La ministra de Igualdad, Irene Montero, ha culpado al Partido Popular de “promover la cultura de la violación” durante su intervención en la sesión de control al Gobierno en el Congreso de los Diputados. La airada protesta de la bancada del principal partido de la oposición ha sido inmediata. Si atendemos a los hechos, el conocido concepto feminista de la cultura de la violación, que se concibe como un problema social y cultura aceptado y normalizado a causa de determinadas actitudes sociales sobre el género, el sexo y la sexualidad, como apunta Wikipedia, el PP la ejerce a pies juntillas de forma consciente o sin saberlo.
La última campaña de la Xunta de Galicia, supuestamente realizada para concienciar a las mujeres, no a la sociedad en general, del problema de la violación de las mujeres por parte de los hombres sirve de ejemplo perfecto para determinar que la titular de Igualdad atiende a los principios definitorios de este término feminista para acusar al PP de ejercer esta “cultura de la violación”.
La polémica campaña de la Xunta, que el propio presidente gallego, Alfonso Rueda, ha defendido y mantenido pese a evidenciar que carga sobre las mujeres prácticamente toda la responsabilidad de las agresiones sexuales, es la prueba palpable de que el PP sigue eludiendo principios feministas básicos que sirven para evitar una victimización de las mujeres en este sentido. Cuando se pone todo el foco sobre la víctima, se realiza una clara cosificación sexual o se trivializa el problema de la agresión sexual, sin contar todo ello con la negación de la violación o el no reconocimiento del daño de ciertas formas de violencia sexual, se participa implícita o explícitamente en la cultura de la violación. Así lo mantienen todas las corrientes feministas actuales después de complejos debates al respecto realizados durante las últimas décadas por las mayores expertas en la materia.
Incluso existen corrientes de opinión que vinculan la correlación de los mitos de la violación, la víctima y el hecho de culpar a la trivialización de la violación con el aumento de otros problemas asociados como la homofobia, el racismo, la discriminación por edad, la intolerancia religiosa y otras formas de discriminación.
La campaña de la Xunta gallega se dirige directamente a las mujeres preguntándoles si visten “con mallas de deporte” y “van a correr por las noches” para hacer deporte. “Qué sucede ahora? No debería pasar, pero pasa”, concluye el mensaje avalado por el gobierno popular de Galicia. Donde el presidente gallego no ve ningún tipo de “cultura de la violación” se puede apreciar sin ningún género de dudas que se pone el foco directamente sobre la mujer, sobre su forma de vestir y el hecho de ir a hacer deporte por la noche entre las causas de poder sufrir una violación por parte de un hombre. Se transmite el mensaje de que una cosa lleva a la otra sin poderse evitar en todos sus extremos, a no ser que la mujer decida no hacer deporte por la noche y no vestir con mallas de deporte.
Otro mensaje de la misma campaña publicitaria de la Xunta con motivo de la conmemoración el pasado 25-N del Día Internacional contra la Violencia sobre la Mujer apuntaba en el mismo sentido que el anterior: “Una discoteca. Una copa desatendida. ¿Qué sucede ahora? No debería pasar, pero pasa”.
El presidente gallego responsabilizó directamente al Ministerio de Igualdad por la polémica suscitada por la campaña de la Xunta. Rueda añadió que el objetivo de la campaña de concienciación era “plasmar situaciones cotidianas en las que las mujeres pueden sufrir las consecuencias del machismo”. “Creo que una mujer no debería jamás pasar miedo por la calle o en una discoteca y en ocasiones puede pasarlo y no podemos asumir que eso es normal”, añadió el presidente gallego, que recibió también las críticas de Xornalistas Galegas por poner exclusivamente el foco sobre las mujeres y no aportar soluciones.
También la secretaria de Estado de Igualdad, Ángela Rodríguez Pam, ha exigido al PP que deje “de responsabilizar a las mujeres de la violencia” que sufren. “No hay más responsables que los agresores. Esta campaña es sencillamente inaceptable”, concluye Rodríguez Pam.