola de calor, sino que se agrava por la fragilidad estructural del ecosistema tras el colapso de 2019. “El sistema está mucho más vulnerable”, recalcó, abogando por una batería de medidas que refuercen la resiliencia del Mar Menor y lo devuelvan a la fortaleza ecológica que alguna vez tuvo.

Una advertencia que viene de lejos

El coordinador del Proyecto Belich recordó que los científicos llevan advirtiendo desde los años 80 del progresivo aumento de temperatura en el Mar Menor, así como de su deterioro progresivo a causa de la contaminación por nutrientes, la urbanización descontrolada y la sobreexplotación agrícola.

Ahora, con un sistema de vigilancia en tiempo real, el seguimiento es más preciso y las señales de alarma pueden detectarse con antelación. Pero la capacidad de respuesta sigue siendo limitada. “A corto plazo no se puede tomar ninguna medida directa para frenar estos niveles”, lamentó Ruiz. De ahí que la vigilancia constante y la acción preventiva se hayan convertido en las únicas herramientas viables por ahora.

Un futuro incierto

El Mar Menor se enfrenta nuevamente a una encrucijada. Aunque aún no ha sufrido un nuevo colapso ecológico, el camino hacia una recuperación real sigue lleno de obstáculos. El aumento de clorofila y la reducción de oxígeno son síntomas de un ecosistema que sigue enfermo, pese a los esfuerzos institucionales y científicos.

La vigilancia continuará en los próximos días, pero el mensaje de los expertos es claro: el Mar Menor no se ha curado y sigue necesitando una intervención decidida y sostenida para sobrevivir.

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