Uno de los peores temores de la humanidad se hizo realidad hace dos años con la llegada de la pandemia de la Covid-19. No era la primera vez que pasaba, pero sí que hacía mucho tiempo que no sucedía nada parecido. El riesgo de contagio y de contraer una enfermedad que podía complicarse hasta el punto de matar aparecía, y aumentaba, de manera demasiado rápida como para que la sociedad lo pudiese asimilar. Mientras, los gobiernos de todo el mundo intentaban consensuar medidas para enfrentarse al nuevo virus, unas más acertadas que otras. Los seres humanos volvimos a ser conscientes de nuestra vulnerabilidad como especie, y el miedo calaba con fuerza hasta el punto de que muchos no podían seguir con su vida cotidiana por temor a contagiarse. Algo que los expertos en salud mental han venido a denominar: coronafobia.
El miedo
“La coronafobia es básicamente el miedo a contagiarse o padecer la enfermedad de la Covid-19, aunque también tiene que ver con el miedo a contagiar a las personas del entorno inmediato o compañeros de trabajo”, específica Consuelo Tomás, psicóloga directora del centro psicológico que lleva su nombre y que se ha convertido en una de las voces más activas del mundo de la salud mental a la hora de analizar los efectos de la pandemia a nivel psicológico. La experta define un rasgo principal en las personas con miedo al contagio: “Las personas que tienen una baja tolerancia a la incertidumbre son más susceptibles a padecer este trastorno”.
Los síntomas
Las personas que sufren de coronafobia se enfrentan a un verdadero infierno: “Fatiga, cansancio, problemas en la cantidad y calidad del sueño, cambios de humor, rigidez muscular, dolores de cabeza, problemas en las articulaciones y, en algunos casos, presión arterial elevada”, son algunos de los síntomas, pero lo curioso es que estos se pueden acabar confundiendo con los indicadores propios de la enfermedad de la Covid-19. “Están continuamente pendientes de su cuerpo, autoexplorándose, y al final encuentran síntomas, aunque estos no existan de verdad, como el dolor de cabeza, la tos o el carraspeo”. señala la psicóloga.
Los más vulnerables
La presión psicológica que genera la pandemia afecta de un modo más intenso a aquellas personas que ya sufrían algún tipo de trastorno antes de la llegada del virus: “Debido a los síntomas persistentes, las personas que tienen problemas psicopatológicos como un trastorno obsesivo compulsivo o un trastorno de ansiedad generalizada tienen más posibilidades de padecer coronafobia”, explica Tomás, para quien la negatividad es uno de los lastres con los que tienen que lidiar estas personas: “Son individuos que mantienen una visión muy pesimista de la realidad. Se sienten muy angustiados porque focalizan demasiado en los problemas y además desde un punto de vista completamente negativo”. Otras víctimas de la coronafobia son los más pequeños: “Hay padres excesivamente protectores que tienen miedo y de alguna manera u otra se lo están transmitiendo a sus hijos”.
Poner remedio
Las medidas para poner remedio al miedo excesivo a contagiarse pasan por no hacer sentir culpables a las víctimas de la coronafobia: “Es muy importante no ridiculizar a estas personas y comprender que si lo están pasando mal que este problema no lo tienen a propósito sino que no lo pueden evitar”, aconseja la profesional, que también señala a la necesidad de control como causa del malestar: “La intervención terapéutica se basa en que aprendan a manejar la incertidumbre. Es decir, que vamos a intentar explicarles que todo no se puede controlar”. La solución lejos de estar en huir y aislarse parece estar en afrontar el problema poco a poco: “Parte del tratamiento consiste en fijarse metas gradualmente y permitir que las personas se vayan exponiendo de una forma gradual a esas situaciones que temen”. Algo que resulta complicado para aquellas personas que necesitan tenerlo todo controlado. Aprender a pensar en otras cosas resulta decisivo para perder el miedo: “Hay estrategias también de distracción. Es muy importante que estas personas cambien el foco atencional en lugar de estar pensando todo el día la posibilidad de contagiarse”. Señala la psicóloga.
Una obsesión
Una de las maneras de vivir el miedo a contagiarse que tienen las personas que padecen coronafobia es la obsesión por averiguar si han contraído el virus. “Ponerse el termómetro constantemente o hacerse pruebas de antígenos de manera obsesiva”, son algunas de las prácticas que llevan a cabo para calmarse. Pero lejos de encontrar la tranquilidad, los coronafóbicos ven aumentar la tensión y el miedo por momentos hasta querer aislarse del entorno y alejarse de todo aquello que suponga un riesgo: “La ansiedad anticipatoria les empuja a dejar de realizar actividades que antes sí que realizaban como: quedar con los amigos, ir al gimnasio, ir al supermercado e ,incluso, ir a trabajar”. En este aspecto es importante que las familias entiendan que estas personas “no es que se estén separando porque haya un problema, sino porque tienen muchísimo miedo a contagiarse”. La verdad es que los medios de comunicación y los canales de información no parecen ayudar demasiado: “La sobreinformación y la desinformación que circula, sobre todo, en las redes sociales lo que hace es elevar los niveles de ansiedad”, alerta Tomás.
La propia experiencia
Otro de los factores que puede hacer que las personas generen miedo excesivo al contagio de la Covid-19 es el haber vivido una experiencia negativa cercana o en primera persona: “Si una persona ha pasado el Covid con síntomas graves o ha visto que alguien dentro de su entorno ha fallecido por la enfermedad es más lógico que se dé una reacción desproporcionada”, añade Tomás. Pero la psicóloga insiste en lo importante de mantener la calma. “Si tenemos las medidas de protección adecuadas, junto con el trabajo psicológico, estamos dotados de recursos para hacer frente a esta situación”, señala la experta, y concluye constatando una realidad esperanzadora: “Se está haciendo un esfuerzo tremendo de investigación para poder tener al virus controlado”.